La Cooperativa Cruz Azul es una de las empresas más importantes de México. No solo por estar ubicada en el número 167 del ranking de las más importantes publicada por revista Expansión, sino por controlar entre el 20 y el 25% del mercado nacional del cemento, compitiendo de tú a tú con la transnacional a nivel mundial número 10 del listado: Cementos Mexicanos (Cemex) (http://bit.ly/2OOeC3C). Nadie es profeta en su tierra, muy bien dicen por ahí.
Empresa centenaria, fundada en 1881 y desde 1931 como una cooperativa donde son los mismos trabajadores los miembros que la sustentan. Siempre en estabilidad con sus diversas direcciones, algunas de las cuales duraron hasta 23 años. En la actualidad le da empleo a más de 8,000 familias en al menos 4 Estados de la República y la Ciudad de México (http://bit.ly/2OUBbUs). A pulso se ha convertido en un icono del cooperativismo mexicano.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. Su desgracia comenzó cuando Guillermo Álvarez Cuevas tomo la dirección de la cooperativa en 1988, hijo de Guillermo Álvarez Macías, director de la Cruz Azul durante 23 años (1953 – 1976) (http://bit.ly/2OUBbUs). En 10 años (1998) se erigió como el mandamás vitalicio, no solo modificó las bases constitutivas sino que agregó a su hermano Alfredo y a su cuñado Víctor Garcés como parte de la dirección perpetua con todos los poderes adquiridos.
No debiese haber desgracia alguna. Siempre y cuando la dirección de la Cooperativa buscase el bienestar de ella misma y sobre todo de sus trabajadores. Muchos indicios marcan el camino que lo anterior no es así. No se aplica de ningún modo.
Pasaron 10 años en calma desde la perpetuidad de Guillermo Álvarez Cuevas pero para 2008 las peleas entre los hermanos fueron del dominio público, sacando a la luz la lucha intestina entre ellos para mantener el control de La Cruz Azul en toda la extensión de la palabra (http://bit.ly/2IoM26R). Primero fue exhibir los malos manejos administrativos de Guillermo, quien orquestó todo esto fue su hermano Alfredo, montado en la Dirección Comercial de la empresa sabía el teje y maneje de los estados financieros. Parecía que quería tener acceso a ellos.
A partir de este momento toda la problemática de la cooperativa se expandió, haciéndose cada vez más complicada, llegando a los tribunales buscando sentencia de un juez y vaya que las hubo.
Todo comenzó con la llegada de Carlos Terroba Wolf, quien fungía como asesor y actuario no solo de la cooperativa sino de algunas empresas laterales constituidas bajo el manto de las bases constitutivas. Aquí comenzaron las acusaciones entre hermanos llegando a demandar ante las autoridades a Guillermo Álvarez Cuevas por lavado de dinero. Todos sabían que había sido su hermano Alfredo pero hasta la fecha él se deslinda de este evento (http://bit.ly/2DyFQdA).
Lo anterior sucedió al transcurrir el año 2009, fue en junio de 2010 cuando dieron el “periodicazo” publicado en el diario Reforma presentando al público los jaloneos familiares de los hermanos Álvarez Cuevas llevándose entre la pelea a los trabajadores, reales dueños de la cooperativa (http://bit.ly/2NJt6We). Desde este momento todo se descompuso.