El tema convoca a muchas reflexiones, sobre la enfermedad, la humanidad, la medicina y la idiosincrasia del pueblo chino.

Todo apunta a que el coronavirus podría diezmar a la población mundial, pegaría en la línea de flotación de todos los sistemas políticos gubernamentales, de salud y sus economías, pero sobre todo la solidaridad humana del Siglo XXI y el humanitarismo internacional. Parece que el tema es mucho más grave y delicado de lo que los gobiernos manifiestan, cumpliendo con su deber de no provocar pánico ni alarma entre la población seguramente no trasciende toda la verdad.

El ejemplo del Barco Costa Smeralda, con siete mil personas abordo entre pasajeros y tripulación en el mar mediterráneo, de la línea de cruceros Costa Crociere, después de alertar de tener a bordo a una posible contagiada por el coronavirus, una mujer de 54 años, de nacionalidad china, sospechosa de haber contraído el virus y que tuviera que ser aislada y sometida a estudios, para confirmar o desechar la sospecha junto con su pareja, fueron aislados en el barco con atención cuidadosa, provocó alarma internacional, incluso se prohibió el desembarco de los pasajeros hasta confirmar que habría sido una falsa alarma.

Lo delicado del coronavirus es que su incubación dura hasta dos semanas, tiempo durante el cual los pacientes no presentan síntomas y, es precisamente ese periodo asintomático, lo que le hace peligroso, pues las personas pueden deambular contagiando sin saberlo.

La información que ha compartido el gobierno chino es creíble pero preocupante, pues al cierre de la ciudad y la comunicación, se comprende que no lo haría con la misma celeridad y claridad por razones obvias. El gobierno chino informó de los primeros brotes en la ciudad de Wuhan capital de la provincia de Hubei localizada en la región oriental de China a nueve horas y a una distancia de 838 kilómetros de la conocida ciudad de costera de Shanghái, ciudad que está la isla de Jindo frente a una distancia de 572 kilómetros ciudad más cercana de Corea y de Japón a 843 kilómetros por mar de la ciudad japonesa de Nagasaki y a nueve horas cincuenta minutos de la ciudad costera de Fuzhou de la provincia de Fujian en recorrido de 916 kilómetros frente a la isla de Taiwán.

Es relativamente grande la distancia del lugar del primer brote, a los países más cercanos, sin embargo, la rapidez exponencialmente multiplicadora del comportamiento del coronavirus representa alto riesgo.

Para darnos una idea de su expansión, de acuerdo a la información de BBC News Mundo y de la Comisión Nacional de Salud de China, en pocos días su multiplicación ha sido exponencialmente peligrosa; el 20 de enero se dieron a conocer 291 casos, el 22 de enero a los dos días se multiplicó a 446, a los cuatro días 864, para el 26 de enero, a seis días la cifra alcanzó 2021 casos, para el 28 de enero a ocho días, la cifra iba en 4524; para el 30 de enero llegaron a 7710 casos, en todas las regiones de China y, solo en la provincia de Hubei en cuya capital se detectaron los primeros enfermos, el numero llegó a 4500 casos. La cifra de muertos es ya de 170 y han transcurrido solo diez días. El crecimiento exponencial de los contagiados, nos evoca la famosa anécdota del pago por la invención del ajedrez, de un trigo por la primer casilla del tablero, 2 por la segunda, cuatro por la tercera, ocho por la cuarta, y así doblando la cantidad hasta la casilla 64 del tablero de ajedrez, lo que da una cifra de 264 granos de trigo, más lo acumulado arroja la cifra de 183446 7442073 7091551 616 granos, sí leyó usted bien, serían Diez y ocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos dieciséis granos de trigo. Si consideramos que cada kilo de trigo contiene aproximadamente unos 28 220 granos, para juntar la cantidad se requieren 653 676 260 585 toneladas; para almacenar esa cantidad se necesitaría un recipiente cúbico de algo más de 11.5 kilómetros de lado.

Para producir tal cantidad de trigo se necesitaría estar cultivando la Tierra (incluidos los mares), durante ocho años, tendría que sembrarse toda la superficie terrestre, para reunir esa cantidad.

Ojalá que el coronavirus no tenga esa dinámica multiplicadora, de contagiados y, que las restricciones y medidas de sanidad lo contengan y focalice en un solo territorio, porque representa una amenaza para la humanidad, mientras el desarrollo de una vacuna se calcula en once meses.

El gobierno de Xi Jinping se ha dado a la tarea de construir un hospital en tiempo récord (una semana) con un costo de 43 millones de dólares, en un espacio de 25 mil metros y con capacidad para mil camas, ya lo hicieron anteriormente en Pekín en 2003 en la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS). Los Chinos están acostumbrados a llevar a cabo este tipo de hazañas, en el siglo V antes de Cristo, construyeron la muralla China que tiene una longitud de 21 200 kilómetros de largo, casi dos veces las costas de México que tienen 11 122 kilómetros, más 3234 kilómetros en su frontera norte con EEUU y en su frontera sur 1149 kilómetros, el total el perímetro de todo México es de15 505 menos que el tamaño de la Muralla.

La estrategia sanitaria del gobierno Chino es reconocida en todo el mundo, sin embargo, mientras usted lee esto, prácticamente un ejército de científicos en todo el mundo, trabajan a marchas forzadas 24 horas diarias, por encontrar la vacuna que frene el avance del coronavirus, desgraciadamente las estimaciones menos conservadoras, suponen que ello se lograría en once meses, mientras hay que observar los protocolos de sanidad para evitar más contagios.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró Alerta Mundial Sanitaria, lo que significa que todos los países estén alerta, “ES MUY IMPORTANTE NO CONFUNDIR CON OTRAS ETAPAS” que ni se dan, ni se han dado y que tampoco se ve en el horizonte la posibilidad, de alguna declaración de epidemia y menos de pandemia mundial, por lo que tampoco hay que ser alarmistas.

El otro tema es la solidaridad del mundo, con China y con la ciudad afectada de Wuhan, esto no es como un huracán, un terremoto o tsunami que provoquen la movilización mundial de grupos de rescate, lo que evidencia que la humanidad no está preparada para responder a este tipo de emergencias. Ni las personas que siempre se manifiestan solidarias con las desgracias ajenas, tienen las herramientas para apoyar ante esta catástrofe.

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@EduardoSadot