En qué planeta viven los editores del Financial Times

Curioso el artículo del periódico sobre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador:

1. ¿No es negocio refinar tu propio petróleo? Bastaría con revisar los estados financieros de las principales petroleras del mundo para concluir lo contrario, más cuando tienes un país que recorre grandes distancias y un potente cluster manufacturero que consume gas y combustoleo.

2. ¿No es motor de desarrollo un tren que conecte uno de los mayores polos turísticos del mundo, con una de las regiones arqueológicas más importantes del planeta? La historia de los propios ingleses y su desarrollo carretero pero sobre todo, ferrocarrilero, parecerían indicar lo contrario.

3. ¿Se necesita o no un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México? Todos los expertos lo afirman. Las cuentas económicas nos dicen que se gastará un poco menos que en el de Texcoco (absorbiendo los costos de cancelación), que tendrá la ciudad más pistas que con el cancelado y que estará funcionado antes. Eso sí, será menos rimbombante y más austero, no generará los grandes negocios del otro.

No todas las ideas antiguas son malas, ni todas las nuevas son buenas y vaya que los ingleses lo saben: su historia responde más al oportunismo conveneciero disfrazado de elegancia liberal, que a una idea propia original. Son los maestros de la copia mejorada, de la prueba y el error. Sus carabelas fueron la adaptación de las holandesas y españolas; sus jardines y bosques, la adecuación de aquellos alemanes y franceses; su arquitectura siempre copiada de otros. La idea de financiar todo con bonos y de asegurar las cargas es genial, pero no es de los holandeses. Lo mejoran todo, es cierto, pero no inventan nada y las ideas propias, son malas y ridículas como en la gastronomía y la moda. Quizá la música popular contemporánea sea lo suyo.

Uno se pregunta en qué planeta viven los editores del Financial Times y sobre todo, los redactores del artículo y las personas consultadas para escribirlo: evidentemente es un artículo con una idea preconcebida de descalificarlo todo. Ejercen la crítica eficaz cuando abordan los problemas de su país, de Europa y de Estados Unidos, pero se equivocan cuando revisan los asuntos del resto del mundo. Su problema es de fondo: su visión liberal con los mercados y conservadora con los intereses de las élites, les hacen ver al resto del mundo con una mirada colonizadora: quisieran que todos aceptasen las fórmulas que ellos mismos no pueden justificar su eficacia:

1. ¿La globalización ha traído más felicidad a la humanidad?

2. Los valores liberales y la exuberancia financiera ha mejorado la calidad de vida del mundo? De los ingleses?

3. ¿Las privatizaciones mejoraron la calidad, el servicio, el precio que pagan los ciudadanos?

4. Hay menos oligopolios?

5. La creación de riqueza se ha generalizado o al menos, generado más recaudación fiscal en favor de un Estado Benefactor?

6. Inglaterra es de las economías más endeudadas del mundo, la gentrificación de Londres ha expulsado a los londinenses, el andamiaje institucional y parlamentario responde a las necesidades de su población?

7. Su compromiso con la democracia y libre mercado ha sido todo lo honesta que debería a partir de la autocrítica?

Es claro que no.

El gobierno mexicano actual tiene problemas serios:

1. Un presidente rijoso que prefiere ganar la discusión aunque pierda la oportunidad.

2. Un gobierno incapaz de ejecutar acciones con eficacia. Problema que por cierto, no es nuevo.

3. Una corrupción que es ahora selectiva pero permanece inerte en muchos niveles de gobierno.

4. Una pandemia lacerante que nos ha cobrado muchas vidas que pudieron salvarse con un mejor criterio (confinamiento, medicamentos, vacunas)

5. Una situación económica grave que no se ha querido paliar con medidas financieras de emergencia.

Apostarle, cómo lo hacen el presidente y algunos grupos poderosos e influyentes, a la confrontación y a la descalificación es costoso y muy lamentable: divide y desgasta; distrae y altera los ánimos. Los intereses verdaderos quedarán siempre a salvo; los que hoy gobiernan lo harán a discreción (como lo hicieron los anteriores), los muy pobres seguirán igual y el resto seguirá agarrandose a periodicazos o a tuitazos, unos porque no saben cómo conservar lo que ya perdieron y otros porque no saben aprovechar lo que ya ganaron. ¿Es importante el artículo del FT? Sí, sólo hoy, mañana muy pocos lo recordarán.

Bernardo Domínguez C.