¿Alcanzará – en un año de crisis- el dinero de los impuestos para alimentar el tren de gastos del gobierno?
La pregunta debe atormentar a López Obrador, a su secretario de Hacienda Arturo Herrera, y a la poderosa jefa del SAT, Raquel Buenrostro.
Aunque el presidente se ha mostrado optimista señalando que pese a la crisis la caja registradora de Hacienda, sigue marcando alzas – lo cual ha sido cierto hasta el mes de marzo- en abril, el semáforo fiscal se ha puesto en tonalidades rojizas.
La razón –obviamente- es que en de abril las actividades económicas estuvieron paralizadas.
Marco Antonio Pérez Valtier, un economista experto en tema de las finanzas públicas, en una nota publicada en El Financiero de Monterrey, señala los primeros indicios de este deterioro en la recaudación, que puede significar un dolor de cabeza – y hasta un problema grave- cuando los indicadores económicos –como se espera- agudicen su caída en el resto del año, cuando se prevé –mínimo- un desplome del 9 por ciento del PIB.
LOS DATOS
Pérez Valtier señala los siguientes datos solo del mes de abril, publicados por Hacienda, comparados con el mismo mes de 2019. Mes vs. Mes.
- Los ingresos tributarios –que comprenden las diversas partidas impositivas- cayeron en términos reales, ya descontando inflación, 15.3% en abril. La recaudación global fue 42,416.2 millones de pesos menos que en abril del 2019.
- El ISR se desplomó ya descontando inflación un 26.3%. El gobierno dejó de recibir por esta vía 50,263 millones de pesos. Según el reporte de enero a abril de SHCP por esta vía se reciben 54 centavos de cada peso de impuestos.
- El IVA –significativo- subió 8.3% ya descontando inflación, lo que amainó algo la tormenta. Pérez Valtier explica que pese a la fuerte reducción en el consumo en un mes de confinamiento –como lo fue abril- este incremento obedece a la baja en las devoluciones de este gravamen, atribuible a cambios en las reglas implementadas por el equipo que encabeza Buenrostro. Este impuesto aporta 29 pesos de cada 100 pesos de impuesto según el reporte de enero a abril de Hacienda.
- El Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aguantó la embestida pero se planchó el crecimiento a punto de estancamiento, con un alza real de sólo 0.6%. El experto acota que pese a la baja de las ventas de diésel y gasolina, el gravamen no cayó porque se eliminó por completo el subsidio federal del IEPS a estos combustóleos. El IEPS aporta según datos de enero a abril el 13% de la recaudación.
- Los ingresos petroleros mostraron ya un foco rojo por el colapso del mercado mundial. Se desplomaron 80% en términos reales, de 38,007.4 millones de pesos en abril de 2019, a 8,104.1 millones en abril de 2020 (casi 30,000 millones menos).
UN BALAZO EN LA PATA
Se prendieron ya las luces amarillas en la recaudación en abril. Pueden tornarse rojas en el resto del año.
El deterioro en los ingresos por impuestos en el cuarto mes del año obedece al confinamiento. Aunque, como hemos explicado aquí la circunstancia económica se deterioró por un meteoro (virus) que atrajo una recesión mundial, que obligó a la paralizar actividades; pero que abonó en terreno mojado, por una debilidad –previa al COVID- de la actividad económica por decisiones económicas del gobierno.
Lo más seguro –como augura Pérez Valtier- es que la caída en la recaudación continuará en mayo, según las propias previsiones de las huestes de Arturo Herrera.
Es significativo que la recaudación empiece a debilitarse por un incremento en la fiscalización.
Pero el deterioro en el consumo y la actividad en general - producto de la crisis- está empezando a pesar más que los esfuerzos recaudatorios.
Los atisbos de debilidad en la recaudación explican también la línea dura de Hacienda con los grandes contribuyentes. Y los casos recientes de pagos extraordinarios de impuestos a empresas como Wal-Mart, VIPS, y FEMSA.
Es posible que pese a esto la recaudación global continúe bajando en mayo, afectada por una economía que viene de bajada.
¿Qué pasará en el resto del año?
Hasta ahora el gobierno ha logrado sostener una relativa estabilidad en las finanzas públicas, apoyado en bajas adicionales del gasto, y quizá en ingresos emergentes como la extinción de fideicomisos.
Asimismo la deuda ha logrado relativo control.
Pero las finanzas públicas se mantendrán en una atmósfera de gran tensión por la crisis.
Un escenario de dificultades para financiar el gasto social –prioridad del gobierno- y los proyectos emblemáticos, no es improbable.
El problema de fondo como hemos comentado aquí es que el gobierno ha profundizado la crisis.
Y con un desplome esperado de la economía mexicana de mínimo 9%, lógicamente la caja registradora de Hacienda recaudará menos impuestos, que con una baja menor, quizá de entre 6 y 7% –que podría haberse dado- con políticas de menor castigo a la confianza de los inversionistas, amén de que en este segundo escenario se habría abonado a una mejor ruta de recuperación después de la caída.
Es como darse un disparo en la pata.