- Hoy PEMEX tiende al declive productivo por su baja productividad y escasa reinversión de utilidades, lo cual, desde hace años, nos ha hecho desaprovechar la oportunidad de usar el petróleo como palanca del desarrollo económico en nuestro país.
- Sin embargo, estaremos peor con esta Reforma Energética. Es claro que debemos transformar a PEMEX pero no como lo propone el Presidente Peña a través de las leyes secundarias que hoy, 11 de agosto de 2014, se promulgan.
- El gran error económico de esta Reforma del Ejecutivo Federal consiste en el hecho de que transfiere riqueza al extranjero y desmantela la economía nacional, pues ello aumentará la pobreza y caerá el empleo en nuestro país.
A continuación enumero las diez principales consecuencias económicas de esta reforma y sus leyes secundarias:
1. Rápido agotamiento de reservas petroleras. Si bien es cierto que la agresiva estrategia de extracción de hidrocarburos que esta reforma se propone sí aumentará la producción petrolera, también es cierto que agotará más rápido nuestras reservas de petróleo. Si los cerca de 14 mil millones de barriles de nuestras reservas probadas[1] nos iban a durar diez años más a la actual tasa de extracción y reposición, con esta reforma nos durarán mucho menos. Lo anterior, combinado con nuestro actual subdesarrollo tecnológico en energías renovables, nos hará perder rápidamente nuestra soberanía energética.
2. Se pierde la oportunidad de empujar la productividad de nuestra economía. Siendo estratégicos, ese petróleo debería servirnos para nuestro desarrollo; para aumentar la competitividad de nuestra industria nacional por medio del abastecimiento barato de insumos derivados de hidrocarburos al resto de la industria mexicana.
3. Aumenta la carga fiscal a PEMEX. El aumento de la carga fiscal se puede observar en lo dispuesto: i) en la Ley del Fondo Mexicano del Petróleo; ii) en la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos, y; iii) en las modificaciones a la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria de este paquete de leyes secundarias. Ahora se exige que PEMEX contribuya al menos con el 4.7% del Producto Interno Bruto a fin de que continúe sosteniendo cerca de la tercera parte del presupuesto federal. Entonces, ¿dónde está la presunta descarga fiscal a PEMEX de la que tanto se ha alardeado en el discurso oficial?
4. No se generarán empresas nacionales significativamente. La mayor parte de empresas en el sector energético serán extranjeras. Igualmente, al no existir actualmente un sector bancario nacional con la capacidad financiera requerida para respaldar las inversiones previstas, habrá una influencia creciente de instituciones financieras extranjeras en el sector. Hoy tenemos serios problemas de integración de nuestra industria; las propias Secretarías de Hacienda y Crédito Público así como de Economía han sido hasta ahora incapaces de articular una estrategia económica de largo alcance a la altura de las necesidades del país; el país sigue sin rumbo económico, sin una definición clara y ordenada de metas; carecemos de una agenda de desarrollo… ¿Y aun así este gobierno federal se aventura a dejar en manos de empresas multinacionales nuestras reservas petroleras? ¿Le parece poco el bajo dinamismo actual de la economía mexicana como para debilitarla aún más con la sistemática fuga de activos del país que generará esta reforma energética?
5. No aumentarán significativamente el nivel actividad económica y de generación de empleos. La renta petrolera representa el 6.8 %PIB[2], por lo que aun aumentando la producción como lo proyecta el Gobierno Federal, esto no incidirá significativamente en la tasa de crecimiento del PIB.
6. Aumentará la concentración del ingreso y habrá transferencia de riqueza al extranjero. La Ley de Hidrocarburos prevé requisitos para la asignación de contratos que difícilmente cumplirían empresas nacionales (incluyendo al propio PEMEX).
Muy pocas empresas mexicanas realizarían actividades en el sector con los perfiles requeridos. Unas pocas empresas –en su mayoría extranjeras-, generarían utilidades, pero las transferirán a sus matrices en el extranjero.
