La semana previa le comentaba sobre los muy escasos salarios que en promedio reciben los profesionistas en México, y que con cantidades tan limitadas, no solo queda descartado el que puedan acceder a un buen nivel de vida, sino que también es motivo de reflexión el qué tanto vale la pena hacer el esfuerzo de pagar los estudios y dedicar varios años a estudiar una profesión, si finalmente los resultados serán decepcionantes.

También le decía que ir a la universidad, no es un tema que deba de  analizarse únicamente por el resultado económico; puesto que se trata de un proyecto integral para múltiples aspectos del ser humano; pero tampoco es un proyecto que deba de emprenderse sin darle importancia al aspecto monetario.

En opinión de su escribidor, se trata de que cada joven pueda buscar el mejor  balance posible, entre sus gustos profesionales y las oportunidades disponibles para su desarrollo. Es importante hacer un análisis sobre el mercado laboral y las necesidades de la economía en donde planean ejercer, así como sus perspectivas para los próximos lustros.

Para hacerlo, contamos con información que está disponible y prácticamente al alcance de cualquier persona. Vaya, teóricamente, solo faltaría que se oriente a los jóvenes para que reflexionen y valoren sus opciones.

El problema, es precisamente lo comentado sobre las remuneraciones,  pues qué pueden hacer los jóvenes y sus padres cuando, en términos generales, no existen opciones atractivas que garanticen acceso a buenas oportunidades en el futuro. Y ese es el tema, la falta de oportunidades.

La solución pasa, forzosamente, por hacer cambios de gran calado en la  estructura de nuestro sistema educativo, y también en la del mercado interno de nuestra economía.

Las experiencias de éxito en otros países son referencias importantes a tomar en cuenta. Un caso ejemplar es el de Alemania, en donde después de concluir la educación secundaria, los jóvenes pueden acceder a escuelas vocacionales, o a sistemas de educación dual, una modalidad donde combinan los estudios y el trabajo remunerado.

Este sistema dual es bastante atractivo, pues los jóvenes pasan tres o cuatro  días por semana en una empresa, trabajando y haciendo prácticas profesionales, siempre bajo la guía de un tutor profesional, y luego asisten uno o dos días más a las aulas escolares, para recibir la formación académica correspondiente.

Esto permite que los jóvenes, entre los 16 y 19 años de edad, conozcan el  mundo laboral, identifiquen su vocación y sus principales áreas de interés profesional, además de adquirir experiencia práctica, lo que sin duda les permite tomar mejores decisiones sobre la carrera a cursar, y acceder a mejores oportunidades laborales a futuro.

Qué importante que los jóvenes, y sus padres puedan contar con este tipo de experiencias a la hora de tomar una decisión de vida tan relevante, como la de decidir qué carrera van a estudiar.

Desde luego, el sistema les funciona porque el sector educativo y el mercado laboral se encuentran alineados en oferta y demanda, en intereses y prioridades.

Vaya, es la consecuencia de una política pública integral e inteligente,  una que busca formar profesionistas competentes para la realidad económica que viven el país y el mundo, y que por ende le permitirá a los jóvenes, desempeñarse con ingresos competitivos y acordes a sus capacidades y talentos.

Es un botón de muestra de lo mucho que podemos hacer en México para  solucionar la problemática de los bajísimos salarios. Tenemos que entender que no necesitamos la política educativa que más agrade a los maestros, o a los padres de familia, o a los gobernantes en turno, sino la que demanda la economía mundial que hoy vivimos.

 

Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted. 

                                                      

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