El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene un problema en su estilo personal de gobernar: carece de simpatías por los grupos vulnerables, por las minorías y entiende su ejercicio gubernamental acerca de los indígenas de una manera clasista, colonial. Como decían los antiguos, López Obrador tiene una asignatura pendiente con estos grupos, ya sean LGBT+, a los cuales nunca les mandó un mensaje ayer domingo, el feminismo, los discriminados y los indígenas.
Hace poco más de un año, Andrés Manuel se quiso incluyente en una foto con la bandera LGBT+ en Palacio Nacional, con ellos lo suyo es discurso vacuo. No vimos este domingo un mensaje de él y su esposa, como lo han hecho con celebraciones tradicionales, conservadoras, mercantiles y neoliberales, de otras celebraciones “familiares” o sociales.
Si no desprecio, hay un desdén presidencial a las causas alternativas de la sociedad, a las causas sustanciales de izquierda, como lo son el feminismo, la lucha por la diversidad que enarbola la comunidad LGBT+, la discriminación donde más que una embestida contra el Conapred parecería que se quiere borrar la memoria de Gilberto Rincón Gallardo y el ecocidio y etnocidio que significa la construcción del neoliberal Tren Maya.
Con las minorías y los grupos vulnerables, López Obrador se comporta como un dirigente de derecha, no de izquierda. Hay un conservadurismo implícito en su estilo personal de gobernar. Su desdén a estas causas tendrá su cobro de factura en los próximos comicios. El presidente Andrés Manuel no encabeza las legítimas luchas de las minorías. Cree que la mayoría que votamos por él le extendimos un cheque en blanco. Desde hace años los sufragantes no damos cheques, menos en blanco.
Nuestro presidente debe de entender que los 30 millones de votantes del 2018 ya no serán los mismos en 2021. Regularmente las minorías se convierten en mayorías porque las minorías, a diferencia de las mayorías, ejercen un activismo cotidiano. Al alejarse de mujeres, comunidad LGBT+, discriminados e indígenas, Andrés Manuel muestra su verdadera cara conservadora.