Con la arrolladora victoria de Morena en las elecciones de 2018, que le dio amplia mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Unión, muchos pensamos que ahora sí se terminarían los tiempos en que el poder Legislativo estaba al servicio de los intereses más oscuros de México.
Con la mayoría de las curules ocupadas por diputados afines al movimiento democrático, por fin empezaríamos a ver una auténtica transformación democrática en este país. Y así fue: en el primer año de esta legislatura histórica se aprobaron y reformaron leyes con un enfoque popular y nacionalista. La 4T era una realidad.
Y entonces se atravesó el cambio de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y la oposición vociferante, viendo en ello la oportunidad largamente anhelada de comenzar su contraataque, exigió su cuota de poder, herencia maldita de la época de los acuerdos en lo oscurito, cuando entre PRI y PAN, más los partidos migajas, se repartían el pastel a su antojo.
“Nos toca a nosotros”, dijeron los panistas con cinismo, con el descaro del partido al que le vale madre que sólo ganaron 40 y tantos distritos de los 300 existentes en el país y que ya con todo y plurinominales apenas junta 78 diputados de los 500 que componen la Cámara. Exigiendo presidir el máximo órgano legislativo cuando el pueblo los repudió en las urnas precisamente por todos los años en que ellos mismos usaron y prostituyeron esa Cámara para aprobar los peores atracos al pueblo de México.
El pueblo los vomitó, los mandó al basurero; el pueblo alzó la voz y exigió que NUNCA MÁS volvieran el PAN y el PRI a ocupar espacios de poder, y hoy resulta que los tendremos presidiendo San Lázaro por todo un año.
Se necesita ser muy ingenuo para pensar que el PAN al frente de la Cámara de Diputados será una oposición responsable, que se conducirá con apego a la democracia y que honrarán los acuerdos parlamentarios. ¿No tenemos la evidencia de todas las legislaturas anteriores? ¿No hemos visto suficientes pruebas de sus chicanadas, de sus argucias legaloides, de la prepotencia con que otorgan o retiran el uso de la voz de los diputados de izquierda?
Pero el mayor peligro de haberle cedido al PAN un espacio de poder que no ganó en las urnas, no es sólo es que usarán ese espacio para sabotear cualquier iniciativa o propuesta que provenga de la 4T. Eso se da por descontado. El riesgo mayor es otro: el PAN intentará de inmediato convertir a la Cámara de Diputados en un órgano que arremeta contra la propia institución presidencial, al estilo que lo hace la derecha venezolana en la Asamblea Nacional. Buscarán acuerdos con el PRI y demás opositores, y gozarán de enormes recursos proporcionados por los grandes capitales, para intentar una estrategia legislativa golpista que busque incluso la separación o inhabilitación del propio Presidente de la República. La derecha mexicana buscaba desesperadamente un espacio que le diera poder y contrapeso para poderse enfrentar al Ejecutivo, y se lo regalaron los propios diputados de Morena encabezados por su coordinador Mario Delgado.
Se podrá decir que a diferencia del caso venezolano, en México la derecha es minoría legislativa y que ningún intento golpista podría transitar en esa Cámara. Pensar así es subestimar los poderosísimos intereses que hay detrás del PAN y que sólo querían una oportunidad de colocarse ahí; veremos fluir enormes recursos, seremos testigos de la enorme capacidad del PAN para corromper y sobornar legisladores, comprobaremos que en los debates nuestros diputados serán silenciados a placer quitándoles el micrófono… Tretas hay, y el PAN se las sabe todas.
Mario Delgado, y por qué no decirlo, el propio Presidente al “sugerir” que el PAN debía tener ese espacio de poder, han abierto una puerta peligrosa, que pone en riesgo la transición histórica que estaba llamada a transformar a México desde la raíz. Le han abierto la puerta al fascismo. Por el bien de México, ojalá en las elecciones intermedias de 2021 el pueblo sabio vuelva a cerrar esa puerta de forma definitiva.
¿Qué opina usted, amigo lector?