Desde hace meses la prensa nacional está desplegando una campaña de mentiras en contra del gobierno federal. ¡Se explica! Pues los que la encabezan son aquellos que fueron derrotados y desplazados del gobierno el 1º de julio del 18. Esta campaña la libran al margen de ideas y propuestas, no debaten, sólo insultan y tergiversan hechos que muestran sus miserias políticas. Esas difamaciones están superadas por los resultados, pues la mayoría del pueblo no puede dejar de reconocer que el presidente está sacando adelante su proyecto de gobierno, aun en medio de la pandemia y de las campañas de odio de la derecha reaccionaria.
Lo que está trabado, lo que no está a la altura de lo que exigen las circunstancias, es la dirección del partido, sus comités estatales, sus distintas comisiones que han sido constituidas para impulsar su programa y ser el instrumento que dé organicidad, ideología y contenido político a todos los actores involucrados en el cambio de régimen. Se argumenta que la pandemia ha contribuido al repliegue de su trabajo tanto al interior como fuera del partido, es verdad, hay cierta dosis de razón para que eso se esté dando. Sin embargo, lo que lo ha llevado al estado catatónico que estamos viendo, han sido los intereses y las desviaciones políticas del grupo que se quedó al frente de Morena cuando AMLO fue electo presidente de la República.
La protesta y la inconformidad de miles de militantes y seguidores de Morena no solo es resultado del irresponsable abandono en que se tiene a nuestro proyecto de nación, justo en los momentos en que ha arreciado la campaña de denostación en contra de la Cuarta Transformación. La protesta se da porque el partido que construimos miles de activistas convenciendo a la gente casa por casa, explicándole la situación del país, promoviendo el voto, creando comités de base en cada colonia o barrio, estuvo por dos años en manos de fifís y arribistas que no entendieron ni hicieron nada a favor del partido, sólo impulsaron campañas para desmontar la política y la estructura partidista.
Los que se colgaron del prestigio de AMLO son los que ahora llenan de descrédito a la política, saturan las redes sociales y otros medios con declaraciones y desfiguros, llamando a la opinión pública para que sea esta la que intervenga en asuntos que solo competen a sus militantes. Llevar estas decisiones a la opinión pública aduciendo que mucha gente votó por Morena y que por lo tanto tienen derecho a decidir la integración de sus liderazgos, no solo quita derechos a quienes han trabajado por años en la construcción del partido, sino porque una convocatoria abierta es una aberración política que no se da en ninguna parte del mundo.
En Morena hay dos corrientes que se disputan la dirección: la burocrática y corrupta, ajena a los intereses de los ciudadanos, la que no ha dicho nada ni ha fijado posición sobre la vieja cultura de la tranza y del arribismo que han socavado al partido, y la que surgió de las entrañas del pueblo, para oponerse a las mañas partidistas, a la corrupción y al entreguismo derechoso, la que encarna la “revolución silenciosa”, la que está caminando en el país y que lucha por impedir el desvío de sus objetivos, la que se mueve y apoya la construcción de un nuevo proyecto político.
Morena nació como respuesta al agotamiento de un régimen que dio prioridad a las cosas, a la robadera, a la entrega de nuestras riquezas, en lugar de atender los bienes culturales y espirituales, las necesidades y los derechos de la gente. Pervirtió la política e hizo de la cultura un instrumento de adocenamiento contra el que estamos trabajando. Nacimos subvirtiendo el orden establecido porque este no atendió los requerimientos económicos, políticos, sociales y culturales de la mayoría de los mexicanos. Esta es la razón de nuestra causa.