Hemos construido un mundo de hombres y un mundo de mujeres. Los niños tienen prohibido entrometerse en cosas de adultos. Las preferencias políticas y las creencias religiosas nos separan, como las fronteras separan a los países. La brecha entre ricos y pobres no solo es económica; son dos culturas diferentes. ¿Por qué nos extraña tanto la discriminación y condenamos la intolerancia, si nos han educado en mundos excluyentes?

Sin embargo, la educación nos permite desarrollarnos individual y colectivamente dentro de la sociedad, es la vía para evitar guerras, injusticias, discriminación. Es la piedra angular para lograr el desarrollo económico, político, social y cultural de cualquier país y lo que nos lleva a ser tolerantes y respetuosos frente a los derechos de los demás.

Si bien en México se han alcanzado importantes logros en materia educativa, aún falta mucho por hacer. Nuestros niños y jóvenes no pueden continuar con una educación basada en libros de texto gratuitos que están llenos de datos erróneos. Este tipo de acciones no depende sólo del Estado; depende de la exigencia ciudadana para tener mejores instituciones educativas, comprometidas con la calidad de educación en nuestro país.

Al respecto, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mi alma máter, ha sido una de las instituciones educativas que desde su creación, ha contribuido al desarrollo tecnológico, científico, humanista, cultural, económico, político y social del país, tanto en la formación de profesionistas como en el desarrollo de la investigación multidisciplinaria que caracteriza a los universitarios.

Recordemos que el 22 de septiembre de 1910 se inauguró la Universidad Nacional de México, cuando el maestro Justo Sierra, ocupaba el cargo de Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes y en el discurso de inauguración, señaló: “Sois un grupo en perpetua selección dentro de la substancia popular; y tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad”.

Para el maestro Justo Sierra, la creación de la Universidad Nacional de México, hoy, Universidad Nacional Autónoma de México, tenía como propósito fundamental que la Universidad encargada de la educación a nivel nacional creara profesionistas con carácter humanista y progresista.

Además anhelaba que el pueblo gozara de libertad no sólo por el amor a sus derechos, sino por la práctica perseverante de sus deberes.

De ahí que, como estudiantes universitarios, egresados, catedráticos, investigadores, personal administrativo, tenemos la oportunidad de desarrollar nuestros conocimientos y habilidades en las diferentes disciplinas que nos han permitido posicionar a la Universidad Nacional Autónoma de México como una de las mejores universidades a nivel internacional, toda vez que su contribución a la educación ha beneficiado a todo el pueblo de México. Impartir clases en nuestra máxima casa de estudios, es un gran honor y es una forma de redistribuir la riqueza social que en ella se encuentra: el conocimiento.

Especial distinción tienen y han tenido nuestros universitarios por su fiel compromiso al desarrollo de nuestra nación. Seguro estoy que ese compromiso permanecerá por siempre.

Flor de loto: El conocimiento no se transmite, se construye.

 

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