Para polemizar, baste hablar de política, religión y de fútbol para que, en la mayoría de los casos, las pasiones se impongan a las razones y los argumentos dependan del color del cristal con el que se elige mirar una realidad que a veces “el otro” no entiende, no acepta o simplemente le es ajena.
Entonces “el otro” no necesariamente es “traidor” o “vendido”, simplemente es otra persona con derecho a pensar diferente y a defender su postura con argumentos al margen de etiquetas que en tiempos electorales se endilgan con mucha facilidad a quienes no comparten la cosmovisión de eso que llaman “mayoría”.
De ahí la urgencia de construir el propio criterio con múltiples voces, no sólo con las que dicen lo que la generalidad quiere escuchar. A este fenómeno Gustave Le Bon le denomina “muchedumbre psicológica” y es una condición en la cual el sujeto diluye su identidad en la de un grupo (político, religioso, deportivo) en aras de renunciar a construir su propio criterio y vivir la ilusión de ser tan fuerte como el propio grupo con el que se identifica, y al que apoya, defiende y valida por encima de toda prueba o razonamiento.
¿Por qué es importante recordar esto en tiempos electorales? Porque por encima de los políticos y sus partidos, está un proyecto de país que debemos defender. Al final, el compromiso es con México, visto a través de las minorías, de los grupos más vulnerables, de la necesidad de justicia, del amor por la familia, la tierra y el trabajo.
Como Maestra, he descubierto que la práctica docente y el periodismo tienen muchas similitudes; la más importante a mi juicio es la responsabilidad social que ambos oficios exigen a quienes entregan su vida en estas tareas, pues formar e informar son verbos de los cuales dependen generaciones de niños, niñas y jóvenes mexicanos.
De ahí la importancia de entender que los políticos y todos aquellos ciudadanos que buscan puestos de elección popular tienen un discurso que debe ser cuestionado sin perder de vista que de lo que se trata es de lograr el bienestar para todos, sobre todo para los que menos tienen, en lugar de buscar que las prebendas y los privilegios sean acaparados por los mismos de siempre.
Lo anterior viene al caso en estos tiempos electorales donde el ataque ad hominem está a la orden del día en medio de una guerra sucia declarada, donde políticos como la actual diputada de Movimiento Ciudadano, Verónica Delgadillo García quien también es aspirante al senado de la república se ha montado en la ola de indignación ciudadana para utilizar este justificado sentir en contra de los ciudadanos que dice representar.
En su agenda política nada tiene que ver México, la educación de calidad o la implementación de la Reforma Educativa, pero sí se atreve a utilizar a “los maestros” como ente abstracto en su luchita por obtener un próximo escaño en el senado, frivolizando la lucha verdadera de compañeros disidentes -incluyendo a la CNTE- en aras de un golpeteo político dirigido a un sector de la población que probablemente desconozca, porque como diputada sólo ha presentado tres iniciativas turnadas a la comisión de educación pública y servicio educativo, siendo desechada una de ellas.
No es ético lo que hace Delgadillo García. Punto.
Como educadora, cabe preguntar a la diputada naranja cuántos años de servicio tiene frente a grupo, cuál es su postura para defender los derechos de los compañeros maestros en relación a la implementación de la reforma educativa y, sobre todo, por qué nos utiliza para golpear políticamente a Aurelio Nuño Mayer. No se sabe.
Lo que sí es claro a través de su cuenta de twitter @VeroDelgadilloG es que difunde consignas y panfletos que habría que dejar pasar si no estuviera de por medio un proyecto educativo de nación que pretende sacar a México de la debacle educativa.
Sin el menor asomo de pudor, la legisladora afirma tres cuestiones que por el tamaño de las mentiras y el calibre de la desinformación, me permito abordar en este artículo:
1.- Aurelio Nuño Mayer es “traidor a los maestros”. Así, tal cual.
Desconcierta que la educadora convertida en diputada por el Movimiento Ciudadano desconozca que en todo caso, el reclamo debe ir dirigido a la ventanilla que atiende Juan Díaz de la Torre, para quien dicho sea de paso no hay un solo cuestionamiento.
Como representante de “la parte oficial”, Nuño Mayer siempre tuvo clara la agenda cuando fue Secretario de Educación Pública, que giró en torno a la implementación de la Reforma Educativa en México. Si algún inconveniente hubo en ese entonces, fue tarea de “la parte sindical” hacer valer la representación gremial que por ley ostenta hasta la fecha.
