¿Se repetirá el fenómeno 2018 en las próximas elecciones?
Por más que se intente incorporar algún ingrediente de expectativa o de sorpresa a la narrativa del resultado de la jornada electoral que se avecina, muy en sus adentros las fuerzas políticas del país conocen ese desenlace. El ganador será el partido MORENA.
No es exceso de optimismo de parte de su militancia y dirigencia ni derrotismo de sus adversarios, pero tampoco se requieren dotes adivinatorios. Se trata de la consecuencia y consecución de un proceso social. Así que si es usted simpatizante o militante (como yo) no eche campanas al vuelo y si es un opositor, pues no haga hígado.
La mayoría de los espacios los ganará Morena, es la realidad. Puede que haya duda sobre los números finales, la especulación sobre si serán trece u once gubernaturas es lo más llamativo de la discusión nacional, pero nadie en su sano juicio piensa o afirma que el partido en el poder obtendrá dos o tres de estos espacios. Lo mismo sucede con las mayorías legislativas locales, donde la discusión se centra en la obtención o no de mayorías simples o calificadas. Con las presidencias municipales, genera cierto morbo cuales podría perder o ganar Morena, pero hay un consenso en que en números totales será el que más espacios obtenga.
Por ello quizá resulte saludable e incluso necesario virar la discusión hacía el tipo de gobiernos que emanarán de esta contienda y particularmente las características de lxs gobernantes o legisladorxs de la fuerza mayoritaria. En gran medida se repetirá el fenómeno 2018, es innegable que quienes contiendan por el morenismo se beneficiarán del arrastre y popularidad del Presidente, sin embargo no hay certeza de que emulen su forma de gobernar.
En torno a los encargos de elección popular hay una gran vanidad, espacios rodeados de zalameros que de forma común distorsionan la realidad de gobernantes o legisladorxs, aparatos que incluso separan a quienes son responsables de la transformación de la vida cotidiana de la ciudadanía, de la propia ciudadanía y de la realidad misma.
Es común que, en los encargos legislativos y ejecutivos, se enfrente la disyuntiva de resolver los conflictos o administrar los conflictos. Es tristemente común que haya quienes pretendan ser presidentes o presidentas municipales para no gobernar o legisladores o legisladoras para no legislar. Es decir, para formar parte de una clase que dice gobernar pero que en realidad sólo administra los problemas.
AMLO ha decidido tomar el riesgo de modificar las condiciones de vida de la población desde el gobierno federal, cuántos y quiénes pueden decir lo mismo desde los espacios que ocupan o pretenden ocupar.
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