Con una pluma impulsiva y poco informada, Ernesto Villanueva critica en su reciente columna el desempeño del PRD en las últimas elecciones, y de paso el de su presidente Agustín Basave. No se necesita mucho para despotricar en contra de alguien, pero sí se requiere de información para realizar un análisis serio sobre el resultado de los pasados comicios. 

Para ello doy respuesta al artículo de @evillanueva buscando contrastar sus afirmaciones con datos duros, acabando con los desplantes “pseudocríticos” que han sepultado mil y un veces al PRD sin acertar nunca en su fecha de defunción.

 1. Dice Villanueva: “Los resultados de las elecciones del 5 de junio representan… rechazo [al PRD] y aceptación a MORENA que, de entrada, en la Ciudad de México es la primera fuerza política”.

 Falso: Respecto de las pasadas elecciones locales (2015), el PRD pasó de 23 a 37 diputados locales en los 12 estados donde hubo elección. El caso más significativo es el de Veracruz, donde pasamos de 2 a 7 diputados locales. En términos de gobiernos municipales el PRD pasó de gobernar 56 municipios en el 2015 a 65 en el 2016. 

 En el caso de la Ciudad de México el PRD también reporta avances. De obtener el 19.89% de la elección del 2015, en la pasada elección de constituyentes el PRD obtuvo el 26.43%,  incrementando en casi 7 puntos la preferencia electoral. 

En conclusión, los resultados electorales pueden reflejar un avance de MORENA en algunos estados, lo cual, no es (el corolario) equivalente a un “rechazo” o retroceso del PRD. 

 2. El PRD ha pasado de ser la tercera fuerza política a la cuarta en el país. 

Dudoso: ¿Con qué criterio podemos definir el sitial que ocupa un partido como “fuerza política” en el país? ¿Son las elecciones locales de 13 estados suficientes para realizar una generalización nacional? Si fuera esto cierto ¿qué criterio de medición sería pertinente utilizar, los votos para diputados, para gobernador o para alcaldes?

Ernesto no hace cuentas ni ocupa ningún criterio medible, sólo se deja llevar por la creencia mal sustentada de muchos opinólogos que afirman que Morena ha desplazado al PRD como segunda tercera fuerza política. No obstante, soslayan varios elementos: 

a)    La categoría de “fuerza política” carece de precisión: no se sabe a ciencia cierta qué es lo que mide. 

b)   A diferencia de MORENA, el PRD es el único partido de izquierda que gobierna 4 estados por sí solo, 3 en coalición y uno más que se mantiene en litigio (Tlaxcala). 

c)    Las elecciones del 2016 fueron de sólo 12 estados, no fueron nacionales, por lo que es impreciso asumir que en los demás estados donde no hubo elección la tendencia sería la misma. 

d)   Morena obtiene mayor votación en sus candidatos a gobernador que en sus diputados locales, lo cual significa que en muchos estados todavía pesa más la figura del candidato que la “marca” del partido. No obstante, al menos el criterio de votación que el INE y los institutos locales emplean para otorgar prerrogativas, son el número de votos para diputados. 

e)    El mejor análisis que podría realizarse para medir la “fuerza política” de un partido político a nivel nacional es a partir de una elección constitucional, calculando el número de diputados federales que integra cada bancada y el “poder relativo” de cada partido a partir de las coaliciones legislativas que puede realizar para aprobar o bloquear ciertas iniciativas. 

3. “El PRD en su política de alianzas privilegió el pragmatismo cortoplacista  ofreciendo el membrete partidista al mejor postor”

Completamente FALSO: El objetivo de la alternancia en estados como Veracruz, Quintana Roo o Durango no representaron por sí mismo un fin trascendental. Claro que fue un objetivo de corto plazo, no obstante que acompañó las aspiraciones de miles de ciudadanos que exigían terminar con las satrapías de gobiernos priistas. Sin embargo, es falso que se privilegió “el pragmatismo cortoplacista”. La política, como arte de lo posible, merece guardar el equilibrio entre ética y pragmatismo, las coaliciones del PRD buscaron ambos fines. El primero, fue detener el avance electoral del PRI y sacarle las manos del erario, de las policías y de las estructuras burocráticas de los estados donde gobernaba, para que en 2018 su voto duro se reduzca, mientras se avanza en posiciones políticas para la izquierda. El segundo, es un compromiso con la ciudadanía de brindar mejores gobiernos apegados a la defensa de derechos humanos, regulados por sistemas anticorrupción y capaces de mejorar el ingreso económico de las familias. Tales compromisos estuvieron presentes en cada uno de los convenios de coalición que se firmaron ante el OPLE de cada estado, así como en el trabajo de las Cámaras donde ambos partidos confrontaron las resistencias del PRI y el Verde por aprobar las leyes anticorrupción.

