El escándalo de la constructora OHL es un caso de estudio sobre la manera en la que una compañía puede destruir su reputación corporativa en tan solo tres días por no actuar a tiempo ante la publicación de una columna financiera. Una crisis que le ha costado a OHL 719 millones de dólares tan solo en México por la caída en el precio de su acción en un 22%.
El pasado 5 de mayo, el periodista especializado Mauricio Flores, de La Razón, fue el primer columnista en develar las conversaciones entre algunos ejecutivos de OHL México con altos cargos del gobierno del Estado de México para aumentar el presupuesto de construcción del viaducto Bicentenario.
Extrañamente, el medio que detonó el escándalo a nivel nacional fue el periódico español El País que además de replicar la nota de Flores, reveló el 6 de mayo el desplome de las acciones de la compañía en España, así como la suspensión de las operaciones de la empresa en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Digo extrañamente porque El País suele replicar la información que ocurre en América Latina con algún ingrediente periodístico adicional, descontando la nota dura.
Los personajes involucrados, el cabildero de OHL Pablo Wallentin, el director técnico de la empresa constructora, Jesús Campos López, junto con el director de Planeación Financiera, José Luis Muñoz, platican sin tapujos sobre las ganancias que obtendrá OHL por la construcción de las tres fases del Viaducto Elevado Bicentenario, a pesar de que la tercera etapa nunca se construiría y de que la corrida financiera fue amañada para que el gobierno del Estado de México aprobara la construcción de la fase dos.
En esta crisis, es necesario fijarnos también en el tono de voz utilizado en las llamadas telefónicas tanto por el cabildero Pablo Wallentin, como por el secretario de Comunicaciones y Transportes del Estado de México, Apolinar Mena. Un tono de voz utilizado por personas que se creen intocables, dueños del poder y del dinero en México, ajenos a la crisis de credibilidad del país.
Para sazonar la crisis, el gobierno de Eruviel Ávila reaccionó enviando a Apolinar Mena a una entrevista con Carlos Loret de Mola, en la que se le percibió nervioso, errático en sus respuestas e intentando culpar a OHL sobre unas vacaciones en Cancún que la propia compañía constructora claramente le ofreció y pagó.
Las siguientes acciones de OHL serán evidentemente retirar a los ejecutivos involucrados a excepción del presidente de la firma en México, José Andrés De Oteyza y generar estrategias millonarias a recuperar su reputación corporativa. Sin embargo, el peor activo en términos de comunicación de la constructora es el pésimo manejo de sus diversas crisis alrededor del país. Una tarea comunicativa que no se antoja ni fácil, ni barata.
Esta crisis está lejos de acabar pues tal como ocurre en estos casos, los medios replicarán más historias del accionar de OHL no solo en México sino en el mundo, además de ahondar en la vida profesional y personal de los ejecutivos y funcionarios involucrados.
Del lado del gobierno estatal, parece inminente la salida de Apolinar Mena del gabinete estatal, todo a raíz de aceptar unas vacaciones por 150 mil pesos en Cancún y peor aún, sedado por la codicia, hablar él mismo con el mayordomo del Hotel Fairmont para confirmar su reservación.