La calificadora Fitch rebajó el pasado miércoles 5 de junio la nota de deuda soberana de México, de BBB+ a BBB. La institución internacional explicó que la decisión se da por un mayor riesgo para las finanzas públicas del país, que es producido por el deterioro del perfil crediticio de Petróleos Mexicanos (Pemex), además de una perspectiva débil para la economía.
Sobre la economía mexicana, dijo que se ve afectada por las amenazas externas de las tensiones comerciales, incertidumbre de la política interna y continuas restricciones fiscales.
De acuerdo a los lineamientos de Fitch, la calificación ‘BBB’, indica que existe un riesgo moderado de incumplimiento en relación a otros emisores u obligaciones en el mismo país.
Fitch Ratings además rebajó la calificación crediticia de Pemex dejándola en grado "especulativo", lo que significa que sus bonos ahora son "basura". La hoy empresa productiva del estado presenta un alto riesgo de impago.
En un comunicado, la calificadora indicó que la nota de la empresa petrolera pasó de 'BBB-' a 'BB+', con lo que la perspectiva es negativa y pierde el grado de inversión.
El bajar la calificación de la deuda de Pemex, significará para la hoy empresa productiva del estado que le aumenten las tasas de interés de los créditos que pida y que si quiere colocar nueva deuda en los mercados esta tendrá que tener un premio muy alto para los inversionistas y seguramente serán poco demandada.
Por su parte la calificadora Moody’s también revisó la perspectiva de la nota crediticia de México de estable a negativa, aunque mantuvo la calificación en A3.
En el comunicado de la agencia, la decisión de mantener la calificación A3 es una medida para equilibrar la economía diversificada, su alta fortaleza fiscal y baja susceptibilidad a riesgo de evento, frente a los desafíos que representan las tasas de crecimiento débiles.
Los “golpes” al gobierno de México por parte de las calificadoras no pararon, el pasado viernes 7 de junio Moody’s mantuvo las calificaciones de siete bancos mexicanos y del fondo de garantía de depósitos Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), pero cambió las perspectivas de estables a negativas.
Los bancos evaluados a la baja en la calificación A3 son BBVA Bancomer, Banorte, Banco Santander y Citibanamex, así como los bancos de desarrollo Nacional Financiera (Nafin), Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext).
El presidente Andrés Manuel López pronunció sobre las agencias calificadoras y sus recientes recortes a las notas crediticias del país y Pemex, y consideró que “estas no fueron profesionales ni objetivas” porque se “hicieron de la vista gorda” mientras en anteriores administraciones se desmantelaba a la petrolera estatal y agregó que la empresa estatal no tendría problemas para reestructurar su deuda.
El presidente reiteró que pronósticos a la baja de las calificadoras representan estudios con una metodología caduca, que no incluyen la variable ‘corrupción ‘. Previamente la agencia Moody’s dijo que sí consideran la corrupción en sus análisis y consideró que esta se mantendrá ‘de por vida’, a lo que López Obrador reviró que su gobierno acabará la corrupción tolerada.
Existen evidencias de que las calificadoras tienen intereses y hay sospechas de que estas instituciones han caído en actos de corrupción para favorecer a empresas, bancos y gobiernos y esto ha traído consecuencias muy adversas para la economía.
Las notas de las agencias calificadoras en cuanto a la clasificación del país en el marco financiero internacional, ha sido ampliamente difundida por los medios de comunicación y provocó muchas reacciones de analistas económicos financieros, periodistas y líderes políticos, que ven en estos resultados un “mal comienzo y el probable fracaso” del gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador; pero hay otro sector que piensa que este estudio responde más a un golpeteo a la actual administración y presionarla para que no cambie la política económica que lleva más de treinta años.
Hay que recordar que las calificadoras de riesgo son agencias privadas que analizan los activos de empresas y Estados-nación, además de realizar estudios que indican el riesgo crediticio de una entidad o emisión de títulos con el fin de facilitar a los inversionistas la toma de decisiones a la hora de colocar sus recursos. Estas empresas son contratadas para calcular el riesgo de inversión en un producto financiero cualquiera (acciones en empresas, compra y venta de bonos).
Los orígenes de las agencias de calificación se remontan a la segunda mitad del siglo XIX, cuando se produjo en Estados Unidos una enorme expansión y desarrollo económicos, sobre todo de las compañías de ferrocarriles, que captaban los recursos necesarios mediante la emisión de bonos. Como los inversores necesitaban conocer la situación financiera de tales empresas, recurrían a entidades especializadas, y lo que en sus inicios sólo fueron informes financieros acabaron convirtiéndose en estudios sobre la valoración y calificación crediticia. Dos de las agencias surgidas en aquella época fueron Standard & Poor’s Corporation (fundada en 1860) y Moody’s Investors Service Inc. (creada en 1900), actualmente, las mayores agencias de rating a nivel mundial.
