John Ackerman ha sido acusado y denunciado en días recientes por la escritora, dramaturga, periodista y conductora Sabina Berman -y una cohorte de mujeres solidarias con ella-, de acosador, misógino, machista y ladrón. El argumento ha sido el supuesto trato violento (“por ser mujer”) que el académico, periodista y conductor le habría infringido durante la co-conducción del programa del Canal Once de la televisión pública, JohnYSabina. Y la verdad, es una lástima que, bajo la égida del feminismo (que puede llegar a ser “feminazismo”), muchas mujeres hoy día quieran someter a casi todo hombre, al grado de que los “victimarios” han llegado al suicidio; en México y en el mundo. Y es una lástima porque la acusación y el juicio a priori dejan de lado en general la verdadera causa del problema; y la razón.

Los que conocen a Ackerman argumentan que en absoluto es un ser machista y por el contrario está identificado con las causas sociales justas, entre ellas el feminismo (Berman lo califica como demagogia izquierdista, una variante de machismo enmascarado; prefiere al machismo derechoso, directo y crudo). Y básicamente es cierto. Sin embargo, lo que Berman y sus amigas solidarias han hecho es juzgar a priori al “victimario” sin analizar la verdadera razón de su comportamiento en relación a la “víctima”. Y ese tribunal feminista no podría estar menos que feliz con el suicidio de Ackerman: porque de todas maneras, dirían, era un macho, misógino, acosador, violento, cobarde, hipócrita…

En el intercambio de tuits entre los protagonistas de JohnYSabina y los episodios finales del programa, se percibe violencia mutua, ambición de poder mutua. Pero no se ha dicho lo más importante, el porqué de la violencia. La de Berman viene de un deseo de igualitarismo entre mujeres y hombres que es una ambición de reivindicación pero también de poder por sí misma (Ackerman argumenta la simulación de una arribista que se ha hecho pasar por izquierdista y pro 4T para obtener posiciones y ventajas). La violencia de Ackerman viene también de su ambición de poder pero, lo más importante y lo que tendría que ser el centro de esta discusión, proviene de su fanatismo fundamentalista; por la Cuatro T y su líder, el presidente de México. Algunos ejemplos contundentes en este sentido:

1. El odio “gratuito” a Hernán. En un debate de 2019 entre Ackerman y Hernán Gómez sobre Venezuela en el programa que conducía Julio Hernández López en Radio Centro (hoy La Octava), el académico no sólo trató de subrayar lo más que pudo sus diferencias con Gómez de una manera irónica y ofensiva, se dedicó a falsear y a atacar con vehemencia al periodista que en los medios donde ha participado, -La Octava, Televisa, El Universal, Twitter- ha básicamente argumentado en favor de la 4T y el gobierno de López Obrador, del cual se declara abiertamente simpatizante; no sin establecer las críticas cuando necesario. Ackerman rechaza ser llamado “compañero” -de manera afectuosa, dice Hernán-, lo acusa de legitimador de Televisa y de un “sistema despótico” por participar allí como una “voz independiente”; lo acusa de mentiroso, de hipócrita al igual que Jorge Castañeda (no presente en el debate). Ya en el delirio, lo denuncia de golpista y de ser un peligro por criticar a Nicolás Maduro (Julio ironiza, “¿eres golpista, eres un peligro para México, Hernán?”). Por su parte, Gómez con serenidad, elocuencia y conciliador le cuestionó que personalizara todo, “yo no te critico a ti, compañero, critico las ideas”. El nivel de intolerancia, animadversión, irracionalidad y visceralidad de Ackerman durante este programa rayan en la locura; es impresionante y resultaría increíble si no existiera la evidencia. Incluso en puntos en que pudiera asistirle la verdad al adversario de Gómez, la ausencia de mesura intelectual le hace perder credibilidad. Como espectador traté de conciliar las posiciones, pero hoy resulta muy difícil. 

2. AMLO, el científico. En el programa del conflicto, JohnYSabina, el invitado fue en algún momento de 2019, Julio Hernández López (cortesía devuelta; de esas que disfruta John, quien por otra parte, ante las crítica de Julio “Astillero” al presidente y al desarrollo de la 4T, se dobla); otro programa para el asombro. Pues ni Sabina ni Julio (ni yo como público del youtube) podían dar crédito a la pasión, el arrebato y la estridencia con que John instituía al presidente López Obrador como “científico”; que está gobernando como tal, a propósito de la pandemia. Todos, incluido el personal técnico de Canal Once, temían que en cualquier momento Ackerman blandiera un garrote, hacha de piedra o quijada de dinosaurio a la Trucutú (Alley Oop, para los gringos, la caricatura de Hamlin creada en Estados Unidos en 1932), para amagar a quien osara negar sus afirmaciones. El fanatismo, la adulación fascinada y la sinrazón en su expresión más álgida; difícil creer que se trate de ingenuidad en personaje tan corrido y con más de un doctorado. 

