Recién observamos durante elecciones estadounidenses, como ha sido históricamente, que los republicanos ganaron en el estado de Florida. Pero fueron derrotados para la presidencia por el demócrata Joe Biden. Resurge con el gobierno demócrata el apoyo a la isla de Cuba que inició el presidente Obama durante su administración y que coartó de tajo el presidente Trump dañando seriamente la ya mermada economía cubana. Cuba espera se reanude la libertad de los envíos de recursos desde aquel territorio hacia la isla. Que se promuevan, se reinicien relaciones tanto políticas como comerciales y turísticas, poniendo con seriedad sobre la mesa la resolución a favor del pueblo de abolir la longeva injusticia del embargo comercial a la gran isla vilipendiada por pasiones e imposiciones en el poder, pero sin perder los apoyos de sostén humano que debe seguir proveyendo su gobierno, sin perder el control de su soberanía, que esto no sea moneda de cambio en futuras transacciones. Apoyar a la población cubana la fortalecerá para aprender poco a poco a regentar su propio destino, a sacudirse el yugo.
Sabemos que la responsabilidad adquirida por la forzada dictadura cubana para alimentar lo básico, para educar, para garantizar sistema de salud incluyente, ha evitado la pobreza extrema que se padece en los demás países de Latinoamérica, allá donde el ciudadano requiere de buscar solo su alimento, donde los gobiernos deciden no educar, no invertir para mantener a flote a aquellos a ras de suelo, donde el control se deshumaniza, se desvincula del sostén de sus ciudadanos. La mayoría de los cubanos son pobres, pero nadie padece el flagelo de la pobreza extrema.
En Cuba han sido posible todo tipo de acciones tanto pioneras como experimentales a través de su historia por su contención, por su natural aislamiento, por ser la isla madre de Latinoamérica, aquella que recibe la trascendental corriente del Golfo desde el océano Atlántico, aquella que fue el paso obligado a la tierra firme. Los últimos sesenta años su sociedad se ha mantenido resistiendo impávidamente atorada en un sistema corroído, pero sin posibilidad aun de influir para lograr cambiar el rumbo hacia lo que realmente desean en lugar de lo que han obtenido. Un pueblo que ha desarrollado con inventiva, con creatividad, su propio collage económico cultural entretejido por debajo de lo instituido, al margen del aparato del gobierno represor, y éste, lo reconoce sin comentarios, pareciera lo deja suceder para no perecer y forma parte de la farsa, de este complejo entramado, del añejo entrenamiento para resolver sin recursos, para obtenerlos en la inmediatez dada la situación de carencia, de impotencia.
La isla celebra hoy la elección del demócrata Joe Biden en la presidencia de Estados Unidos. Se prende de nuevo la luz de la esperanza para el pueblo cubano. Se avista en el horizonte la posibilidad de lograr la paz en base al respeto, a la asistencia hermanada entre naciones vecinas, no al canje opresor del vecino poderoso que impone condiciones, generando la posibilidad de abrir una ventana hacia el entendimiento hacia el mayor bienestar de aquella magnífica ilustre nación enfilándola hacia la loable tarea de la reunificación, del reconocimiento, de la utilización de sus riquezas territoriales y humanas para progresar en el nivel de felicidad y satisfacción que ya merece la gente, para lograr abrir el camino hacia la auténtica democracia participativa y a la justa apertura comercial de Cuba.