Después de vivir varios meses de álgidas campañas electorales, ya llegó el día en el que nos toca, a todos los ciudadanos, salir a votar para tomar decisiones, debemos acudir a las urnas y pronunciarnos sobre el modelo de país que queremos tener para los próximos años.
Los perfiles y los proyectos de quienes suspiran, ya fueron ampliamente analizados, solo nos resta decidir a quién haremos presidente de México durante los próximos seis años. Y también, definiremos el sistema de equilibrios y contrapesos que queramos tener en las cámaras legislativas. Lo menciono porque su escribidor espera que en verdad lo hagamos, puesto que la posibilidad de otorgarle el poder absoluto a cualquiera de los contendientes también está sobre la mesa.
Mal o bien, nos hayan gustado o no, los candidatos ya hicieron su trabajo, ya cumplieron con su parte, y ahora nos toca a nosotros hacer la nuestra: salir y tomar decisiones.
Todos los políticos y políticas que han cometido errores garrafales, todas y todos esos actores que no nos gustan, han sido elegidos por nosotros. Toda esa clase política de la que tanto nos quejamos, tuvo antes su espacio de gloria electoral. Todo grupo gobernante, tuvo un momento en el que la mayoría pensamos que representaba nuestra mejor opción, y por eso salimos y lo votamos.
Es algo que no debemos de olvidar, pues como ciudadanos, usualmente tenemos la memoria muy flaca. No nos gusta recordar que todo eso que hoy tenemos, nosotros lo elegimos en la elección anterior. Y ahora sucederá igual, pues la selección que hagamos, podremos disfrutarla, o padecerla, al menos durante el siguiente sexenio. Así funciona la democracia.
Hasta ahora, la humanidad no ha inventado ninguna otra forma de organizarnos como colectividad, así que son las reglas que existen. Y por tanto, nos corresponde salir a votar por las opciones de nuestra preferencia, cada quien es libre de hacerlo como mejor le plazca.
Y ojalá que lo hagamos en gran cantidad, ojalá que sea una gran fiesta democrática, con altísima participación, con gran afluencia a las casillas.
Ojalá que México venza a la pereza y acuda a las urnas, ojalá que decidamos todos juntos y no solo unos cuantos. De hacerlo, sin importar el resultado, habremos madurado como sociedad, y eso vale bastante.
De las autoridades electorales, considero que debemos de esperar un proceso ordenado, una excelente organización de los comicios. Es algo ya muy trabajado y muy probado en México, no puede haber espacio para errores operativos. Y claro, también debemos esperar los resultados lo más pronto que sea posible.
Esta será la elección más grande la historia, por el número de posiciones que se encuentran en juego. Ello hará más tardado el conteo en el cierre de las casillas, así que muy probablemente no tendremos el resultado exacto para el mismo domingo 1 de julio, pero sí las tendencias de votación observadas, y muy probablemente al ganador de la carrera presidencial.
Desde luego, habrá posiciones para las que no se podrá conocer el nombre del triunfador sino hasta el lunes o martes, principalmente en las zonas y puestos en donde se presenten escenarios muy competidos. Es algo de lo más normal en cualquier elección.
Sobre los candidatos y candidatas, principalmente los presidenciales, debemos esperar, y exigir, que respeten nuestras decisiones y acepten los resultados. En democracia, se gana y se pierde por un voto. Quien triunfe, que se ocupe de gobernar, y quien pierda, que le dé vuelta a la hoja, y que se vaya a otra cosa, a lo suyo, y ya está.
Este punto es fundamental, pues si como sociedad le compramos algún berrinche post electoral a cualquiera de los contendientes, en realidad estaremos dudando de nosotros mismos, pues no olvidemos que las elecciones las hacemos nosotros, nuestros familiares y vecinos que pasan el día como funcionarios de casilla.
Así que, si alguien tiene dudas sobre cualquier resultado, pues todo como revisar el Acta de la casilla, y listo; son sumas y restas, pero, sobre todo, son ciudadanos que ocuparon su domingo en aportar y colaborar con su país, así que, cualquier candidato inconforme, al puesto que sea y del color que sea, a dudar y a llorar a su casa. Ya le decía que, en democracia, se gana y se pierde por un voto.
Su columnista, le recomienda que siga su proceso de reflexión, y que luego, con toda responsabilidad, vaya a votar el domingo. Y claro, que lo haga por quien usted desee, por quien a usted le venga en gana. Mire que para eso vivimos en México, en un país democrático pues.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.
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