Si al gobierno le va mal a la sociedad no le puede ir mejor. De ahí la importancia de elegir con pertinencia a los gobernantes. Si bien no creo que los mexicanos elegimos a los representantes a cargos de elección popular que nos merecemos, sí se va en buenas porciones a seleccionar a los que nos parecemos. Ahí ya existe un círculo vicioso: No hay contenidos educativos críticos y de promoción al contagio de prácticas democráticas porque no se eligen a diputados, senadores y presidentes de la República que abreven de esa convicción y no lo hacen porque no está en su formación educativa, mucha o poca, pública o privada, valores democráticos que emular. La emulación permite al ser humano tener parámetros de lo que es correcto y de lo que es incorrecto.
Es lo que se puede llamar código de moral interno. Este código interno permite que la sociedad subsista porque la parte del Estado de derecho y la seguridad jurídica es muy endeble. En el ámbito penal, por ejemplo, la comisión de delitos tiene un gran aliciente: sólo existe el 7% de posibilidades de ser sorprendido, procesado y eventualmente sancionado en un conservador reporte de la Procuraduría General de la República que SDP dio cuenta en su momento. (http://www.sdpnoticias.com/nacional/2013/12/29/en-la-impunidad-el-93-de-los-delitos-en-mexico). Otros estudios independientes bajan más todavía esa cifra. Pero como bien apunta un texto de CIDAC, la impunidad es un problema transversal. (http://cidac.org/impunidad/).
¿Por qué entonces con ese panorama permanece funcional la sociedad? Una primera lectura diría que con los datos de impunidad existente México estaría muy cerca de ser el Estado de naturaleza que Hobbes revela en su clásica obra El Leviatán. Se trata de un presupuesto teórico, de acuerdo al cual la figura del Estado en sus primeras versiones como se identifica ahora fue precedida por un mundo en el que no había leyes positivas. Existía una libertad absoluta, sin límite alguno. Esa situación no era, en modo alguno, la organización ideal, sino todo lo contrario: La ley del más fuerte y la anarquía impedían que el ser humano pudiera convivir en sociedad.
La respuesta es que no se ha llegado a esos extremos porque persiste un código interno básico que regula el comportamiento de los mexicanos. Es un conjunto de valores mínimos que se internalizan en casa y/o en el entorno social, en la iglesia, en las asociaciones formales e informales con las que convive la gente. Una vez dentro del sistema nervioso central de cada persona ese código sanciona un comportamiento indebido, por lo menos en sus grandes trazos. Será muy efectivo, por ejemplo, si una persona priva de la vida a otra en un accidente automovilístico, incluso si nadie lo ha visto y sólo él sabe lo que ha hecho. Algunos, los menos, esperarán a las autoridades y tratarán de ayudar a la persona afectada. Los más, aprovecharán para irse, pero si bien burlan la ley en la mayor parte de las veces no lo hacen con sus propias normas éticas que están dentro de él y las sanciones son involuntarias. La sanción la conocemos todos: “sentirse mal”, generando depresión y ansiedad (en su sentido de trastorno mental diagnosticado por el DSM-5 de la Asociación Americana de Psiquiatría).
El “sentirse mal” puede tener varias manifestaciones que pueden incapacitar e incluso hacer que el causante del citado deceso opte por quitarse su propia vida para escapar de ese malestar que no le permite vivir como lo hacía antes. Por supuesto, hay muchas variables en la intensidad y rigurosidad del código personal y, por ende, de la magnitud de las sanciones. Y ese código hace las veces de barrera psicológica y efectiva para que, con grandes problemas, la sociedad no se pierda en la anarquía.
En estricto sentido, los códigos de ética tendrían que ser complementarios a la ley. Teóricamente el código deontológico o de ética aplicada trasciende más allá del mínimo dispuesto en la ley. En México se ha trastocado su función y sirve como sustituto de la ley o para llenar los vacíos existentes en el sistema jurídico.
Esos valores sirven para que la convivencia social no fallezca, pero no puede, en el mayor número de los casos, ir más allá ampliando sus contenidos con convicciones democráticas. Eso que falta requiere una cirugía mayor en los contenidos de los libros de texto gratuitos para retirar la parte aséptica que tienen y promover la conciencia crítica. Eso no se va a hacer, empero, adoptando medidas que vayan contra el grueso de los maestros. Debe quedar claro, o se hace una verdadera reforma educativa democrática o no habrá ninguna, ni buena ni mala.
Apuntes en breve.
1.- Mala señal que @EPN no reciba al gobernador electo de Chihuahua @Javier_Corral, a quien le ha cancelado reunión en dos ocasiones. @Javier_Corral fiel a sí mismo ha abierto un sitio para recibir datos, evidencias o indicios de la corrupción del gobernador actual @GoberDuarte. No es fácil, pero @EPN deberá ver cómo puede generar un diálogo fluido con el gobernador electo de Chihuahua por la sociedad chihuahuense., aunque no le guste el perfil de quien gobernará – se espera- haciendo de esa entidad un laboratorio democrático.
2.- Más tardó la secretaria general del PRI @CarolinaMonroy_ en decir que no se iba a “permitir” “ofensa” alguna al presidente @EPN y que respondería todas y cada una de dichas “ofensas”, que hacer un silencioso mutis cuando surgió el vendaval mediático de Aristegui Noticias sobre el caso del plagio de la tesis de licenciatura en derecho en la @UPMexico de @EPN que está en análisis.
@evillanuevamx