La corrupción es un asunto de orden cultural: declaró Enrique Peña Nieto, hace algunos años. Detrás de tal argumento, ocultaba su incapacidad para para hacerle frente y al mismo justificaba cualquier hecho de corrupción, al sugerir que corromper es una costumbre de los mexicanos. A la postre, él mismo se vería envuelto en un escándalo por la compra de una casa a un contratista de su gobierno, este suceso, generaría muchas dudas sobre su honorabilidad.
Mediciones internacionales ubican a nuestro país entre los 15 más corruptos del mundo, el sistema que ha prevalecido durante décadas, ha incentivado e impedido acabar con este mal. Todos los días se descubren situaciones que tienen que ver con el mal uso de recursos públicos, tráfico de influencias, sobornos, etc., un caso sucede a otro, en una espiral infinita.
A mediados de la semana, se difundió una investigación de la que se desprende que ejecutivos de la empresa Odebrecht admitieron ante una corte de los Estados Unidos, haber sobornado con 10.5 millones de dólares a funcionarios mexicanos entre 2010 y 2014. Dicha compañía ganó contratos por más de 1,429 millones de dólares para trabajar en proyectos relacionados con el sector energético. Además, el documento refiere que Pemex canceló inversiones propias en beneficio de la empresa brasileña.
La noticia no debe ser considerada como parte de la normalidad, mucho menos en el contexto actual de liberación del precio de la gasolina.
En lo que va del sexenio el sector petrolero ha quedado reducido a nada, Peña Nieto y sus antecesores no se ocuparon en fortalecer a la industria, por el contrario, durante años Pemex fue saqueada y utilizada como instrumento político. En un exceso de cinismo y a manera de epitafio, el primer mandatario a principios de año, sentenció: se acabó la gallina de los huevos de oro.
El caso de Odebrecht no debe ser uno más en la larga lista, tenemos que exigir que las instituciones cumplan la ley, es nuestro derecho de conocer quiénes son los funcionarios que recibieron dinero, no pueden quedar impunes.