3. Desdén y arrogancia; odio a Televisa. En marzo de 2017, la prensa internacional y nacional dio revuelo a una nota afirmando que, durante su gira por Nueva York, López Obrador había maltratado al padre inmigrante de uno de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, que lo había insultado gritándole “¡Cállate!”, en dos ocasiones. Muchas horas después de reventado el escándalo y siendo tendencia, vi la nota (estaba yo en Europa), y no dando crédito a semejante afirmación revisé con atención el video y desde la primera audición escuché claramente la expresión de buen deseo, “¡que te vaya bien!”. Escribí un artículo para SDPnoticias denunciando el error y la irregularidad de la prensa https://www.sdpnoticias.com/columnas/jamas-nueva-dijo-york-amlo.html. Arturo Rodríguez, reportero de Proceso, advertido de mi texto y de que él mismo y otros como Álvaro Delgado y la revista habían difundido y calificado el acto “intolerante” de AMLO, realizó un estudio técnico para verificar y confirmar mi hallazgo. Delgado dijo que no tendría empacho en rectificar, la revista ofreció disculpas sin darme el crédito correspondiente, pero sí lo hizo Rodríguez en su blog Notas sin pauta https://notassinpauta.com/2017/03/27/128/. He ejercido el periodismo sin ser periodista de profesión y siempre he dejado en claro mi simpatía por el movimiento de López Obrador y por la izquierda electoral desde Cuauhtémoc Cárdenas. Así, escribí un mensaje privado a John Ackerman, vía twitter, exponiendo el tema del importante escándalo aclarado y expresando que no dejaba de causar cierta desazón que las contribuciones de simpatizantes pasaran desapercibidas para AMLO y su equipo. Para mi sorpresa, respondió, pues había dado muestras anteriores de no poco desdén en dicha red social, “Muchas gracias Héctor. Muy importante tu contribución. Se cambiarán las cosas en SDP ahora con la participación de Televisa?”. Es decir, en vez de hacer acento en el tema planteado, de inmediato pasó al descrédito, a su empedernida cruzada contra Televisa, que por esos días había comprado el 50% de las acciones de SDPnoticias. Respondí que independientemente de lo que fuera a suceder, yo seguiría mi línea inalterable de siempre, estando seguro de que Federico Arreola permitiría absoluta libertad como hasta ese momento (y así ha sido más de tres años después de ese evento). Ackerman no sólo no respondió, ni siquiera leyó el mensaje. El desdén, el desprecio, el distanciamiento deseado fue más que obvio; no obstante, no desarrollé ninguna ojeriza contra este personaje como se puede verificar en distintos momentos. Mi cuidado viene ahora, conforme ha avanzado la ambición y el fanatismo de Ackerman después del triunfo de julio de 2018; pareciera querer adjudicárselo sólo para él, su familia y unos pocos más allegados. Percibe acechanzas y peligros por todas partes; como si le fueran a arrebatar algo sólo suyo. Adula a la izquierda que él considera legítima y con trayectoria y aun se somete convenientemente a ella; a la nueva, la que considera advenediza, sospechosa y un peligro para su imperio creciente, quisiera desaparecerla a garrotazos verbales. 

