Existe una condición clínica a la que se ha denominado Trastorno Afectivo Estacional, en el cual se pueden presentar los siguientes síntomas:
Apatía; sueño no reparador o somnolencia excesiva; aumento de apetito (y de peso); estado de ánimo bajo; irritabilidad; disminución en el placer o interés en casi todo; pensamientos de culpa; sensación de vacío; disminución en la atención y concentración; enlentecimiento psicomotor; dificultad para tomar decisiones e inclusive fantasías de muerte o pensamientos suicidas.
Estas manifestaciones clínicas pueden formar parte de un episodio depresivo, y suelen presentarse en estaciones del año especificas, habitualmente en los periodos de otoño e invierno, por lo que se ha asociado a los cambios en la cantidad de luz en los últimos meses del año (en donde los días de oscuridad tienden a ser más largos).
Lo anterior tiene una explicación biológica, entre las muchas sustancias que están involucradas en el funcionamiento de nuestro cerebro, la Serotonina y Melatonina intervienen en la regulación del estado de ánimo y del ciclo de sueño- vigilia. Durante los meses en los que las horas de oscuridad son más largas, algunas personas presentan dificultad para regular el adecuado funcionamiento de estas sustancias, desequilibrio que se manifiesta con los síntomas ya citados.
Sumado a lo anterior, socialmente existen factores de riesgo que condicionan mayor vulnerabilidad en algunas personas, la influencia de los medios de comunicación y mensajes publicitarios que exhortan a realizar compras y gastos excesivos (en un país en donde tenemos el salario mínimo más bajo a nivel mundial), la asistencia a reuniones que condicionan estrés por el caos del traslado, la dificultad para cumplir con las expectativas del consumismo, por mencionar solo algunos. La navidad va más allá de las grandes decoraciones, las familias y amigos increíblemente felices y asistencia a eventos sociales.
Finalmente para que sea considerado un Trastorno Depresivo Estacional debe cumplir con una característica temporal, es decir, el patrón de aparición y remisión de los episodios tiene que ocurrir durante un periodo de al menos dos años sin la ocurrencia de episodios depresivos no estacionales durante este tiempo.
Estrategias de afrontamiento: Debes darte la oportunidad de descansar, reflexionar o meditar (introspección); intenta no caer en la trampa de visualizarte excesivamente perfecto como lo maneja la publicidad; las actividades al aire libre y el ejercicio pueden ser de gran beneficio.
Recuerda que siempre es importante apoyarte en alguien más, solicitar ayuda no es sinónimo de debilidad, puedes recurrir a personas cercanas o a especialistas médicos quienes otorgarán una valoración más objetiva de acuerdo a la intensidad o grado de disfunción que presentes y decidir el tipo de abordaje terapéutico, si así lo requieres.
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La autora es médico psiquiatra
FB Marlette González Méndez
Tw @dramarlette