Ahora que próximamente iniciará AMLO un nuevo gobierno, que ha prometido resolver de manera contundente los principales problemas que padece nuestro país, entre los que se encuentra la baja calidad de la educación --que ha sido ampliamente documentada en todos los estudios internacionales y nacionales que evalúan el aprendizaje de los estudiantes--, es importante poner los pies en la tierra y exigir que el nuevo gobierno garantice al menos construir un piso mínimo e indispensable para que el Estado pueda ofrecer servicios educativos, si no de alta calidad, al menos decorosos para todos los niños y jóvenes de la población mexicana en edad de cursar la educación obligatoria.

Como dice el dicho “ofrecer no empobrece, lo que aniquila es dar”. Por ello los candidatos siempre ofrecen lo que no pueden dar y después se justifican con diversos argumentos. Últimamente, AMLO ha dicho que no se podrán ver realizadas todas sus promesas de campaña debido a que “el país está en bancarrota”. Independientemente, de si quiso decir que teníamos un quebranto económico o uno moral (según Lorenzo Meyer), lo importante es no perder de vista que todos los servicios que el Estado está obligado a proporcionar a la ciudadanía deben de contar con condiciones mínimas o básicas que permitan a la ciudadanía utilizar servicios decorosos que satisfagan sus necesidades primarias.

En el caso de la educación, los países del primer mundo, también llamados industrializados, pueden pensar en contar con escuelas de lujo. Es decir, con edificios elegantemente construidos, con material pedagógico nuevo, con personal docente y administrativo de sobra, con canchas deportivas variadas, laboratorios de ciencia y talleres de artes, con computadoras para cada maestro y estudiante, con conexión a Internet de alta velocidad, etcétera.

Sin embargo, los llamados países emergentes o de mediana economía, como es el caso de México, deben aspirar a construir este piso básico de la educación, al que le llamo el “mínimo minimorum”. Este piso no nos permitirá ser competitivos en las evaluaciones internacionales de aprendizaje, toda vez que nuestra base social padece de muchos rezagos educativos, lo que nos pone en desventaja respecto a las sociedades cuyos ciudadanos no tienen poblaciones analfabetas o con graves retrasos escolares. Sin embargo, el “mínimo minimorum” sí nos podrá asegurar que TODOS los escolares cuenten con las CONDICIONES MATERIALES SUFICIENTES y las OPORTUNIDADES DE APRENDIZAJE indispensables para poder aprender lo básico del currículo nacional. Y cuando digo lo básico, me refiero a la base de conocimiento mismo, es decir, que los estudiantes: sepan comprender lo que leen y a expresarse oralmente y por escrito; puedan resolver problemas básicos de matemáticas, conozcan lo estrictamente esencial de las ciencias sociales y naturales, y que puedan aplicar lo aprendido a la vida real.

Este piso básico, a mi manera de ver, consiste en lo siguiente: 1) atender al 100% de los niños y jóvenes en edad de asistir a la educación obligatoria y retenerlos dentro de las escuelas, 2) lograr que todos los profesionales de la educación obligatoria tengan una excelente formación inicial y continua, que les permita dominar lo disciplinario y lo pedagógico, 3) asegurar que los normalistas y especialistas en educación mejor preparados sean quienes ingresen al sistema educativo, 4) cumplir con la normalidad mínima en el total de escuelas, lo que implica cumplir con 100% del calendario escolar, y que los docentes lleguen temprano a clases, permanezcan en sus aulas y utilicen herramientas pedagógicas modernas, 5) contar con supervisores y directores, que actúen con independencia gremial, y cuya principal función sea la de apoyar a que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades para aprender, 6) tener un currículo de educación básica con pocos contenidos, que permita dominarlos a profundidad y que esté orientado a la adquisición de habilidades de razonamiento y de solución de problemas, 7) asegurar que todos los centros educativos tengan la infraestructura, el equipamiento y los materiales pedagógicos elementales y funcionales y 8) lograr incorporar a los padres de familia en la educación de sus hijos y a la sociedad civil en la toma de decisiones de los centros escolares. Por supuesto, esta lista se puede extender más, pero es suficiente para entender a lo que me refiero con un mínimum minimorum de la educación.

Si bien éste es un piso mínimo para la educación, es necesario advertir que, en una sociedad desigual, también se requiere tener políticas educativas compensatorias que favorezcan la equidad. Es decir, que las poblaciones más desprotegidas y vulnerables tengan mejores condiciones escolares que aquellos que la vida les ha favorecido social y económicamente por distintas razones. Solo así, podremos aspirar a contar con un sistema educativo decoroso, del cual nos sintamos orgullosos todos los mexicanos. Creo que no es pedir demasiado y es bastante realista. ¿Lo podrá cumplir el gobierno de AMLO?

 

El autor es Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C. y

Expresidente de la Junta de Gobierno del INEE