4. La carcajada del presidente. Durante la conferencia matutina del 11-11-20, el presidente hablaba, como es usual, de los periodistas adversarios a su gobierno que actúan a coro: “Empieza uno a ver a Krauze papá, Krauze hijo, Aguilar Camín, Liébano, Claudio X. González,… Jaquerman… no, así no… -risas, incluida la prensa conocedora del referido- cómo se llama uno de un noticiero, ¡Zuckermann!”, exclamó el presidente entre risas generalizadas, “Me camuqué -corrigió con una sonrisa que muchas veces es carcajada-, cuando viene la réplica, ahí sí va Ackerman”. El lapsus fue evidente, los contrarios se toman de la mano: un contrincante rabioso, Leo Zuckerman y un simpatizante rabioso, John Ackerman. Fanatismos antagónicos que suelen carecer de argumentos o se utilizan en favor del planteamiento personal, del odio o del amor (aunque en realidad, percibo un poco más de tolerancia en el periodista de Televisa que en el de TV UNAM). Ante el escándalo en las redes, la respuesta de “Jaquerman” en twitter con todo y monitos que no salen en la cita sino su descripción, es elocuente: “Me pueden decir #Hackerman #Ackerman o #Superman pero nunca @leozuckermann, por favor (Cara haciendo mueca), y de todas formas John me llamo. (Persona encogida de hombros). Muchas gracias a nuestro admirado Presidente @lopezobrador_ por su pronta rectificación esta mañana (Manos palma contra palma Manos palma contra palma Cara sonriente con boca abierta y sudor frío Cara sonriente con boca abierta y sudor frío).”. 

5. El error de Sabina. Es un error de Berman acusar a Ackerman de macho, acosador y ladrón (de las banderas de la 4T); y si lo fuera, sería en segundo término porque lo que dicta el temperamento y la conducta de Ackerman es su fundamentalismo ideológico. Por eso asalta la palabra, la arrebata y monopoliza; por eso no permite hablar a los demás cuando son “adversarios”, por eso ejerce el control impunemente. Querer pasar como heroína ante sus cuatro sobrinas feministas y ante la cohorte de mujeres, le hicieron perder la razón, la precisión intelectual. Exhibió la virulenta reacción en twitter de Ackerman y denunció la renuncia al aire del académico que después fue editada para corregir el programa que presentó como prueba de la violencia del conductor. Pero, cómo no iba a estar molesto Ackerman, si ya Berman lo había exhibido en el nuevo programa de Carmen Aristegui en el que hacen trío junto a Denise Dresser. El error consiste en no ver que el control de Ackerman, como se ha visto una y otra vez, proviene de afirmar con un golpe exaltado sobre la mesa no las ideas ni la razón sino el fanatismo fundamentalista por la 4T y su líder visible, el presidente. Por eso, es lógico que no haya querido acceder a la propuesta de Berman de invitar al programa a Felipe Calderón (tal vez con razón) y a Enrique Krauze. Un error del co-conductor, sobre todo si se observa cómo un “intelectual orgánico” de la 4T, Gibrán Ramírez (que acaso sea “orgiástico”), invitó a su programa, también de Canal Once, a Héctor Aguilar Camín, el otro “intelectual orgánico” antagónico López Obrador (se equivoca por cierto el presidente, de acuerdo a la teoría política clásica, el orgánico no es un intelectual “malo” per se, todo organismo social lo tiene o debiera procurarlo necesariamente; así, la 4T los tiene: Ackerman, Jesús Ramírez, Paco Ignacio Taibo II, Pedro Salmerón, Jenaro Villamil, López Gatell, Epigmenio Ibarra, Antonio Attolini, ¡incluso Sabina Berman!; la manera personal de conducirse es otro asunto). Tendría que corregir Sabina: no es machismo, es fundamentalismo. Y no Sabina, John no se suicidará aunque lo convirtieran en blanco del errático #MeToo México.

Conclusión. A menos que se quisiera leer erróneamente como a un personaje ingenuo, el fanatismo sincero o interesado y la ambición de acumular poder parecen desmedidos en el académico; me pregunto, ¿qué enseña a sus alumnos en la UNAM, demagogia e ideología? Siempre se ha quejado John Ackerman de que durante los gobiernos neoliberales fue coartada su libertad de expresión, que fue censurado: Falso. Durante los últimos lustros ha sido académico e investigador en la UNAM, titular de un programa en TV UNAM (Nicolás Alvarado ha escrito sobre su imposición con la orden de Rectoría), escandaloso colaborador de Russia Today, La Jornada, Proceso (hasta que de esta lo despidieron precisamente por no hacer periodismo sino ideología militante), invitado frecuente a programas diversos. Ahora, ha acumulado su presencia con John Y Sabina y, derivado del conflicto, tendrá nuevo programa en Canal Once. Su esposa, Eréndira Sandoval, es secretaria de la Función Pública (a quien otro insensato y lenguaraz desbocado, Alfredo Jalife, anda candidateando a la presidencia de la república, ¡desde 2019!). ¡Qué más quiere, John! Ah, sí, tal vez la Rectoría de la UNAM o un programa estelar en Televisa.