El Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC) que lleva a cabo la Secretaría de Educación Pública (SEP), se refiere a aquellos centros educativos de educación básica que participan en dicho Programa, "ampliando su jornada entre seis y ocho horas diarias para aprovechar mejor el tiempo disponible para el desarrollo académico, deportivo y cultural de sus alumnas/os." (Glosario de las Reglas de Operación del PETC, SEP, 2017).

La SEP indica en las Reglas de Operación del PETC que éste es producto de un mandato del Plan Nacional de Desarrollo en su meta 3: "Un México con Educación de Calidad", con las siguientes líneas de acción: "Ampliar paulatinamente la duración de la jornada escolar, para incrementar las posibilidades de formación integral de los educandos, especialmente los que habitan en contextos desfavorecidos o violentos, e incentivar el establecimiento de ETC y fomentar este modelo pedagógico como un factor de innovación educativa.

Asimismo, en el "Enfoque transversal (México con Educación de Calidad)", Estrategia I. "Democratizar la productividad", señala entre otras líneas de acción las relativas a: Coordinar los esfuerzos de política social y atención educativa a la población más pobre, para crear condiciones que mejoren el ingreso, la retención y el aprovechamiento escolar de las/os alumnas/os de familias de escasos recursos económicos, y ampliar la jornada escolar para ofrecer más y mejor tiempo educativo a las/os alumnas/os que más lo requieren." (Fuente: Acuerdo número 16/12/16 por el que se emiten las Reglas de Operación del Programa Escuelas de Tiempo Completo para el ejercicio fiscal 2017.)

En su 5o. Informe, el gobierno del presidente Peña Nieto indica al respecto que se ha hecho una fuerte inversión financiera: "Con la finalidad de fortalecer la autonomía de gestión escolar, durante el ciclo escolar 2016-2017, el programa entregó recursos económicos directos por un monto de hasta 90 mil pesos, a las 25 mil 032 escuelas participantes, para atender las acciones establecidas en su ruta de mejora, relacionadas con la normalidad mínima, mejora de los aprendizajes en lectura-escritura y Matemáticas, desarrollo de ambientes de sana convivencia escolar y la retención de los alumnos."

Cabe mencionar que este programa tiene objetivos compensatorios en términos de resarcir las condiciones de desigualdad social que prevalecen en miles de comunidades del país, ya que se aplica: "En aquellas escuelas donde más se necesita, conforme a los índices de pobreza y marginación (donde) se impulsan esquemas eficientes para el suministro de alimentos nutritivos al alumnado. Con lo cual se coadyuva a mejorar la calidad de los aprendizajes en educación básica."

Es cierto que la transformación de la escuela de jornada ordinaria (de cuatro horas de actividades diarias y que es la mayoría en nuestro sistema educativo nacional), a la Escuela de Tiempo Completo (ETC), que amplía sus actividades de aprendizaje hacia las 6 u 8 horas diarias, es una necesidad educativa ampliamente sentida en muchas zonas y poblaciones de México. Por otra parte, si miramos al programa en lo que concierne a la valoración del trabajo docente, hay que reconocer que las bondades son evidentes en muchos aspectos. De hecho, hay estudios sociológicos (conozco en particular los publicados por investigadores de la Universidad Autónoma de Querétaro), en los cuales se muestra que los profesores que ocupaban dos plazas, en el mismo plantel o en planteles cercanos, no estaban suficientemente motivados, tenían percepciones negativas sobre su labor en la doble jornada diaria y, por lo mismo, presentaban desempeños profesionales que tendían a ir a la baja.

¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta este programa que, cabe decirlo, no surgió de una idea original del actual gobierno, sino que había sido una demanda social y sindical desde hace más de 20 años?

En primer lugar, se ha señalado en distintos espacios y medios que este programa nació con dificultades en su planificación, además de otros tantos problemas que tienen que ver con las retribuciones salariales y las prestaciones económicas y sociales tanto para el personal docente como del personal de apoyo a la educación. También se ha dicho que el programa de ETC carece de un esquema especial de capacitación y actualización dirigido al personal que trabaja en ellas; insuficiencias en la infraestructura de las propias escuelas seleccionadas; así como dificultades en los procesos directivos y de organización, a nivel de supervisiones escolares, y en la operación de los comedores escolares o servicios de alimentación.

Hay quienes han considerado, con un espíritu optimista, que estas ETC bien valen un viaje hacia la Utopía: "...presuntamente en estas escuelas se fortalecerán los aprendizajes en lenguaje, Matemáticas y razonamiento científico, además se atenderá el desarrollo de habilidades digitales, arte y cultura, recreación y desarrollo físico, inglés y vida saludable.", (Vidales Delgado, 2013).

Una de las apuestas principales de este tipo de programas radica en el incremento del "tiempo" en el que los estudiantes asisten a la escuela. Lamentablemente, si esto lo vemos en términos de aprendizajes significativos y para la vida, la solución no se encuentra en el "tiempo", sino más bien en lo que se haga o se deje de hacer, como actividades de aprendizaje, en las escuelas. Como se puede apreciar, el dilema va más allá de si se agrega o no más tiempo a las estancias escolares de los alumnos, sino en la forma de trabajar y en la manera que se aprovecha educativamente el poco o mucho tiempo que pasan los niños en los planteles.

Existen dos grandes desafíos para las escuelas de tiempo completo en México: Una tiene que ver con los resultados que éstas arrojen en términos de los aprendizajes significativos y para la vida de sus egresados (comparados con los estudiantes de escuelas de horario no ampliado); y la otra es de carácter técnico-pedagógico y de visión hacia el futuro (toma de decisiones), ya que las tendencias mundiales en educación hoy en día (por ejemplo, en Finlandia, Francia o Canadá, que han tenido experiencias interesantes en este sentido), comienzan a cuestionar no sólo la acción, como política pública, de incrementar los tiempos escolares, sino también a pensar o repensar el papel que tiene la escuela como "lugar".

Como le digo a mis alumnas y alumnos de licenciatura en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN): un problema de la educación contemporánea es que la sociedad concibe a la escuela como un edificio, con aulas, bancas, mesas y pizarrones o pintarrones. Pero la escuela no son cosas, muros, ni lugares; no, la escuela está compuesta por las relaciones que se dan entre personas: es la comunidad de docentes, estudiantes, directivos, padres, madres o familias, personal de apoyo que se organizan o colaboran para favorecer los aprendizajes, y lograr con ello el crecimiento intelectual y emocional de todos los participantes.

De ahí la importancia de que el tema de la extensión o no del tiempo en las escuelas, sea un asunto que vale la pena revisar, evaluar, ya que es importante saber qué tanto este tipo de programas es adecuado o no; identificar si atiende o no las necesidades sociales y de aprendizajes de las poblaciones o comunidades donde opera.

Por eso me pregunto si de verdad el asunto de los aprendizajes ¿es cuestión de tiempo?

Nota:

Vidales Delgado, I. Escuelas de tiempo completo ¿Una utopía? Educación Futura, septiembre 2013.

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