Arturo Zaldívar en el ojo del huracán

No hay que hacer cosas buenas que parezcan malas. Arturo Zaldívar, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), es un hombre bueno y extremadamente competente. Pero la intención en el Senado de extenderle dos años más a su período al frente de la SCJN, lo hace ver malo. Estoy seguro que el propio Zaldívar nada tiene qué ver en este enjuague de hacerle acabar su gestión ahora hasta 2024. Como hombre bien intencionado, Zaldívar quedó en el ojo del huracán; posición incómoda para cualquiera que se proponga imparcialmente impartir justicia en México, la tierra de la injusticia, dijo en su época el Barón de Humboldt.

Empapelar entre leyes secundarias una ampliación de mandato del Presidente de la SCJN es un despropósito, un exceso en forma y fondo. Y peor: es una acción inconstitucional. Yo soy abogado y sé de lo que hablo. Una Ley secundaria no puede estar por encima de la Constitución. A lo mejor este principio de Derecho no lo conocen muchos senadores porque no son abogados, y otros porque siéndolo, son tan burros que no conocen la “o” por lo redondo. Sin embargo, Ricardo Monreal sí sabe lo que legisla, aunque sean encargos de mero arriba y seguramente recapacitará (solo espero que no tarde).

Por supuesto que hace falta una reforma de gran calado al poder judicial (la última de fondo es de 1994). Algunos analistas respaldamos el borrador que nos facilitaron. Pero no se puede utilizar el proceso de aprobación de las leyes secundarias de la reforma que se presentó ante el Congreso en febrero del año pasado, para meter una aguja punzante y menos darla a conocer en dos minutos al pleno. Simplemente no se vale.

Apunto un dato duro en el que por lo visto nadie ha reparado: el ministro Zaldívar votó en contra de ampliar el mandato del gobernador de Baja California Jaime Bonilla así como los períodos de los magistrados del Tribunal Electoral. De manera que Zaldívar no sería capaz de extender su propio período, por simple sentido común. Evitemos el manoseo de las instituciones, ya de por sí limadas de tanta mano que les han metido. En otras palabras, Zaldívar no podría hacer cosas malas que parezcan buenas. ¿Queda claro?