En este ejercicio propuesto por Federico Arreola para que cada quien expresara libremente su postura sobre la 4T en sdpnoticias.com, debo decir que estoy de acuerdo con los objetivos programáticos del presidente @lopezobrador, con diferencias, sí, en varias cuestiones que tienen oportunidades de mejora. Salvo el periodismo militante que acostumbra ver las cosas en blanco o negro, yo considero que debe analizarse de manera sistemática donde concurren varias tonalidades de grises. En mi caso yo voté por Andrés Manuel López Obrador y no me arrepiento de haberlo hecho.
No soy beneficiario directo o indirecto de alguna prerrogativa derivada de mis puntos de vista, ni tampoco tengo consultaría, asesoría o trabajo alguno con ningún gobierno, ni el federal, estatales o municipales ni organismos autónomos ni pretendo tenerlos. Por fortuna, no vivo de mi buena o mala relación con el gobierno. Bien se ha apuntado que un prerrequisito de la independencia política reside en la independencia económica, que es mi caso y lo que opino se ajusta a mis convicciones personales. En la mayoría de los casos he tenido una voz coincidente con la 4T, argumentando el porqué de mi postura en los casos concretos. En aquellos aspectos que no he estado de acuerdo, no he guardado disciplinado silencio y he externado mis discrepancias razonadas. Estoy convencido de que estamos experimentando un cambio de régimen (sujeto, por supuesto, a interpretaciones a la luz de los parámetros que se tomen para afirmar que hay un cambio o que no lo existe) que se expresa en cuestiones esenciales:
1.- El presidente @lopezobrador ha inaugurado un lenguaje ciudadano marcando distancia de la retórica tradicional y de la simulación donde se decía una cosa en público y se hacía otra en privado, lo que ha conectado con el pueblo, con las porciones mayoritarias, generando encono en quienes por interés, por tradición o por las dos cosas se sienten agraviados.
2.- Ha ido desapareciendo de manera sustantiva la política pública del uso intensivo de los recursos del erario destinado a los medios, muchos de los cuales tenían en ese recurso su principal fuente de ingresos. Ese cambio no es ajeno a la existencia de una inquina un día sí y otro también con el gobierno del presidente @lopezobrador, a quien ingenuamente buscan doblegar. Una cosa es que es natural y saludable que el gobierno sea objeto de un amplio escrutinio público y otra donde se adopte una visión maniquea, como está sucediendo ahora precisamente por ese cambio, de no haberlo no lo habría claro está.
3.- Se ha iniciado (lo que es un proceso gradual por lo internalizado en las pautas conductuales de muchas personas de manera histórica) el tránsito de una relación entre gobernantes y gobernados con la corrupción como la regla general a una que busca que esa interacción sea cada vez más una excepción, lo que representa muchísimos pasos a favor de que los recursos públicos dejen de ser de “nadie” y se cobre conciencia de que son de la sociedad en su conjunto, sobre todo de las más amplias franjas sociales que son producto de la asimetría histórica entre los que más tienen y los que menos poseen.
4.- Por primera vez desde el presidente Lázaro Cárdenas del Río se tiene un presidente que representa, en los hechos, a la inmensa mayoría y no, como sucedió durante mucho tiempo, a los factores reales de poder, aprovechando y reproduciendo la ausencia de una cultura de exigencia ciudadana, de falta de apropiación colectiva del valor de lo público como propiedad de todos y no de “nadie” como empieza poco a poco a desaparecer con las dificultades que una tarea de esa magnitud significa.
5.- La eliminación del escandaloso Estado Mayor Presidencial (el más grande del mundo para rendirle tributo a una persona sin precedente en la experiencia comparada) generando una duplicidad de funciones con las fuerzas armadas del país, los sueldos sin parangón en el mundo de la alta burocracia, la proliferación de altos cargos innecesarios y la inconstitucional e ilegal “pensión” de los expresidentes de la República y sus “apoyos” y “privilegios” sin referente tampoco en el mundo entero. (La Dra. Hilda Nucci González y yo documentamos estas prácticas a la luz de la experiencia en países representativos del orbe en la obra Los parásitos del poder. Cuánto cuestan los privilegios de los expresidentes. México. Proceso ediciones. 2016). Y para bien de México todo estos gravísimos excesos no existen más. ¿Cómo no podría estar a favor de un régimen que lo que he denunciado durante mucho tiempo lo ha convertido en norma jurídica?
@evillanuevamx
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