Nos proponen volver al pasado
Ahora, los candidatos a gobernador y alcaldes nos proponen volver al pasado. Unos, con la carga fetichista de su apellido. Otros, fichando a priistas y panistas, sin pedirles que renuncien a su vieja militancia.
Yo estaría encantado de volver al pasado, si eso significara resucitar a mi padre, a mis abuelos o a mis amigos difuntos. Yo sería feliz de volver a mi infancia, si me trajeran mi bicicleta, mi muñeco del Hombre Nuclear y mi Atari original.
Pero como no puedo resucitar a mi padre, ni a mis abuelos, ni rescatar mi muñeco del Hombre Nuclear (cosa que en el fondo tampoco me importa tanto), el retorno a ese pasado idílico es pura vacilada. No me interesa buscar refugio en falsas ilusiones. La nostalgia es muy linda, mientras no te empeñes en instalarte para siempre en ella.
Eso, sin contar con que en ese pasado supuestamente de ensueño, también enfrenté broncas y problemas tan difíciles como los actuales. ¿Será porque la principal característica de la vida es que no tiene reversa?
Así que los candidatos pueden guardarse esas promesas de retorno tan ridículas. Si me van a ofrecer regresar al pasado, que mejor me regresen mi empleo que perdí hace unos meses por culpa de la pandemia; que me regresen la libertad que perdí hace unos meses a causa del maldito virus; que me regresen mi negocio que perdí hace unos meses por el confinamiento.
Ni yo ni usted, comemos con apellidos colosalmente ilustres
Y sobre esa restauración urgente, práctica, concreta, ningún candidato me está proponiendo nada: ni rescate financiero, ni apertura de empleos, ni plan para seguir viviendo dignamente.
Ni yo ni usted comemos con apellidos colosalmente ilustres, ni nos perjudica o beneficia que los políticos se cambien de partidos, ni que salgan bailando en Tik Tok como si tuvieran mal de San Vito.
Ya estamos hartos de esta situación tan anómala, y los candidatos siguen trepados en su nube, despertando menos pasiones que un cubito de hielo en un congelador.
eloygarza1969@gmail.com