En la escena uno del tercer acto, William Shakespeare, pone en boca del personaje ”Hamlet”, una frases que al paso del tiempo, se ha vuelto una de las más famosas y reconocidas del mundo. En el soliloquio de Hamlet, quien está devastado por la muerte de su padre, pronuncia: “Ser o no ser, es la cuestión”. A través del análisis del contexto de esta expresión, se asocia con las dudas o incertidumbre cuando se toma una decisión, partiendo del hecho que no se sabe a ciencia cierta cuál será el resultado o si es o no, lo más acertado.

De esta esta incertidumbre se rodean los candidatos, porque una vez en el poder, se ven en la necesidad de ajustar sus propuestas de campaña.

Ya es un hecho que los candidatos mienten con tal de hacerse de la mayor cantidad de votos para lograr el triunfo.

En el caso mexicano, todos sabemos que los 4 candidatos exageraron en sus promesas de campaña.

Sí, los 4 exageraron amplio y bastante.

Ahora se sabe que los estrategas electorales que los candidatos contrataron, se especializaron en disfrazar las mentiras para presentarlas como propuestas.

En esta elección presidencial, todos vimos y vaya que vimos bien, la desesperación de los candidatos por prometer y comprometerse a dar dinero, tanto a personas de la tercera edad, así como a amas de casa y a jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Pero en la calle la gente se pregunta: “¿De dónde va a sacar el señor López Obrador el dinero para pagarle a tanta gente?”.

La respuesta es simple: los ciudadanos somos los que vamos a cumplir con los compromisos que adquirió en campaña. ¿Quién más?

Margaret Thatcher, a quien conocimos como la Dama de Hierro gobernó durante 11.5 años como Primer Ministro de Inglaterra. Adoptó una política férrea contra el sindicalismo y el socialismo y se manifestó a favor de una economía de mercado. Ella bien aseguró: “no olvidemos nunca esta verdad fundamental: el Estado no tiene dinero más que el dinero que las personas ganan por sí mismas y para sí mismas. Si el Estado quiere gastar más dinero, sólo puede hacerlo endeudando tus ahorros o aumentando tus impuestos. No es correcto pensar que alguien lo pagará. Ese “alguien” eres “tú”. No hay “dinero público”, sólo hay “dinero de los contribuyentes”.

Insisto, usted y yo seremos quienes pagaremos por lo que dijo López Obrador en campaña con tal de ganar, tal y como lo sentenció la señora Thatcher.

Que quede claro, no será la sociedad quien cumpla con los compromisos, porque como ente abstracto, no tiene obligaciones. Usted y yo sí.

Volviendo a la señora Thatcher, siendo una partidaria del individualismo sobre el colectivismo, llegó a declarar: “están situando el problema en la sociedad. Y la sociedad no existe. Hay hombres y mujeres individuales, y también hay familias. Ningún gobierno puede hacer nada excepto a través de cada persona, y las personas necesitan mirar por sí mismas en primer lugar. Es nuestra obligación mirar por nosotros mismos, y después por nuestro vecino. Las personas suelen tener muy presentes sus derechos, pero no sus obligaciones, y no hay derechos si no has asumido primero tus obligaciones”.  

Por eso bien dice el dicho: “prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila”.

Ahora el tema en las mesas de café, en los centros de trabajo, en los autobuses, en las reuniones de amigos y familiares, gira en torno a la capacidad o no, que tendrá este gobierno de cumplir lo prometido.

Bueno, también ya se discute, analiza y se pone de manifiesto que nuestro presidente electo ya le dio para atrás a varios compromisos que anduvo pregonando por todo el país, antes, durante y después de su periplo por todo México.

Y eso que aún no se sienta en la “silla maldita”.

Aunque teniéndola cerca, lo más seguro es que se caiga en la tentación de sentarse en ella.

Faltaba más, porque para eso es el poder.