Les comparto este cuento de la escritora Vianey Lamas, el cual nos hará reflexionar sobre los cambios vertiginosos que vivimos actualmente, y sobre todo que las opiniones y las personas cambian con el tiempo, pero además nos da la certeza que nada es para siempre...

Había una vez un joven reloj que vivía confundido...

Su trabajo, como el de todo reloj, era simple: marcar el tiempo...cada segundo era importante, pero nuestro amigo había notado un extraño comportamiento en los habitantes de aquel País.

La gran mayoría quería retrasarlo, otros más adelantarlo y los pocos que lo veían en el presente sólo era para sincronizar las citas de sus ajetreadas vidas. Era tal su confusión que llegó a pensar que había algo mal en su diseño, por lo que le pidió al relojero que fuera a revisarlo. El hombre un tanto mayor, llegó con sus herramientas y con la paciencia que lo caracterizaba lo checó minuciosamente, pero no encontró defecto en su maquinaria. Era además exacto, preciso y de materiales valiosos.

Así que el reloj, comenzó a observar detalladamente a las personas y se sorprendió mucho al comprender que para cada persona, el tiempo representa algo diferente...

Por ejemplo: para los empresarios valía oro, para los corruptos era insuficiente, para quienes habían sufrido una pérdida se hacía lento y para los niños no tenía la menor importancia si estaban jugando, Inclusive algunos deseaban regresarlo para que nunca hubiera sucedido lo irreversible...

-¡Esto es un caos! - no me explico cómo pueden vivir así - Exclamó el reloj.

“Efectivamente, si las personas se dieran cuenta de que sólo tienen el presente y que es el único tiempo real todo sería diferente” - le dijo una voz femenina que se paró justo frente a él-.

Era una anciana de mirada apacible y de piel arrugada...

-El pasado es importante pues nos recuerda el camino andado, pero es muy fácil dejar que nos encadene. Es una peligrosa trampa.

-El futuro, a su vez es incierto e incontrolable sólo podemos avistar un esbozo de planeación pero todo puede cambiar en un instante.

-No eres tú el del problema, son ellos tienen que cambiar su mirada.-

Había tanta sabiduría en las palabras de la mujer.

-¿Qué es la vida sino ciclos que se abren y se cierran?

-¿Qué es la vida sino una suma de momentos?

-Tú tienes un ritmo y debes ser fiel a él...eres un reloj joven todavía tienes mucho que aprender.-

Su confusión se disipó un poco...

¿Puedo hacer algo por todas estas personas?—preguntó casi con ingenuidad.

-Sólo sigue haciendo bien tu trabajo, cada segundo cuenta; tu linaje ha sido un gran instrumento en la historia de la humanidad...serás testigo de los cambios de esta sociedad—La evolución es un llamado aunque muchos se resistan-

¿Cuándo llegará el gran cambio?

-Ya ves, te estás contagiando de toda esta gente, ¡no seas impaciente!...

El reloj se dio cuenta de la incoherencia de su pregunta y soltó una gran carcajada como riéndose de sí mismo.

-Sólo respira y siente tu ritmo apacible...Tic-tac...Tic-tac-

La vida siempre se despliega en el ahora...no dejes que nadie te arrebate la sacralidad que habita en cada instante...dijo la mujer antes de desaparecer tan misteriosamente como había llegado.

El reloj dejó de sentirse confundido y comenzó a albergar en su corazón la esperanza... Los vientos del cambio no habían dejado de soplar y la distancia se acortaba.

Después de todo, nada es para siempre, estamos en constante evolución.

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