Utopía
Sin la participación del presidente Andrés Manuel López Obrador, las mañaneras no son tales, con independencia de dónde se realicen, en Palacio Nacional o en otras instalaciones públicas de los municipios que visita los fines de semana.
Y es completamente normal que no lo sean porque las mañaneras constituyen uno de los principales instrumentos que utiliza López Obrador para rendir cuentas a los ciudadanos, fijar posiciones sobre los temas que le interesa pasen a formar parte de la agenda política nacional, girar instrucciones a los integrantes del gabinete legal y ampliado, recibir denuncias haciéndolas públicas en un espacio con el que no cuenta el aún poderoso oligopolio mediático, incluso agradecimientos, algunos conmovedores, de los mexicanos atendidos gracias al apoyo del titular del Ejecutivo federal.
La ausencia de Obrador en el salón Tesorería debido a razones conocidas por todo México, covid-19 con “síntomas ligeros”, motiva que algunos de los autodenominados comentócratas añoren la ausencia presidencial y otros, además, hagan objeto de sus punzantes críticas a Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación y comisionada para atender las mañaneras, convertidas en los últimos cuatro días en conferencias de prensa con preguntas no tan concisas como sí lo son las respuestas de la exministra de la Suprema Corte.
El miércoles 27, por ejemplo, tuvo lugar una excelente comparecencia de todas las funcionarias que tienen responsabilidades directas en el combate institucional a la violencia intrafamiliar y los feminicidios en particular, agudizados por la pandemia que literalmente azota a la humanidad y no sólo a México como muchos colegas sólo aparentan suponer. Allí doña Olga aseguró que la Cuarta es “una transformación feminista”, pues bajo el gobierno de López Obrador, se alcanzó un gabinete paritario. (Ojo, señora Vera Reyes).
La criticaron por todo y qué bueno, que si privilegió a los enviados de El Universal y Reforma (Julio Hernández López), que no supo ni dónde se encontraba Obrador en el momento que se lo preguntaron y la tuvo que auxiliar el vocero presidencial (Raymundo Riva Palacio).
Y este volador reincidente –Fake news le llaman ahora–, jura que “está perdida” Sánchez Cordero, mas no tanto como el columnista cuando inventó una “crisis” de la que terminó retractándose porque no supo explicarla en Tercer Grado (Las Estrellas, 27-I-21) y la cara de enfado, de pena ajena, del eficaz moderador Leopoldo Gómez lo decía todo.
Nadie está en condiciones de sustituir al tabasqueño de Macuspana en las mañaneras y no porque el señor sea insustituible, sino porque son su creación desde diciembre de 2018 y aún antes, cuando encabezó la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, a partir de diciembre de 2000. No es solamente que estén hechas las mañaneras “a su medida”, como sostiene el titular de Estrictamente Personal, es AMLO quien las inventó, diseñó y practicó. Y aún las practica con singular esmero.
Tampoco pareciera conveniente elevarlas a la categoría de “una forma de gobierno” (Denise Maerker) porque ésta implica, entre otras cosas, a la “forma política, régimen de gobierno, régimen político, sistema de gobierno, modelo de gobierno o modelo político”.
Sencillamente es un instrumento predilecto de López Obrador en su “estilo personal de gobernar” (Daniel Cosío Villegas) que para sus críticos es “unipersonal”, como si en los sistemas presidencialistas y vaya que el mexicano lo es, pudiera ser colectivo. Tan “unipersonal” o menos que todos sus antecesores.