A nivel internacional Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch son las principales calificadoras, con sedes en Nueva York. Conforman el oligopolio en este ramo desde la década de los setentas.
Las empresas calificadoras de riesgo establecen parámetros y fórmulas que le permiten saber a un país o una empresa sus capacidades de pagar o no pagar. Es decir, su estabilidad económica y financiera de acuerdo al valor de sus activos, reservas, gastos, inversiones, etc. Estas fórmulas parámetros son de fácil manipulación, para chantajear y sacar ventaja.
Hay varios ejemplos de la manipulación, de los datos que tienen las agencias calificadoras, entre las que destacan: la crisis hipotecaria del 2008 en los Estados Unidos, cuando las acciones inmobiliarias de Lehman Brothers tenían calificación AAA. Durante la corrida bancaria se demostró que dichas acciones eran activos basura, no valían nada en la economía real.
La crisis hipotecaria de los Estados Unidos hizo que los precios de los activos inmobiliarios se desplomaran, lo que provocó que muchas familias perdieran su casa ante la imposibilidad de poder pagar el crédito, además los fondos de pensiones que invirtieron en los bonos hipotecarios, vieran mermados sus recursos, dejando a muchos trabajadores sin jubilación y la quiebra de Bancos como Lehman Brothers.
Este evento fue la peor calamidad financiera desde 1930. Durante los 19 meses que duró se perdieron 8,7 millones de empleos, más de la mitad de los adultos vio perder su trabajo, recortado su sueldo o forzado a trabajar reduciendo su horario laboral. El consumo y el producto interno bruto se contrajo por la escasez de crédito y el incremento del costo de los préstamos. S&P perdió la mitad de su valor.
Otro ejemplo del comportamiento manipulador de las agencias calificadoras es Bolivia, ya que desde que Evo Morales es Presidente, ha aplicado un plan de nacionalizaciones y expropiaciones en el ámbito bancario y estratégico. Las calificadoras de riesgo, en aras de implantar temor en las transnacionales, le colocaron una calificación de CCC donde los activos nacionales son altamente especulativos y hay poca probabilidad de pago. Esto es parte de la guerra global por conseguir forzosamente contracciones económicas en países emergentes. Lo curioso del caso es que el país Sudamericano es el que más ha crecido económicamente en la región.
La mala lectura de las agencias calificadoras internacionales de la economía mexicana quedó evidenciada en el 2009 cuando México tenía en ese año una nota de "BBB+" de Standard & Poor's y Fitch Ratings y de "Baa1" de Moody's Investors Service. Las calificaciones estaban tres escalones arriba del grado de inversión mínimo.
La calificadora Fitch Ratings se dio cuenta hasta los últimos días de noviembre de 2009 que había hecho un muy mal análisis de la economía mexicana y fue que redujo la calificación crediticia del país, de "BBB+" a "BBB" con una perspectiva estable, esto fue consecuencia del deterioro de las finanzas públicas y la reducida capacidad fiscal del Gobierno de Felipe Calderón para enfrentar la baja en ingresos.
Tenemos que recordar que el Producto Interno Bruto (PIB) de México decreció en el año 2009 en 6.2 por ciento en comparación del año anterior y existían muchas evidencias de que esto pasaría dadas el deterioro de las finanzas públicas y la reducida capacidad fiscal del Gobierno para enfrentar la baja en ingresos además de la crisis financiera y económica global y la reducción en la producción de petróleo y de gasolinas y las nulas medidas anti-cíclicas del gobierno de Felipe Calderón lo que evidenció las debilidades económicas del país.
La crisis que no previeron las calificadoras ha traído consigo el inevitable aumento en los niveles de desigualdad y pobreza en la primera década del siglo XXI. Para dar cuenta de ello, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señalaba en su informe (PNUD, 2010) observó que 10 de los 15 países más desiguales del mundo se localizan en América Latina y el Caribe, siendo México uno de ellos y en el que se hizo más patente la desigualdad, al grado que el ingreso del 10% más rico pasó de ser 19.3 veces mayor que el del 10 por ciento más pobre en 1984, a 33.5 veces en 2008; mientras que en el país se comprobó el aumento del nivel de pobreza por efecto de la crisis reciente que arrojó a 12 millones más a la pobreza (ITESM, 2010, Valero-Gil y Valero, 2008), para superar nuevamente los 50.
Al parecer a las calificadoras no les gusta el cambio de políticas económicas que está emprendiendo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y por eso es que han degradado la calificación de la deuda soberana del país.