La OCDE ha hecho pública la posición de nuestro país en términos de desigualdad y concentración de riqueza, en donde ocupamos el primer puesto, ya que el 10% más pobre tiene en promedio casi 31 veces menos ingresos que el 10% más rico de la población. Tan sólo por debajo de México podemos encontrar al país balcánico de Chile y a nuestros vecinos del norte, los Estados Unidos de América. Con decirle que ahora para esta medición el 10% de los mexicanos más acaudalados y con vidas de élite acapararon en el año 2013 casi el 40% de los ingresos en efectivo de todo nuestro país, mientras que 40% de los mexicanos más pobres apenas pudieron percibir el 12.5% de todos los ingresos que se generaron en nuestro país, para el año 2013 México estaba por debajo de Chile en desigualdad, pero para el 2014 ya logramos superarlo. Los jóvenes son los más afectados en el tema de pobreza, ya que en su mayoría no han podido encontrar un trabajo que les permita progresar laboralmente y por ende, en su nivel de ingresos, es por eso que ahora más que nunca es muy importante impulsar el emprendimiento formal dentro de este grupo de la población, ya que con ello se podrán generar empleos dentro de la formalidad de nuestro país, y otro factor clave es cuidar que la distribución de la riqueza en México sea competitiva, equitativa y justa, no buscar un socialismo puro, pero sí preservar que la mayoría de la población tenga los ingresos suficientes para poder subsistir dignamente y que mantengan activa la economía, esto se logra en cierto modo apoyando a los negocios desde la base de la pirámide en el sector privado, desde las pequeñas tiendas, evitar que los consorcios multinacionales desplacen a las pequeñas empresas que son sustento de más del 90% de los mexicanos, ya que si uno revisa en la actualidad la existencia de los entes económicos activos, más del 99% forman parte del sector MiPyME, en donde se tiene de 1 a 20 empleados, y si esas empresas no pueden participar activamente en el mercado los índices de desigualdad se seguirán disparando inevitablemente, por ello, tanto los tres niveles de gobierno, las empresas paraestatales, el sector privado y el consumidor en lo particular, deben aportar conscientemente adquiriendo bienes y servicios a este tipo de empresas, y sobre todo que estén en la formalidad, con esto se incentivará la economía interior y de manera endógena podremos abatir la desigualdad socioeconómica que se ha creado en los últimos años.