Don Miguel León Portilla, como seguramente todos ustedes saben, fue un historiador mexicano, que rescató el orgullo de los mexicanos, nos enseñó a ver la otra cara de la conquista escribiendo muchas obras sobre la cultura precolonial de los pueblos originarios – que no indígenas – por aquello de la confusión de Colón de haber llegado a las “indias”. Nos enseñó a ver el otro lado de la historia de los pueblos, la Visión de los vencidos, ese lado confuso y oculto que los vencedores se empeñan en esconder, para que prevalezca su dicho, condenando a la desaparición el testimonio de los perdedores, no menos nobles y no menos heroicos, su visión aplicada a México, también cobra vigencia frente a todos los grandes pueblos perdedores a lo largo y ancho de la historia de la humanidad. El método de León Portilla, se aplica lo mismo a los Fenicios, Cananeos, Púnos y Cartagineses, que al final eran los mismos.
Como todos los grandes hombres intelectuales, su vida transcurrió, entre la cátedra y la investigación, en bibliotecas, frente a documentos ancestrales y evidencias materiales ruinosas, que él y solo él sabía interpretar, traducirnos y transmitirnos.
Don Miguel León Portilla, falleció dejando muchas investigaciones, trabajos, temas y cosas inconclusas, como el proyecto de su biblioteca, que según su intención, podría consolidarse aún después de su muerte.
Pero la muerte nos juega malas traiciones y los seres humanos, más. Don Miguel León Portilla no contaba con la mezquindad de algunos mexicanos a los que él mismo ayudó.
No obstante, que el historiador insigne de México, el mexicano universal, había destinado el seguro que tenía por el Colegio de México, días antes de su muerte por razones de austeridad, los responsables en el Colegio de México, por disposición del nuevo gobierno, cancelaron los seguros y entre ellos, el de Don Miguel, después de toda una vida de pagarlo, y con ello se esfumó el sueño de legar una biblioteca para el pueblo de México, lo curioso fue, que el cambio se dio precisamente en los días previos a su muerte, no obstante, que quienes votaron a favor de la restricción austera de los seguros de los investigadores del Colegio de México, también botaron el sueño y ahorros de toda una vida de un gran mexicano.
Comenzamos señalando la ingratitud de los mexicanos y de las personas, curiosamente también, a quienes les tocó votar a favor de esa restricción, son gente, que ingresaron al Colegio de México por iniciativa y apoyo de Don Miguel, ¿nombres? No, para qué, no merecen aparecer en el mismo texto donde esté escrito el nombre de Don Miguel, si su abyección, no les permitió siquiera defender el interés de los miembros del Colegio de México y que afectó el proyecto, el sueño post mortem, de uno de los mexicanos que más le ha dado a este país en la búsqueda de sus raíces.
En otro momento, con otro texto, sin mezclar con el nombre de Don Miguel, a detalle, sin censura habrá espacio para precisarlo, que por cierto la familia, pudiendo enfrascarse en juicios interminables. Por su calidad moral y decencia, no han luchado por un derecho bien merecido y que a las autoridades responsables, les viene muy cómodo y sin remordimientos. Creen, supongo o dicen, que nadie sabe o que nadie supo, pero siempre hay una manera de exhibir a la ingratitud y a las miserias humanas.