Si los diputados y senadores que aprobaron esta legislación desconocen la Historia de México y no sabían que las condiciones de marginación y dependencia, como las que aquí estoy advirtiendo, son justamente las que llevaron al estallido de la Revolución Mexicana de 1910, ¿acaso entonces también desconocen los errores de otros países?
Los desastrosos resultados micro y macroeconómicos en otros países debería ser suficiente razón para dar marcha atrás con esta reforma energética. Las consecuencias en todos los países donde se han implementado reformas como esta son: aumento de la pobreza, pérdida de control gubernamental, desmantelamiento de la industria nacional, fuga de capitales, destrucción del patrimonio nacional (incluyendo el medio ambiente), intervención extranjera, entre otras consecuencias. Véanse los casos de: Nigeria, Kazajstán, Ceylán, Egipto, Irán, Libia, India, Paquistán, Chad, Camerún, entre otros.[3]
7. El gasto público continuará destinándose mayoritariamente a gasto corriente. Aun cuando partes de esta legislación prevén destinar ingresos petroleros a fondos de inversión, estos fondos ocupan un bajo porcentaje de estos ingresos comparado con el porcentaje destinado a gasto corriente. Por lo anterior, el impacto de las inversiones seguirá siendo bajo.
8. No se generará ahorro de largo plazo por ingresos petroleros y muy probable aumentará la deuda pública. Ello va en detrimento de nuestros hijos. Véanse las condiciones -prácticamente imposibles de alcanzar- en las que podría generarse ahorro de largo plazo de los ingresos petroleros previstas en la Ley del Fondo Mexicano del Petróleo así como las modificaciones a la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria. Por su parte, la Ley General de Deuda Pública da autonomía de endeudamiento a PEMEX, a lo cual recurrirá constantemente pues no dispondrá de sus utilidades.
9. No contribuirá a reducir la pobreza y una vez agotado el petróleo los niveles de pobreza pueden dispararse. Esta reforma podrá contener por algún tiempo el aumento en los niveles actuales de pobreza en tanto el gobierno pueda continuar recargándose fiscalmente en PEMEX. Sin embargo, a medida que la producción de PEMEX decline y las multinacionales hagan efectivas las benévolas condiciones de sus contratos, el gobierno federal no dispondrá de más ingresos petroleros. Esa brecha presupuestal impedirá disponer de recursos para evitar que se disparen aún más los niveles de pobreza en el país.
10. Se desaprovecharán recursos para atacar los determinantes estructurales de la pobreza en México. Esta reforma, al igual que el resto de la política económica y social de este país, carece de mecanismos que ataquen los determinantes estructurales de la pobreza. La legislación secundaria no tiene una conexión con inversiones en la reducción estructural de la pobreza. A lo anterior se suma el debilitamiento de la industria nacional (proveedora de empleos), la incertidumbre de los precios de los energéticos para los sectores social y productivo, debido a que la fijación de precios quedará fuera del alcance regulatorio gubernamental, y de condiciones laborales precarias e inciertas para los trabajadores. La insostenibilidad financiera de los programas sociales será entonces el callejón sin salida al que nos habrá metido esta reforma.
Estas consecuencias interactuarán en conjunto formando un círculo vicioso de baja producción de PEMEX, transferencia de riqueza al exterior, baja inversión pública, insuficiente creación de empleos y debilitamiento del mercado interno, con lo que la presión sobre PEMEX vuelve a aumentar, sosteniéndose una alta carga fiscal a PEMEX que le impedirá, nuevamente, aumentar su producción. Este círculo vicioso se ilustra en la siguiente imagen.
Sí necesitábamos reformar al sector energético en nuestro país pero no así. Independientemente de ideologías, cualquier economista con dos dedos de frente –y un mínimo de ética- puede advertir que este es un pésimo negocio para el país.
[1] Las Reservas probadas en 2013 (último dato) equivalen a 13,868.3 millones de barriles. Anuario Estadístico de PEMEX 2013. Página 12.
[2] Promedio del período 2009-2013. Con datos del Banco Mundial, 2014.
[3] Bibliografía mínima de consecuencias económicas de las privatizaciones petroleras: