El domingo pasado la ciudadanía decidió de manera contundente quién nos gobernará durante los próximos 6 años. No hay nada que regatear y no existe un solo argumento válido para menospreciar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Pero, ¿qué nos dicen los resultados electorales?
Existe un claro rechazo hacia lo que representa el PRI; los escándalos de corrupción de gobernadores y directivos federales, aunado al desastroso sexenio de Peña Nieto, tuvo como consecuencia la peor derrota en la historia de otrora partido hegemónico.
Por otra parte, la sociedad aún no perdona al PAN la fallida transición que encabezó Vicente Fox, pero sobre todo, la carnicería que inició Felipe Calderón y que, en responsabilidad compartida con el actual gobierno, han convertido a México en un enorme cementerio.
Otra señal que han enviado los votantes es el hartazgo a la partidocracia. Si bien es cierto que MORENA está registrado como un partido político, su esencia es más la de un movimiento social; hay un líder único y la estructura está formada por agrupaciones que en su mayoría son de corte social y no corporativas. Es por ello que para muchos, cansados del arcaico modelo partidista mexicano, MORENA resultó atractivo. Esta visión se refuerza con el hecho de que los candidatos independientes no trascendieron como opción para los electores; esto fue, en gran medida, porque la mayoría de ellos eran producto de escisiones de los propios partidos.
Por último, la enorme cantidad de ciudadanos que asistimos puntualmente a las urnas, manda un fuerte y claro mensaje de esperanza en una sociedad que anhela ser partícipe de las decisiones, además de ser escuchada y valorada.
La jornada del domingo ha dejado un buen sabor de boca por el simple hecho que se mostró a un país que desea la paz y que espera vivir en un mejor país. Sin embargo, debe quedar claro, sobre todo a la clase política, que esta podría ser la última oportunidad para un cambio pacífico. Dudo mucho que si después de 6 años continuamos igual o peor que ahora, la alternativa siga siendo la vía política.
Nuestra etapa democrática que inició con la alternancia en el año 2000, cumplió la mayoría de edad y lo hizo con verdadera vitalidad juvenil. Debido a ello, AMLO será el presidente mexicano con la mayor legitimidad en la historia; esperemos que la cuide, la respete y la promueva. Mientras tanto, aquí estaremos, dispuestos para reconocer sus atinos y señalar sus errores.