El primero de julio del año pasado muchos votaron con el hígado y no con el cerebro, ganó la ira, el odio y el hartazgo, hartazgo hacia un sistema que llevaba al menos cinco sexenios al hilo dictando la línea política del país tanto económica como social. Se vinieron dos crisis muy fuertes en 1988 y 1994 que dejaron una marca indeleble en el colectivo social. Se instauró un gobierno que siguió al dedillo un sistema económico que terminó fracasando en todo país que se aplicó tal como sucedió con el socialismo. Me refiero al neoliberalismo que se propagó por América Latina, algunos países europeos, Africa y Asia.

El neoliberalismo fue un invento tanto del presidente Ronald Reagan de Estados Unidos y su homóloga de Reino Unido Margaret Tatcher. El neoliberalismo vino a ser una respuesta a la famosa tercera vía o la socialdemocracia que se empezó a aplicar en países como Noruega, Suecia, Finlandia, Canadá y Corea del Sur.

A diferencia de la socialdemocracia que era aplicado por una nación democráticamente, el neoliberalismo fue aplicado bajo presión del FMI, BM, OEA, G20, G20+, BID y otras entidades u organizaciones occidentales. ¿Cómo presionaban? Muy sencillo, si X país necesitaba de un préstamo y lo solicitaba al FMI o al BM, dichas organizaciones ponían aparte de los intereses, algunas reglas o reformas que tenían que aplicar en su política económica, social y política. En pocas palabras te prestaban, pero te “jalaban del cogote” para poder usarlo.

Los mexicanos somos muy testarudos y reaccionamos de manera exagerada tanto en asuntos insignificantes como el futbol hasta temas del futuro del país como es la elección de nuestros gobernantes y representantes.

El primero de julio la gente votó masivamente por un solo partido y sus candidatos, otorgando al actual presidente un poder solamente visto en los más rancios años del priísmo radical y abusivo. La gente no pensó en que los contrapesos son necesarios para un buen gobierno ya que evita muchos dolores de cabeza y errores que el gobierno pueda cometer. Obliga también al presidente y a sus legisladores a negociar para poder cogobernar y que se respeten los derechos de las minorías.

Esta situación se debe a un error garrafal que cometió el PAN en el año 2000 cuando se dio la primera alternancia en el país con Vicente Fox. El presidente en lugar de desarticular, descuartizar y despedazar todo lo que tuviera olor a intolerancia, corrupción, fraudes y represión, lo utilizó para él y su partido y de esta manera gobernó durante doce años. El país no solo no cambió en ningún sentido, sino que se vio un grado de corrupción, fraudes y represión nunca vistos.

El tiro de gracia hacia nuestra insípida democracia fue el gobierno del priísta Enrique Peña Nieto, que vio como el aparato gubernamental, la estructura corrupta y las viejas mañas se encontraban en perfectas condiciones y con ellas decidió gobernar convirtiéndose en el sexenio más corrupto, nefasto, violento y fraudulento de la historia reciente de México. El presidente llegó a tener menos de un 15% de aprobación entre los mexicanos y llegaron a las elecciones sabiendo perfectamente que no tenían ninguna posibilidad de ganar, ni siquiera aplicando un enorme fraude electoral pues el riesgo de un estallido social era muy alto.

¿A qué voy con todo esto? Sencillo, necesitamos construir desde distintos frentes una oposición que le diga no a las políticas del gobierno en turno cuando estas políticas sean nocivas para el país, necesitamos que la voz de los 60 millones de mexicanos que no votaron por AMLO o los que nos arrepentimos se escuche claro y fuerte.

Veo en redes sociales varias organizaciones opositoras y eso es muy positivo, sin embargo, es necesario que dichas organizaciones en lugar de multiplicarse en otras organizaciones, se fusionen en solo un par o una tercia de organizaciones para no atomizarnos y no ser lo suficientemente fuertes para realmente ser un contrapeso ante las decisiones del gobierno en turno.

Está en juego el 2021 año en que elegiremos la nueva cámara de diputados que cogobernarán con Andrés Manuel López Obrador en su segunda mitad de gobierno. Se necesita de todos los partidos, organizaciones y ciudadanos para lograr obtener la mayoría de las curules en juego.

Se puede decir que hablar de que México corre el riesgo de convertirse en Cuba o Venezuela, pero del plato a la boca se puede caer la sopa como sucedió con Perú y Ecuador que estuvieron cerca de irse a la corriente del Socialismo del siglo XXI. Por ello es importante tomarlos como referencia para evitar cualquier posibilidad de venezolización de nuestro país. Debemos de cerrar y sellar esa puerta para que no sea ni opción dicha situación.

El ser contrapeso no significa en ningún momento en llevar la contraria al gobierno en turno sino que también debe ser un aliado de ese gobierno cuando las decisiones de éste sean para beneficio de las y los mexicanos.