Como los ataques – las críticas son otra cosa- no necesitan tener sentido para ser validados por quienes apuestan por una persona o un partido antes que por el bien común, es de suponer que la diputada y aspirante a senadora puede referirse a que Nuño Mayer se desempeña hoy como coordinador de campaña del candidato del PRI.
Si ese es el señalamiento, el agravio es doble, pues desconoce convenientemente que el lugar de Nuño Mayer fue ocupado por el Mtro. Otto Granados Roldán, uno de los funcionarios más eficientes y comprometidos con la educación en este país.
Tampoco toma en cuenta que permanece en la SEP el excepcional equipo a cargo de la Maestra Elisa Bonilla, encargados de la implementación del Nuevo Modelo Educativo y qué decir de la extraordinaria tarea del INEE haciendo válida su autonomía de gestión para hacer valer las causas y prioridades educativas en el país.
El éxito de la Reforma Educativa, no depende de un funcionario y hacer realidad la calidad educativa es tarea de todos, más allá del discurso oficial o la conveniente miopía de políticos como la diputada naranja, capaces de usar la ignorancia de algunos ciudadanos en torno al tema educativo, como campo fértil de campañas políticas.
Entonces ¿a quién traicionó Nuño Mayer? “Los maestros” -insisto- no somos sólo “un gremio” ni un ente abstracto que diputados como Verónica Delgadillo pueden mencionar a la ligera para golpear a sus enemigos -el adversario también es otra cosa-, enarbolando un discurso y unas causas que están lejos de entender porque no las han vivido en carne propia, porque no les ha tocado trabajar en los lugares a donde nadie quiere ir por cuestiones de inseguridad, pobreza o lejanía.
En todo caso, Aurelio Nuño Mayer asumió una tarea muy compleja a sabiendas de que su antecesor no había tendido los puentes necesarios con el magisterio mexicano para echar a andar la Reforma Educativa.
El entonces Secretario de Educación sabía que no iba a ser “popular” en el sentido que la mayoría de los políticos persigue para llevar agua a su molino, también sabía que no iba a ser fácil despachar en el escritorio de Vasconcelos, pero la importancia y magnitud de la tarea fueron más importantes que todo lo anterior. Eso hay que entenderlo. Y agradecerlo.
2.- Aurelio Nuño Mayer no hizo nada por la educación
Invito a la aspirante a senadora de la república -no quiero imaginar su desempeño como tal si así actúa para conseguir un escaño- a preguntar a los miles de maestros de nuevo ingreso que no debieron su plaza a favores políticos, sindicales o de cualquier otro tipo, excepto su capacidad y preparación para acreditar el examen de oposición que establece la Ley General del Servicio Profesional Docente.
También la invito a conocer a destacados normalistas de Guerrero a los que Nuño Mayer atendió personalmente y cuyo trabajo y desempeño es referencia para las nuevas generaciones de maestros egresados de las normales del país.
Ciertamente, el ataque ad hominem que Delgadillo dirige a Nuño Mayer es tan burdo que todos aquellos que podemos dar testimonio de lo contrario, lo tomamos como un agravio personalísimo, porque a la diputada no le importa promover división y desinformación con tal de golpear electoralmente al enemigo.
Si así entienden e implementan la política, diputados como ella, eso explica en parte por qué la mayoría de los políticos de este país gozan de un descrédito generalizado. Lo que les importa es ellos y su agenda. Los grandes y graves problemas del país, pueden esperar.
3.- Aurelio Nuño gastó 34 millones al mes en oficinas de lujo
Si alguien, en este país, tiene el poder de lograr que la ley obligue a los funcionarios a transparentar gastos y desempeños, son los diputados.
Sin embargo, Delgadillo García decidió ignorar que en el comunicado 340 de la SEP, se aclara que debido a los daños que 21 edificios de la secretaria presentaron a consecuencia del sismo de los sismos que sufrió la Cd de México, la erogación de esa cantidad representa un ahorro de 60 millones de pesos al año.
En todo caso, un vistazo a las redes sociales de Delgadillo García evidencian que su interés no es aclarar o en su caso legislar para mejorar las condiciones de transparencia o rendición de cuentas. Su agenda es golpear, calumniar y enfrentar a sus electores al resto de los ciudadanos que no compran sus panfletos en pro del escaño que busca conseguir en el senado. Y no se vale.
¿Usted qué opina, estimado lector?