Esas fueron las últimas palabras del emperador Vespasiano. ¿Era homofóbico el imperator Caesar Augustus Titus Flavius Vespasianus? No lo sé. En latín “puto” significa “creo que”. Y él creía que se estaba convirtiendo en un ser divino: “Ay de mí, creo que me estoy convirtiendo en un dios”.

Eso dirá El Piojo Herrera si México derrota a Croacia: “Vae, puto deus fio”. Si lo dice en español no tendrá ningún problema con la FIFA. Pero si se le ocurre expresar en latín el “creo que me estoy convirtiendo en un dios”, correrá el riesgo de que Joseph Blatter lo sancione por homofóbico. Porque este ciudadano suizo, verdadero capo de la mafia del futbol, seguramente no es experto en latinajos.

Lo bueno es que si Blatter no habla latín, El Piojo menos. Así las cosas, si el director técnico mexicano usa la expresión “puto” tanto para celebrar la victoria como la derrota, se referirá a lo mismo que en los estadios gritan los aficionados partidarios del “¡puto!”: a cualquier cosa.

Porque, en México, como bien dijo Joaquín López-Dóriga en Milenio, a la palabra “puto” le pasa lo mismo que a “madre”: “Tiene la acepción que se le quiere dar: para celebrar, exagerar, denigrar, para que sea mucho, para que sea poco, para que sea bueno, para que sea malo. Lo que hace la diferencia y el agravio es el tono y el volumen”.

En fin, espero que la FIFA no intimide ni a los aficionados en el estadio ni a El Piojo y a los futbolistas en la cancha y griten “¡puto!” todas las veces que quieran.

Y si a Blatter y a la FIFA les interesa tanto defender los derechos de los homosexuales, que se olviden de lo que “puto” significa en México y busquen la forma de quitarle el Mundial de 2018 a una nación tan homofóbica como Rusia, en la que el puto Putin ha comparado a los gays con los pederastas y ha establecido medidas para castigar la propaganda homosexual.