4. El presidente del PRD, Agustín Basave, ha adoptado una posición mirando su interés personal sobre  la consolidación de ese partido. La presencia del señor Basave en el PRD ha sido la de un caballo de Troya que ha llevado al partido a una baja sustantiva de votos.

 Falso a simple vista: Lo malo de opinar sin tener información es que se corre el riesgo de realizar el ridículo, como lo hace Ernesto Villanueva en su columna. Más allá de los juicios subjetivos sobre Agustín Basave, Ernesto afirma que el Presidente del PRD  “ha llevado al partido a una baja sustantiva de votos”. ¿Cuántos votos es algo “sustantivo”?, sólo él y su chabacanería de lenguaje lo saben. Me parece más bien que su afirmación es una de tantas frases cómodas que usan los opinólogos poco informados, cuando les da flojera hacer una investigación seria. Lo cierto es que en el 2015 el PRD obtuvo 853 mil votos y en el 2016 978 mil 668 sufragios. El PRD aumentó su votación en poco más de 125 mil votos. ¿Estos votos le pueden atribuir a Agustín Basave? Seguramente no, porque son un esfuerzo colectivo de partido, pero tampoco puede pensarse que una derrota o retroceso sea directamente su causa. 

¿Lo que sí es atribuible a Basave en mayor grado?

 1.     La política de alianzas: Por primera vez en la historia del PRD, se logra una alianza en términos de paridad: dos candidaturas encabezadas por el sol azteca y dos por el PAN. La puesta de Agustín Basave, por la que estuvo dispuesto a poner su renuncia sobre la mesa, resultó en el triunfo de 2 gubernaturas, las primeras con alternancia política en la historia de Veracruz y Durango.

2.     Alianza en Quintana Roo: Mención aparte merece Quintana Roo, porque si hubo una persona los suficientemente paciente y astuto como para convencer a Carlos Joaquín de salirse del PRI y al PAN de respaldar en conjunto su candidatura, fue sin duda Agustín Basave. Un acto que algunos juzgarán de pragmatismo, pero que al final logró terminar con la impunidad, continuidad e imposición de uno de los peores gobernadores que ha tenido la entidad: Roberto Borge. 

3.     Avance en Tlaxcala: Cuando nadie en el PRD prestaba atención a Tlaxcala, Basave miraba a la entidad como la joya de la corona del 2016; no tanto por su número de electores, como por la posibilidad de llevar al gobierno a una mujer con amplio arraigo social y un compromiso con las causas de izquierda. Su apuesta significó convencer a los liderazgos locales de sumarse a la candidatura de unidad de Lorena Cuéllar. También implicó presionar al PAN de hacer declinar a su candidata para ir en alianza. Lo segundo no se logró, pero Basave hizo que los principales equipos políticos del PRD (locales y nacionales) sumaran fuerzas para entrarle de lleno a la contienda por la gubernatura tlaxcalteca. El resultado: un triunfo que el PRD mantiene en disputa. Lo que es un hecho es la votación histórica alcanzada en la entidad, que pasó del 9.25% en el 2015 a 29.91% del total de los votos en 2016. ¿Atribuible a Basave? Sí, pero también a Lorena Cuéllar, quien ha sido la mejor candidata del partido en las pasadas elecciones.

Basave no logró darle un nuevo rostro al sol azteca. Era imposible cambiar por completo al partido en siete meses, sobre todo frente a las resistencias e inercias de las tribus. Pero el actual presidente sí fue capaz de estabilizar al PRD, de mantener e incluso aumentar su margen de votación, de reducir los daños de dolorosas y costosas divisiones, como las ocurridas en Oaxaca, Zacatecas y Puebla. Basave logró sepultar el tiempo de los pactos y la dependencia al gobierno federal, pero sobre todo, fue capaz de devolver al PRD su dignidad opositora. 

Salvo decorosas excepciones como la fundación del PMT con Heberto Castillo, la izquierda mexicana no suele tener a intelectuales al frente de la toma de decisiones. En este breve experimento gramsciano, Basave deja un buen precedente en la política nacional. Entre su legado se recordará los intentos de dotar de un nuevo contenido ideológico a la izquierda, a través de sus escritos, conferencias y publicaciones. Basave quiso posicionar el tema de la desigualdad y la transparencia al centro de la agenda política, lo logró parcialmente, pues la vorágine electoral y las pugnas internas le absorbieron la mayor parte del tiempo. Tuvo mayor suerte en restablecer la cercanía del PRD con la sociedad civil, de no distanciar más al partido del resto de las izquierdas y de incluso abrir una interlocución global con izquierdas de otros países como la de Podemos.

 Este es el PRD que dirige Agustín Basave.