El tsunami AMLO del 2018
A propósito de los comicios del próximo 6 de junio, donde se renovarán gubernaturas, ayuntamientos, congresos locales y estatales en el país, el ambiente político está que arde. Y no solamente entre las oposiciones, sino también al interior de los partidos políticos.
El caso que hoy nos ocupa, es el del partido en el que milito, Morena. Un partido suigéneris que generosa y democráticamente abrió su convocatoria para registrar como precandidatos a puestos de elección popular a cualquier hijo de vecino, incluso, a quienes han criticado y denostado por años las distintas luchas que ha encabezado nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Este proceso de selección de candidatos trae de cabeza a propios y extraños, pues tanto activistas de izquierda y fundadores, así como quienes llegaron por pragmáticas invitaciones personales y los que vieron su barco hundir y saltaron antes de que se ahogaran en el mar de indiferencia de los electores; sienten que son los merecedores de tan codiciadas candidaturas dadas las encuestas que ponen muy por arriba a nuestro partido con relación a los demás y a la gran aceptación de la ciudadanía hacía el Presidente de la República. Lo que quiere decir que el tsunami AMLO del 2018, aún tiene fuerza para esta elección y esperemos que muchas más.
“Es un honor luchar con Obrador”
Aunque la suma de todos debiera ser motivo de júbilo para los militantes y simpatizantes, dado que significa el fracaso de otras expresiones políticas, se ha vuelto una batalla campal entre sirios y troyanos ya que cada quien reclama su “legítimo” derecho a ser el candidato que le dará el triunfo a las siglas de morena, que dicho sea de paso, muchos ni siquiera entienden su verdadero significado, llegando al grado de verlo como una franquicia y querer borrar el activismo político y social que proviene del movimiento que inició el mismísimo Andrés Manuel López Obrador.
Pues ahora resulta que a los activistas se les dice que no sirven para gobernar, pero a aquellos que por años aprobaron, aplaudieron o simplemente se quedaron callados ante reformas saqueadoras y entreguistas, son los meros buenos para llegar a los congresos, presidencias municipales, cabildos y gobiernos que se pintarán de color guinda. Pero lo que más calienta, como se dice en argot popular, es que los beneficiados del pragmatismo político, ni las gracias dan a esos activistas que por años sostuvimos este movimiento popular y gritamos con orgullo: “es un honor luchar con Obrador”.
Al mas puro estilo de Salinas, ni nos ven, ni nos oyen. Con el argumento de que el activismo no es igual a hacer política, desvalorizan el trabajo y trayectoria de las y los activistas diciendo que no están preparados para ocupar cargos públicos, aunque esos activistas tengan el conocimiento real y la determinación de solucionar la problemática que se está viviendo en su comunidad.
Debemos de tener en cuenta que más del 50% de los "legisladores" que han pasado por las cámaras (locales y federales), nunca han redactado una iniciativa de ley o han creado un proyecto de ley para presentarla. A la mayoría les dan el proyecto de iniciativa de ley para que la "analicen" y la presenten, pero muy rara vez, para que ventilen sus observaciones en la tribuna, o desde la comodidad de su curul.
Aunque la mayoría de las veces, salvo honrosas excepciones, los "legisladores" ni siquiera le dan una leída, mucho menos manifiestan una observación. Recordemos también, que infinidad de personajes ajenos a la política han sido "legisladores", actores, actrices, líderes sindicales, empresarios, comediantes, deportistas, escritores, familiares, amantes, amigos, compadres, etc.
Lo importante de los representantes del pueblo (diputados y senadores) es que validen y aprueben las iniciativas que manda el ejecutivo en turno (en este caso, López Obrador) para tener la posibilidad de aprobarlas con la mayoría calificada.
Los ejemplos más significativos de leyes que ya son derechos constitucionales son la Pensión Universal para los adultos mayores, la pensión para las niñas y niños con discapacidad; las becas para estudiantes de escasos recursos desde primaria hasta bachillerato; el derecho a la salud gratuita a toda la población, programas sociales que mejoran el nivel de vida de las y los mexicanos.
Ha habido infinidad de "legisladores" con maestrías y doctorados, que utilizan sus títulos para traicionar a la nación, son los primeros en votar en contra del pueblo. Ejemplos: la privatización de PEMEX, los gasolinazos, la privatización y entrega de la industria eléctrica a las empresas privadas, la entrega, explotación y destrucción, contaminación del medio ambiente de las mineras extranjeras (más de la mitad del territorio mexicano concesionado), los endeudamientos millonarios que nos tienen arrodillados ante la banca mundial, etc. etc. etc.
En resumen, esos "legisladores" con doctorados en el ITAM, TEC de Monterrey (lamentablemente los hay que estudiaron en la UdeG y UNAM), en el extranjero, Harvard, Oxford, son especialistas en desmantelar y entregar los recursos de la nación al extranjero.
Entonces, la reflexión es que en los congresos necesitamos a los representantes más comprometidos, ciudadanos y ciudadanas que se entreguen en su totalidad a defender a la patria y su soberanía, independientemente de que si tienen solo la primaria o tienen un doctorado, o son científicos, escritores, carpinteros, obreras, costureras…o una mujer que se gana la vida preparando tamales para vivir al día. Vamos, las PREPARACIONES ACADÉMICAS NO garantizan la honestidad y la lealtad que se requiere como representantes del pueblo.
En el contexto de la 4T se valora el compromiso que se tiene con el pueblo y el amor a su país, sin mentir, sin robar y sin traicionar.
Obviamente se necesita pulir esa apertura que hay en el partido, tiene que haber filtros para que no pase como los desafortunados ejemplos de oportunistas y traidores. Morena tiene que profesionalizar sus métodos de selección de candidatos. Hay métodos muy efectivos para seleccionar a las y los mejores, pues la democracia no es como bien lo decía nuestro Presidente, quítate tú, para ponerme yo.