Quien ha tratado a Pedro Salmerón sabe que es insoportable. Es buen historiador, sobre todo porque resume en libros compactos grandes pasajes de la historia nacional. Pero nada del otro mundo.
Por extraños juegos de la política, acabó como director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), un organismo que no sirve para nada, porque sus funcionarios no hacen prácticamente nada. Más que cobrar y escribir en Twitter y Facebook.
Yo también escribo un artículo de prensa diario y me aviento mis puntadas en Facebook, pero no cobro un sueldo del Estado por hacerlo. Pedro sí. Y a diferencia mía, les mienta la madre a quienes lo critican y suelta groserías a modo de argumentos. Una vez contradije a su majestad por una nadería y me bloqueó en Twitter. No sin antes mandarme al carajo. Ni modo. Me vale. Lo último que dijo es que yo era un simple periodista y él un gran historiador. Puede que sí.
La última puntada de Pedro Salmerón, fue tildar de valientes a los muchachos que participaron en el intento de secuestro y muerte de don Eugenio Garza Sada. Hay muchas versiones del hecho, pero todas esas versiones coinciden en que fue una pendejada (para usar el lenguaje que le gusta a Pedro).
Don Eugenio no merecía que lo mataran así. Su muerte fue la desafortunada coincidencia de muchos factores, entre los cuales, ninguno fue la valentía de estos muchachos. Fueron cualquier cosa, menos valientes.
La polémica que quiso desatar Pedro Salmerón en redes es absurda. Fuera de lugar. ¿Debe renunciar por eso a su puesto en el INEHRM? Pues no sé. Me vale madre, como diría Pedro.
Llegará el momento en que Pedro fastidie tanto a la gente con sus tonterías, y se fastidie él mismo de nosotros, que nos bloqueará en masa de Twitter y se quedará solo, escribiendo tuiters para nadie. A lo mejor así se inspira y se pone a escribir otro libro de historia en sus ratos libres, que abarcan casi las 24 horas del día. Ojalá lo haga. Al cabo yo ya no vuelvo a comprar un libro suyo.