La popularidad:

El fenómeno ahí está: la popularidad del Presidente Andrés Manuel López Obrador, a dos años de gobierno, va del 58% de Mitofsky hasta el 71% de los “otros datos” del propio AMLO. Las encuestas indican una aprobación espectacular. El asombro ante estos niveles de respaldo popular obedece las condiciones adversas que ha enfrentado el inquilino de Palacio Nacional.

Las adversidades:

Muchos pronosticaban que la caída histórica de la economía ocasionada por la pandemia arrasaría con la popularidad de López Obrador, por su efecto pernicioso en el empleo, el ingreso, el bienestar y el ánimo de las familias. Pero no, a pesar de las cifras oficiales sobre los estragos económicos, la gran mayoría de los mexicanos respaldan con todo a AMLO.

Se pensaba que el fantasma de los 100 mil muertos de Covid-19 aplastaría al Presidente. Pero no, la gente, en general, no identifica a López Obrador como culpable de la pandemia ni de las muertes, al contrario, la mayoría aprueba la estrategia para enfrentar la pandemia.

Los malos resultados:

La dualidad aparentemente contradictoria del respaldo popular desorienta a los analistas y desquicia a los malquerientes. En efecto: todas las encuestas, hasta la del propio AMLO, muestran que, si bien el respaldo al Presidente es absoluto, lo reprueban en muchas políticas específicas de gobierno, tal es el caso de la gestión en materia de salud, de educación, de seguridad, de empleo; incluso, en el tema del combate a la corrupción, la gente considera que el gobierno de AMLO no ha sido efectivo.

Entonces, ¿por qué esos niveles de popularidad del Presidente López Obrador? Es vedad que los porcentajes de aprobación de AMLO son más o menos similares a los de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox o Ernesto Zedillo en sus primeros dos años de gobierno. Sin embargo, ninguno de ellos enfrentó la adversidad descomunal de una pandemia devastadora.

Los programas sociales:

Algunas lecturas de la popularidad de AMLO, dicen que viene de los programas sociales que benefician, cuando menos, a más de la mitad de las familias. Que la aprobación al Presidente es una muestra de agradecimiento de las familias que reciben dinero en efectivo para uno o varios de sus miembros: un adulto mayor, una mamá trabajadora, alguien con discapacidad, algún joven aprendiz, etcétera. Me parece que este factor explica solo en parte la popularidad de AMLO, no alcanza a determinar el respaldo abrumador. 

Las mañaneras:

La popularidad de López Obrador, a pesar de las adversidades, se explica por la propaganda interminable de las conferencias mañaneras, así piensan buena parte de los analistas. En efecto, la presencia de la imagen y el mensaje de López Obrador es abrumadora. Sin embargo, me parece, este modelo de comunicación política no alcanza a explicar el fenómeno de la popularidad presidencial, porque todos los gobernantes practican la propaganda y muchos saturan el espacio con sus mensajes, pero a muy pocos les cree la gente.

El derecho a equivocarse:

Me parece que la popularidad de López Obrador obedece a que las mayorías pobres y agraviadas lo ven como uno de los suyos. Mucha gente ve al Presidente como alguien que viene de abajo, que realmente es honesto y conoce a los pobres, a los indígenas, a los campesinos, a los sectores populares. Propios y extraños coinciden en que AMLO tiene este perfil., difícilmente se le pueden regatear estos atributos.

Para ese 60-70% que lo respalda, López Obrador goza de total legitimidad y credibilidad. No es que los persuada con las mañaneras o los compre con los programas sociales, sino que le otorgan el derecho a equivocarse, le reconocen y le perdonan los errores de forma absoluta, incondicional y estruendosa, porque es el líder que encarna lo opuesto a los gobernantes anteriores. Para el pueblo que lo aprueba arrasadoramente, AMLO ya cumplió, el mero hecho de haber llegado a la Presidencia de la República ya es un triunfo histórico. 

Para la mayoría de los mexicanos, el ascenso de López Obrador a la Presidencia es un fin en sí mismo, significa la reivindicación de los de abajo, el exterminio de los corruptos, la personificación de un sentimiento moldeado por la necesidad de esperanza y el ánimo de desquite social. Por eso, le obsequian el derecho a equivocarse, derecho que no han otorgado a los últimos presidentes, porque, piensa el pueblo que apoya a AMLO, en total conexión con éste, el tabasqueño tiene una misión moral, no tecnocrática. 

Epílogo:

Más allá del idilio popular de AMLO, cabe preguntarse para qué le puede servir esa popularidad al Presidente y, sobre todo, a su pueblo y al país. No a él ni a su partido, sino al pueblo, a México: ¿cómo hacer que ese respaldo tan poderoso se traduzca en el bien del país?

Hasta ahora, el balance del primer tercio del gobierno de AMLO es de claroscuros, con señales preocupantes de deterioro en la economía, el bienestar y la seguridad social, la funcionalidad del gobierno. Veremos cómo invierte López Obrador ese enorme capital político en los próximos cuatro años.