Hace días, por fin me tocó mi primer asalto viajando en un micro o pesero, como les llaman en la Ciudad de México. Es algo que no estaba esperando, evidentemente, pues en mi larga vida me habían contado toda clase de asaltos y malas experiencias dentro del transporte público, y bueno, siempre hay una primera vez.
Eran las 2 de la tarde, se suben dos tipos, uno con ojos hundidos, otro güero, los dos de complexión delgada, sin mochilas, sin nada que les estorbara en las manos, no se hablaban entre si, sólo se volteaban a ver, se colocaron justo en medio del camión, agarrando el pasamanos superior, el de los ojos hundidos se veía nervioso, por lo cual me le quedé viendo al momento que abordaron, ellos no podían verme porque me daban la espalda. Minutos después, el Ojos Hundidos recibió una llamada a su celular, sólo dijo ?Ya está, súbete ? ni una palabra más, colgó la llamada y se guardó el celular en la bolsa del pantalón. A la parada siguiente (el camión hace paradas estratégicas y fijas, según la ruta) se sube otro monito muy peinadito, relamido con mucha gel, traía una maleta como si viniese del gimnasio, en cuanto sube al camión, voltea y observa a sus dos cómplices, unas miradas entre ellos bastaron, fue entonces, que comenzó el show? -Rapidito gente, saquen los celulares ? dijo el Ojos Hundidos. El Relamido, que recién subió se quedó asaltando a los de adelante, Ojos Hundidos a los de en medio (entre ellos, yo), el Güero de inmediato se pasó para atrás para despojar a los de la parte trasera del camión. Yo llevaba una mochila grande sobre las piernas, venía de la escuela, con laptop, libros, cámara fotográfica y mi celular, todo esto dentro de la mochila, la cual bajé lentamente hacía mis pies. En cuanto el Ojos Hundidos me volteó a ver para que le diera algo? yo moví mis manos en señal de ?no traigo nada? él entendió que ya me había quitado algo, o no sé. Las piernas me temblaban, rogaba que no volteara a ver mis pies donde estaba mi gran mochila. Uno de ellos le gritaba al chofer ??Pinche Chucho, no abras las puertas hasta que nosotros te digamos?? El asalto terminó, no se exactamente cuanto duró, pero fue poco el tiempo. Me asomé al pasillo del camión y había carteras tiradas. Ellos no querían dinero, ni carteras, ni relojes, o tal vez sí, pero su mayor interés iba sobre los celulares. Algunas personas gritaron y le pedían al chofer que avanzara rápido? teníamos miedo que regresaran o quedara algún maloso dentro del camión.
Por suerte no me quitaron nada, y sólo quedó en el susto, desde ese día no tomo ese camino y busqué otra manera de trasladarme.
Medité y estudié el asunto, llegué a las siguientes conclusiones. Los asaltantes buscan peseros que no vengan llenos, es decir, que puedan maniobrar con facilidad y escapar sin obstáculos. Se suben de tres a cuatro lacras. En este caso se subieron dos al principio, para checar que no venga alguien que pueda arruinar el asalto, un policía, o alguien que se ponga necio o rudo. En mi situación, veníamos mujeres en su mayoría y adultos mayores. Los rateros se suben sin audífonos, (esto es importante ya que la mayoría de los pasajeros sube con audífonos puestos, los ratas no) eso podría estropear su huida, no llevan nada en las manos, si acaso una mochila en la espalda. Se quedan de pie y observan a los pasajeros con discreción, la mayoría de los asaltantes busca la ruta precisa que no sea tan concurrida, un desnivel o un puente. En mi caso, era un camión de los que el chofer no te cobra de mano a mano, sino que depositas las monedas en una maquinita, el chofer no tiene nada que perder, probablemente también sea cómplice, o quizá sólo es una estrategia de los asaltantes para intimidar aun más, gritarle cierto nombre al chofer para que las víctimas pensemos que están confabulados. Pero es imposible saber si es una conspiración de ambas partes, repito? los choferes no tienen nada que perder. Aunque no lo creamos, los ratas están más asustados que nosotros en el momento del asalto, es por eso que buscan que el asalto sea rápido. Pasan a tu lugar esperando que les des lo que sea, llevan prisa, de ninguna manera quisieran ser atrapados o batallar con alguien que defienda sus pertenencias, así que debes darles lo que tengas a la mano. Cuando el Ojos Hundidos me observó él no supo a quien sí y quien no había despojado, es por eso que se quedó tranquilo sin obligarme a darle lo que fuera. Eso habla de su necesidad de terminar rápido con el operativo. Casi siempre saben en donde bajarse, conocen a la perfección sus zonas favoritas para hacer de las suyas.
En un asalto en microbus no puedes hacer casi nada, más que dar lo que te piden, eso o dejar que te piquen o disparen, desgraciadamente tienes que cooperar ¿por qué? están armados, intimidan con palabras altisonantes, un paso en falso puede ocasionar algo irremediable, lo material se obtiene nuevamente, pero tu vida no.
Y así fue el asalto, no me fue mal, pero me asusté terriblemente, después estuve algo traumada, sensible ante cualquier agresión, volteando para todos lados, pensando que cualquiera que pasaba a mi lado me asaltaría. Ahora ando alerta, cargo un celular que ya no uso, por si se ofrece, observo una por una a las personas que se suben al transporte, cuando sospecho algo malo, inmediatamente me bajo, lo que sea con tal de no toparme con esas malditas escorias. Me gustaría no tenerles miedo, pero es imposible.
¡Ni un día sin estar alerta!
* Pesero: de peso, unidad monetaria, es un autobús pequeño que transporta pasajeros por una ruta fija y que cobraba, originalmente, un peso por viaje.