Esta madrugada me enteré, con tristeza, del deceso del doctor René Drucker Colín. Sin duda una pérdida significativa para la ciencia en México y el mundo, debido a sus aportaciones científicas y su vasta obra en la divulgación del conocimiento.

El doctor Drucker fue, ante todo, un científico que se dedicó al estudio de los procesos fisiológicos y de las neurociencias. Aunque en un inicio estudió la licenciatura en Psicología, posteriormente se especializó en el desarrollo de investigaciones científicas sobre el comportamiento humano, primero en el Instituto de Fisiología Celular y luego en la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante los años 80 se especializó, por ejemplo, en los procesos neurofisiológicos del sueño. Más tarde realizó algunos trabajos de investigación, en colaboración con cirujanos del IMSS, sobre el procedimiento para controlar la enfermedad del Parkinson. En reconocimiento por estos trabajos de investigación, el doctor Drucker fue distinguido, entre otras condecoraciones, con el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

El Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República indica lo siguiente acerca de su trayectoria académica: "Fue pionero en el estudio de péptidos neuroactivos en la regulación del sueño, y de esta forma puso a México en el mapa mundial de la neurobiología del sueño, al plantear la participación de moléculas de naturaleza polipeptídica en la regulación de una función nerviosa superior, un concepto que en la actualidad es ampliamente aceptado. Desarrolló la técnica de registro de actividad unitaria simultánea a la perfusión intracerebral en animales en libre movimiento, línea experimental que lo condujo a desarrollar y a proponer su teoría excitostática para explicar, tanto el mecanismo de inicio y terminación del sueño de movimientos oculares rápidos (MOR), como su función."

Al doctor Drucker lo conocí, en 1984, cuando impartió una de sus conferencias en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales, Iztacala (hoy FES), de la UNAM, cuando compartía sus aproximaciones conceptuales y metodológicas sobre los procesos del sueño. Las exposiciones de Drucker eran claras y con sentido didáctico, de fácil comprensión. Siempre reivindicó una imagen liberal de la ciencia, es decir, una visión no conservadora del conocimiento, pues estaba en contra de los estereotipos. En sus presentaciones, por ejemplo, no usaba la clásica bata blanca, tan común en los rituales de los médicos o de ciertas prácticas científicas, sino que se presentaba vestido con pantalón formal o jeans y sus camisetas deportivas, juveniles; con cuello, botón al centro y manga corta.

En alguna ocasión, alguien entrevistó a sus compañeros del Instituto de Fisiología, en Ciudad Universitaria de la UNAM, para conversar sobre su vida cotidiana. El comentario sobresaliente de esa plática, fue que al doctor Drucker le gustaba ir al gimnasio, pues "hacía pesas", y gustaba de compartir, en bancas y pasillos comunes, algunas rutinas con sus compañeros académicos y administrativos.

René Drucker fue un ser comprometido con la democracia y con las causas de los trabajadores, por lo que simpatizó con las luchas de los sindicatos universitarios. Además de ser un apasionado de la investigación científica y la innovación tecnológica, Drucker fue un ciudadano que defendió, con argumentos y razonamientos informados, la necesidad de fortalecer a la universidad pública y, en especial, a consolidarla y no debilitarla en sus recursos, debido a sus aportaciones al desarrollo económico, social y cultural de México, a través de las funciones de docencia, difusión e investigación científica, humanística y tecnológica.

A mediados de los años 90, René Drucker se dedicó, paralelamente a su actividad científica, a la divulgación de los hallazgos de la investigación en ciencia y tecnología, a través de diferentes espacios comunicativos. Como dato importante, recordemos que dirigió en ese tiempo, el suplemento: "Lunes en la Ciencia", del diario La Jornada, donde escribía artículos de opinión no sólo sobre ciencia, sino también sobre distintos temas de la vida nacional. Años más tarde, tanto el doctor Juan Ramón De la Fuente como el doctor José Narro, rectores de la UNAM en distintos momentos, le dieron responsabilidades administrativas de relevancia como la Coordinación de la Investigación Científica y la Dirección General de Divulgación de la Ciencia. Esta última es la instancia que tiene a su cargo el Museo de Ciencia "Universum" de la UNAM.

Tuve el honor de colaborar con el doctor René Drucker y con Patricia Vega, por invitación que él mismo me hizo, en La Jornada. Cada lunes durante unos dos años (1999-2001), en el suplemento semanal antes mencionado, el diario nos apoyó gentilmente a un grupo de divulgadores y docentes, con la publicación de textos sobre políticas científicas y educativas, dirigidos al público en general, no sólo para la comunidad científica o académica.

Mucha gente conoció el trabajo de Drucker gracias a las breves cápsulas que escribió, dirigió y produjo para el Grupo Fórmula, llamadas: "Una pequeña dosis de Ciencia", donde abordaba diversos temas de ciencia y sus respectivas aplicaciones prácticas en la vida diaria.

Recientemente, el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, lo nombró primer secretario de la recién creada Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Ciudad de México, con lo cual el gobierno de la capital dio una alta jerarquía y prioridad a las labores de investigación. Modelo que quizá debieran de copiar otras entidades federativas.

Las contribuciones del doctor René Drucker, tanto en el campo de la ciencia como en la divulgación, son de enorme valor para nuestro país y la sociedad en general. Estoy seguro que sus publicaciones científicas y productos en medios de comunicación, harán que esté vivo siempre en nuestro corazón y, por consiguiente, en la memoria colectiva.

Adiós doctor, gracias por lo que nos dio; descanse en paz, en su eterno sueño.

jcmqro3@yahoo.com