Podría decir que a partir del 1º de julio del 2018 a la fecha, el pueblo mexicano dio un paso más en su intento de alcanzar el cielo. Los años de trabajo de las fuerzas democráticas, las que abanderaron la lucha por la justicia y la democracia, las que tuvieron a muchos de sus luchadores en la cárcel, asesinados o desaparecidos por los gobernantes del PRIAN, las que fueron capaces de hacer manifestaciones masivas, plantones multitudinarios de mujeres y hombres, las que sufrieron con la pérdida de cientos, miles de personas que exigían derechos y solución a las demandas del pueblo, hoy, están compartiendo un esfuerzo de cambio político y social que las enaltece, porque su trabajo y sus luchas las convirtieron en la causa de una enorme transformación.
Aquellos que históricamente fueron nuestros adversarios y que hace dos años los derrotó el electorado, se han convertido ahora en la retranca principal que intenta parar el curso de una revolución social que no tiene regreso. Creyeron que la llegada de AMLO a la presidencia sólo sería un recambio de personas y que los privilegios y las injusticias contra el pueblo seguirían siendo los dominantes en el nuevo gobierno. ¡Se equivocaron! Subestimaron al presidente y a la gente que lo apoyó. Una larga distancia marca la imagen de una sociedad dicotómica rígidamente diferenciada en amos y siervos, en ricos explotadores y en pobres degradados a la condición de animales -como bien señala Nuccio Ordine- no corresponden ya al retrato del mundo que estamos construyendo. Aunque, a decir verdad, la filosofía del TENER sobre el SER sigue expresándose al través de la oposición agrupada en las BOAS, en los FRENAAA y en los intelectuales orgánicos que aún no han entendido el sentido de los cambios.
La cultura del beneficio y la posesión que aún existe en el comportamiento cotidiano de estos sectores de la regresión y el conservadurismo, está siendo seriamente acotada por la participación tumultuaria de un pueblo que acabó con el silencio y la aceptación tácita de las políticas que iban en contra de sus propios intereses. El humanismo que se está apoderando de la inmensa mayoría del pueblo, está acabando con la concepción de aquellos que aún consideran un gasto inútil el apoyo a aquellos sectores empobrecidos, a los que siempre se les consideró gastos inútiles que no aportaban ningún beneficio económico al desarrollo del país. El espíritu movilizador y revolucionario del pueblo, está construyendo la cuarta transformación y destruyendo esos mitos. Los creadores de la riqueza son los trabajadores, no el capital. Por lo tanto, la riqueza debe ser patrimonio de quien la produce, no de los parásitos que ahora están desbocados ladrando contra el Nuevo Proyecto de Nación y queriendo seguir llenando sus bolsillos de recursos que provenían de las finanzas públicas.
Todo esto se les acabó a los malandrines de la política. Esta es la causa de su frustración y de su enojo. Pero. ¿en qué nivel se encuentran sus protestas? El rostro que muestran los opositores, es un rostro de violencia, de amargura, de desesperanza. Sus amenazas contra el presidente y contra la 4ªT, se les han desinflado. El intento de volver al pasado ya no tiene cabida en el país. El triunfo del 1º de julio del 18, las propuestas de campaña que hizo el presidente están cumplidas en el 95%. El pueblo ha recuperado la fuerza que estaba contenida en su quehacer y ahora la ha puesto al servicio de sus propios intereses
En días recientes ha mostrado un músculo que los opositores no van a parar. Ese pueblo otrora subestimado, humillado y denigrado, pudo reunir en 10 días 2.7 millones de firmas para demandar enjuiciamiento a los ex presidentes ladrones y buenos para nada, hizo posible con su fuerza, que la SCJN aprobara la demanda de consultar al pueblo sobre las conductas y políticas criminales de los funcionarios públicos de antes y durante el período neoliberal.
Las encuestas que han hecho encuestadoras serias en las últimas semanas sobre el desempeño del presidente, rebasan el 70 % en promedio. La marcha del 3 de octubre y el plantón del FRENAAA en el zócalo resultaron una ridícula caricatura. La esquizofrenia de su líder y de sus rezanderos de la época de la cristiada, ya está en el lindero de la locura. Los opositores de nuevo cuño intentan abrazarse de los símbolos religiosos para acabar con el “satánico” de López Obrador, en tanto, el pueblo hace más grande y más fuerte el apoyo a su presidente
En este contexto se está abriendo paso una cultura política que rebasa el utilitarismo, el patriarcado gubernamental y la usura como formas de gobierno. El pueblo no solo está mostrando su fortaleza y su sabiduría. Está respondiendo a los retos de una nueva historia que se construye desde abajo, en la colectividad.
Atrás están quedando la demagogia, la impunidad y las políticas del agandalle. Vivimos otras conductas y otros saberes. En estos están contenidas nuevas y muchas historias. Los constructores de ellas, no están en el círculo rojo que diseñó la derecha conservadora, clerical y golpista. Están en el pueblo, en su trabajo, en su orgullo y en su dignidad. Somos un pueblo inmune a las bajezas de los esquizofrénicos, de los traidores a la patria, de los explotadores. Nuestro objetivo es la transformación social, cultural y democrática de México. Ese es nuestro trabajo y nuestro compromiso. ¡Nadie nos detendrá!