Esta columna es una catarsis personal provocada por la crisis que estamos viviendo debido al Coronavirus, conocido también como “Covid 19”. No estoy a favor de este gobierno, ni coincido con las estrategias que se han seguido, pero he sido respetuosa de su actuar. No obstante, ser respetuosa no implica limitarse a mirar, o como muchos aprenden desde pequeños, “ver, oír y callar”, esa regla está fuera de mi sistema, por lo tanto, decidí compartir mi pensar de la situación con ustedes. He escuchado muchas voces, algunas muy molestas y otras justificando el actuar o el no actuar del gobierno para evitar un colapso económico del país. Me queda claro que México no podría soportar meses de inactividad económica, en especial por el alto porcentaje del comercio informal (56.3%), pero la falta de información y las estrategias poco transparentes han ocasionado pánico entre la población, cierre de empresas que ante el desconocimiento han decidido poner en pausa su producción o la prestación de servicios, la suspensión de pagos, reducción de consumo, etc. etc. Esto ha ocasionado más daño que el que podría causar ser transparente y sincero acerca de lo que está pasando y lo que va a pasar, el problema no se resolverá con estampitas, rezos y buenos deseos, necesitamos transparencia, honestidad y acciones congruentes con la situación que estamos atravesando. Los mexicanos somos conscientes y capaces de entender y actuar en consecuencia, no somos personas primitivas a las que se nos debe manipular o privar de la información pensando que somos incapaces de procesarla.
Hemos atravesado muchas situaciones difíciles, sismos, narcotráfico, delincuencia, influenza, feminicidio y sexenios sin cesar de incompetentes y corruptos… y a pesar de todo seguimos de pie, manteniendo y abriendo empresas y negocios, formando familias, buscando la forma de prosperar decentemente; lo veo cada día, en especial cuando salgo muy temprano o regreso muy noche… me encuentro con ejemplos de personas que salen a darlo todo para llevar el sustento a su casa, los que van en su triciclo con pan y café, los que van en transporte para llegar a sus empleos, los que están en la Central de Abastos desde la madrugada “dándole”, no hablando y haciendo discursos mañaneros, sino ensuciándose las manos, cargando cajas, caminando o corriendo para llegar a sus trabajos y como si esto no fuera suficiente, además con buen ánimo, sonriendo, cantando. Hay que reconocer más el valor que tenemos y también hay que exigir que el gobierno haga su parte, sin duda como ciudadanos podemos hacer mucho más, pero el gobierno tiene una gran deuda con nosotros.
Ahora bien, de las crisis se aprende y mucho, especialmente de los ejemplos de cómo ser y cómo no ser. La desinformación cuesta para cualquier organización, cuando estamos en una situación difícil y pensamos que no informar o hacerlo a cuenta gotas postergará o resolverá el problema estamos totalmente equivocados. Debemos confiar en la gente y en su capacidad para comprender y aportar; he colaborado con clientes que esperan hasta la quiebra para, entonces sí, comunicarles a sus empleados que van a cerrar, cuando ya nadie puede hacer nada.
A falta de información las personas la inventamos, los rumores y las noticias falsas esperan esas oportunidades para esparcirse como pólvora y hacer el mayor daño posible. Entonces, ¿informar o no informar? La respuesta es: informa con inteligencia. ¿Cómo? Aquí algunas sugerencias:
1.Analiza la situación y define la información que es necesaria para que la gente esté tranquila, atenta y se ponga en acción.
2.Brinda la información en las dosis correctas. Dar mucha información cuando no es necesario puede abrumar y generar que la gente sobrerreaccione, dar nada de información o insuficiente provoca sospechosismo, duda y da oportunidad a que la gente llene los huecos de información con suposiciones o conjeturas.
3.Mantén BIEN informada a la gente. Mientras más grave la situación, brinda información más precisa y continua; tener más detalle nos da la sensación de tranquilidad y una situación bajo control.
4.La honestidad es crucial, adornar una situación no va a evitar su realidad. Es como si te pusieran el cuerno, por más bonito que te lo digan, es lo que es.
5.Permite que la gente aporte. En muchas ocasiones tu equipo tendrá la respuesta más indicada, no desalientes su participación porque tú eres el jefe o el que sabe.
6.Diseña una estrategia clara y contundente para atender la situación. La estrategia debe ser coherente, fácil y rápida de llevar a cabo y sobre todo ser proporcional al problema. Rezos y estampitas no hace sentido ante una pandemia.
7.Informa del avance de la estrategia a la gente para que haya más tranquilidad respecto al curso que se está siguiendo.
Las crisis pueden crear fracturas irreparables entre las personas o lazos fuertes que te permitan salir más rápido del problema. La decisión de qué camino tomar es tuya.
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