Sonora es un estado de claras raíces progresistas en la historia moderna de México. Fue aquí donde la Huelga de Cananea hizo visibles los reclamos de lo que vendría a partir de 1910, fue aquí donde el pueblo yaqui emprendió desde el porfiriato una larga guerra en defensa de su tierra y su dignidad, fue aquí donde el Constitucionalismo fincó las bases de su viabilidad militar en 1913, fue aquí donde se originó el grupo político vencedor de la Revolución, encabezado por Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta que, a pesar de sus afinidades con el viejo régimen, le imprimió una nueva dinámica al desarrollo, de la cual no fueron ajenas las reivindicaciones sociales.
En nuestros días, sin embargo, Sonora es escenario de pillaje e impunidad para un modelo bipartidista en el que el PRI y el PAN se reparten el poder mediante un continuismo que se disfraza de alternancia.
Hoy en día el deporte estatal de moda es señalar las gigantescas corruptelas del recién finalizado gobierno de Guillermo Padrés, que comenzó ofreciendo justicia por la tragedia de la Guardería ABC y acabó vendiendo niños. Mucha gente expresa alivio por la debacle panista y la prensa local --esa misma prensa que alabó a Padrés mientras tuvo el poder-- canta las glorias de la nueva gobernadora Claudia Pavlovich, una ex senadora que no tuvo empacho en firmar cartas de recomendación sobre la solvencia moral de los dueños de la Guardería ABC, no lo tuvo en votar a favor del incremento del IVA en las zonas fronterizas, ni tampoco a la hora de pedir a empresarios sonorenses beneficiados por sus gestiones para obtener contratos de obra pública que se ?mocharan? con recursos para su campaña.
Frente a esa dupla corrupta, la izquierda sonorense no ha sido capaz de ofrecer una alternativa. Ha predominado cierta vocación por limitarse a obtener algunas diputaciones locales y regidurías de representación proporcional, así como una autocrítica constante que suele olvidar que el verdadero adversario está en la derecha que representan el PRI y el PAN.
La sociedad sonorense está, sin embargo, ávida de cambio. Hay importantes luchas locales como la del reclamo por justicia para los 49 pequeños fallecidos en el incendio de la Guardería ABC, la de los pueblos afectados por la contaminación de las aguas del Río Sonora, la de los mineros de Cananea golpeados por la disolución de su sindicato y, la del pueblo yaqui en defensa de su agua.
Lo que no ha habido es una fuerza política capaz de articular los reclamos e inconformidades para convertirlos en una propuesta realmente alternativa para el estado, con capacidad de disputar y ganar el poder para ejercerlo bajo la lógica del servicio a la sociedad y no del reducido grupo debeneficiarios de la densa red de complicidades del bipartidismo PRI-PAN.
La reciente presencia de MORENA en la escena política abre una ventana de oportunidad para darle forma a esa alternativa.
No ha sido fácil la construcción del nuevo partido. Las simpatías electorales a favor de López Obrador, que representaron 254 mil votos en 2012, no se han podido traducir en fuerza organizada. Han habido serias limitaciones de recursos y de organización. Ha sobrado autocrítica y ha faltado crítica al adversario.
Se ha iniciado ya el proceso para renovar a la dirigencia estatal mediante una serie de asambleas en los siete distritos electorales federales. Para atender este proceso, Alfonso Durazo fue designado como Enlace Nacional por el CEN de MORENA. Alfonso viene de una diputación federal en la que coordinó al primer grupo de legisladores de MORENA. Su tarea es impulsar el proceso de elección de dirigentes de tal forma que se convierta en el punto de partida para hacer de MORENA una auténtica opción política rumbo al 2018.Debo advertir aquí que colaboro con Alfonso desde hace muchos años, por lo que mi punto de vista no es ?ni quiere ser-- imparcial.
Para lograrlo es necesario avanzar en un camino de tres vías.
La primera tiene que ver con la construcción de una institucionalidad mínima que haga posible la unidad y la suma de fuerzas y esfuerzos más allá de la legítima y bienvenida democracia interna. Debe articularse lo que hoy está disperso y generarse una cultura política de inclusión y respeto que le permita a MORENA ser un partido puente para el tránsito hacia la oposición verdadera del más amplio número posible de sonorenses de todas las procedencias sociales y regionales del estado.
Frente al desastre del gobierno de Peña Nieto y al previsible continuismo de la corrupción, la impunidad y la falta de democracia en Sonora, MORENA debe ser fiel al mandato de sus votantes, que es al mismo tiempo de oposición al (des)orden establecido y de creación de una alternativa viable y eficiente para la regeneración del estado.
De particular importancia es el trabajo con los jóvenes. No de adultos para jóvenes, sino de jóvenes para jóvenes. MORENA requiere de cuadros capaces de asumir el activismo político y social con ánimo renovado y vocación de futuro. Son muchos los jóvenes que en Sonora están comprometidos con el cambio, pero no encuentran un espacio en el anquilosado y cerrado mundo de los adultos que hacemos ?política?.
La segunda vía tiene que ver con la comunicación. MORENA, por su falta de recursos y por su enfrentamiento al régimen no es muy popular entre la mayoría de los medios de comunicación convencionales, que suelen moverse por dinero y beneficios del poder. El espacio de MORENA son los medios no convencionales, que es decir Internet y las redes sociales.
Es necesario, en este sentido, articular una red de redes que permita el intercambio de información alternativa, la crítica y el debate sobre la problemática estatal y nacional y la comunicación permanente en el que es el segundo estado más extenso de México.
La tercera vía tiene que ver con la organización. No será fácil, pero MORENA requiere contar con una estructura activa en los 72 municipios de Sonora. Esta presencia debe ser el origen de una estructura que pueda vincularse a los reclamos y las luchas municipales y regionales, y de ahí a la lucha nacional.
Hay una sociedad organizada que no solemos ver. No la vemos por estar ocupados en la construcción del partido y olvidar que un partido es, después de todo, una expresión social. Son muchas las causas sociales pequeñas y grandes en las que participan los sonorenses. A ellas debemos acercarnos con respeto y empatía, con ánimo de acompañamiento y con la decisión de poner el partido en su manos.
La conversión de la fuerza social en fuerza electoral de esta forma el final y no el inicio. Suele trabajarse bajo el objetivo de contar primero con una estructura de representación electoral, cuando esta es, en realidad, el último paso en la conformación de un partido. Si el partido acompaña a la sociedad con honestidad y empeño, de aquí a tres años se podrá contar con una alternativa realmente distinta para el ejercicio del poder en Sonora.