Desigualdad de género 

La participación de las mujeres mexicanas en el mercado laboral fue tan solo del 45 por ciento en 2019, comparado con el 77 por ciento para los hombres, una brecha de 32 por ciento. Para el 2020 la inclusión de la mano de obra femenina disminuyó a 39 por ciento por efectos de la pandemia de Covid-19 aumentando la desigualdad de género en el mercado trabajo.

Según datos del Instituto Nacional Estadística y Geografía (INEGI)  y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) la reducción de empleos formales (desde marzo del 2020 a enero del 2021) de mujeres fue del orden del (-) 11.3 por ciento, mientras que la disminución de los trabajadores de sexo masculino solo fue del 3.9 por ciento.

En todos los países la participación laboral femenina es menor que la masculina. No obstante, es importante destacar que, en México, en comparación con otros países latinoamericanos, la participación laboral de las mujeres es extremadamente baja.

Dentro de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) solo las mujeres turcas e italianas tienen menor participación laboral, que las mexicanas y en la región solo Guatemala tiene menor contribución que México. Esto tiene impactos económicos importantes.

La brecha salarial entre hombres y mujeres 

Las trabajadoras mexicanas no solo tienen menor participación en el mercado laboral que los hombres, también existe una brecha salarial enorme. El salario promedio reportado en diciembre de 2019 por el IMSS era de 378 pesos diarios, los hombres percibieron en promedio 398 pesos, mientras que las mujeres solo 346 pesos. Esto representa una diferencia de 52 pesos diarios, es decir, más de medio salario mínimo diario del 2019.

En el 2020 las trabajadoras mexicanas ganaban 18.5 por ciento menos que los hombres.

El rol de la mujer en el hogar

A lo largo de la historia, a las mujeres se les ha dado un rol tradicional en el hogar: hacer las tareas de la casa, cocinar y limpiar, cuidar de niños, y ancianos, ayudar en las labores agrícolas, etc., sin recibir remuneración económica. Esto es una práctica común en muchas regiones de México, que marca la desigualdad entre hombres y mujeres que hay en el país latinoamericano.

Los inicios de las mujeres en el ámbito laboral se remontan, de una forma mejor documentada y formal, a finales del siglo XVIII y principios del XIX con la aparición de la revolución industrial; donde en un principio la mano de obra era masculina, pero con el progresivo crecimiento de la industria, la población femenina se incorporó al trabajo. Las mujeres se vieron obligadas a seguir haciendo las tareas domésticas además de ejercer el empleo fuera del hogar con menores remuneraciones salariales que los hombres.

Las mujeres al frente de la Industria

Las dos conflagraciones bélicas mundiales del siglo XX, provocaron que las mujeres tuvieran que suplir a los hombres en las fábricas, debido a que la mano de obra masculina se tenía que incorporar a los frentes de guerra. Esta situación sentó un precedente en donde las féminas eran capaces de realizar el trabajo que hasta entonces sólo lo habían hecho los varones.

Sin derecho al voto

En México, fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando más mujeres se empiezan a integrar al mercado laboral del país, pero esto en labores generalmente precarias, con salarios más bajos que los hombres. Las trabajadoras en ese tiempo no tenían el derecho al voto, no tenían tampoco permiso de entrar a las cantinas, esto estaba reservado solo para los hombres.

El acoso laboral hacia las mujeres ha estado presente hasta nuestros días y a pesar que las féminas mexicanas tienen el derecho a ejercer el voto, a entrar a cualquier bar en casi todo el país, estudiar lo que quieran; ellas siguen siendo discriminadas, acosadas y hasta asesinadas por el solo hecho de ser mujeres.

En el deporte también existe en México una brecha muy grande de género y una prueba muy grande son los equipos de fútbol de primera división, ya que los hombres tienen salarios estratosféricos, mientras que las mujeres que practican este deporte en el mismo equipo que sus pares masculinos a veces no llegan a recibir ni siquiera el salario mínimo que hay en todo el país.

Desigualdad de género y crecimiento económico

El Gobierno de la Cuarta Transformación ha hecho muy poco para revertir está situación de la brecha laboral entre hombres y mujeres. Algo que sí se percibe es que en los órganos de decisión de la administración federal se encuentran muchas mujeres que están dirigiendo el rumbo del país y de mejor forma.

Para muchos analistas una mayor participación femenina en la vida económica constituye un elemento contrastado que contribuye al desarrollo económico. En primer lugar, está demostrado empíricamente que la tasa de educación femenina influye positivamente en la productividad general del trabajo, por lo que constituye uno de los pilares en los que se apoyan los programas del Banco Mundial y de otras instituciones financieras.

Existe una relación empírica entre desigualdad de género y crecimiento económico: las desigualdades reducen el crecimiento y éste suele ir aparejado a menores desigualdades. No hay mucha literatura al respecto, y mucha de ella se basa en los efectos negativos sobre el desarrollo del menor acceso de la mujer a la educación o en el efecto positivo sobre el crecimiento de los menores salarios de la mujer. 

Sin embargo, existe cierta evidencia de que la presencia de la mujer eleva la productividad del trabajo.