Se apagan las luces y aparece Isaac Hernández, elegante, impecable, de traje y corbata, exhibiendo a lo largo del escenario su más reciente reconocimiento recibido en el Teatro Bolshoi de Moscú: el premio Benois al mejor bailarín, el más importante de los galardones de la danza en el mundo. Más que caminar se desliza sonriente, sin rasgos de afectación, mostrando uno entre los innumerables reconocimientos que ha recibido a sus 28 años.
Sin mediar palabra, abandona con lentitud el escenario, ya sobre la música que acompañará a Jared Grimes a transportarnos en un recorrido alucinante, lúdico y entusiasta sobre sus botas de tap que se encargan de traernos desde lugares inimaginables, festejos de castañuelas, caballitos de madera galopando sin cesar, el sonido del primer refresco destapado en el calor del verano, aplausos salidos de los pies, matracas festejando la carrera de nuestras botas más viejas, hélices de helicópteros a control remoto desde nuestra más profunda infancia, todo provocado con la magia de sus pies y unos gastados zapatos de tap. Este excepcional coreógrafo neoyorkino prepara solamente lo que está por empezar.
Diecisiete números con la más impecable técnica del ballet y la danza contemporánea, interpretados además con una pasión exacerbada por primeros y primeras bailarinas de los principales ballets del planeta. Un espectáculo que reúne en un solo escenario a los más selectos y destacados bailarines y coreógrafos, reunidos por la iniciativa de Isaac Hernández en un esfuerzo sin precedentes para colocar a nuestro país en el candelero de los eventos culturales de primer nivel en el mundo.
La perfección estética emociona al público que aplaude sin descanso. De entre lo mejor, siempre aparece algo inesperado, más excepcional, si se me permite la frase.
Cuando ya creíste haberlo visto todo, aparece Tamara Rojo a obnubilar los sentidos con su arte y una gracia que solo algunas bailarinas de ballet poseen sobre la faz de la tierra. Jeffrey Cirio, de origen filipino arroba con una danza fluída y etérea, casi mística, en compañía de Anastasia Limenko, la flor representativa del ballet Stanislavsky de Moscú.
Parejas de ballet y danza van y vienen, embelesan sobre el escenario arrancando al público las emociones latentes y dormidas en cada uno. Esteban Hernández, hermano menor y socio en la producción del espectáculo de Isaac se revela como un rock star; al arrancar en cada una de sus entradas al escenario, gritos y aplausos de un público totalmente conquistado por el carisma y el talento del bailarín.
Todavía faltan sorpresas sobre las tablas: Awaá Trio, quienes han trabajado junto a Mikhail Barishnikov, en una refrescante interpretación contemporánea, la revelación inesperada de la tarde: Brooklyn Mack un bailarín con una fuerza y pasión desbordadas que arrancaron al público de sus asientos para aplaudir su destreza: un cuerpo perfecto volando sobre el escenario.
El estreno internacional de Playlist (Track 1,2) interpretado por doce elementos masculinos del English National Ballet, fue un regalo para todas las mujeres presentes. Se agradece de verdad el espectáculo de doce cuerpos perfectos de los mejores bailarines del mundo moviéndose en sincronía acatando la coreografía de William Forsythe y la música de Peven Everett.
Las intervenciones de Isaac Hernández, sobra decirlo, merecidamente ovacionadas y celebradas por el Auditorio Nacional en pleno, desde su intervención con Tamara Rojo, Jurgita Dronina y el número final interpretado en compañía de su hermano Esteban.
Incontables minutos de aplausos de pie cerraron el espectáculo del domingo, última función de un espectáculo entrañable tanto por su estética como por lo que este significa para la escena de la danza nacional. Los hermanos Hernández continúan con un esfuerzo iniciado en el 2012 para posicionar la danza e impulsar a nuevos talentos en el país, tarea complicada por la casi nula difusión que esta rama del arte tiene en el territorio nacional.
Un gran esfuerzo de unos verdaderos artistas que no se han quedado en el disfrute de sus triunfos internacionales sino que trabajan arduamente para facilitar a las nuevas generaciones de bailarines y bailarinas de nuestro país, el camino hacia el perfeccionamiento y expansión de la danza, su pasión.
Isaac y Esteban Hernández, formados en la danza por su padre, Héctor, ahora miembro del consejo internacional de Danza de la UNESCO, una familia que va abriendo camino al arte a pesar de los pesares en un país que parece haber olvidado que la belleza puede ser un camino al cambio, a horizontes más amplios, a cielos más abiertos, a pueblos mejor integrados.
Anima el saber que entre el caos que parece reinar en el país, aún hay espacios para atestiguar la emergencia de verdaderos artistas que además de embelesarnos con su arte, nos inspiran con sus haceres. Inspiración es el estímulo con el que Isaac nos premia. Aplausos con más que admiración para Despertares.