Con 4 votos a favor y 3 en contra, los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), decidieron ordenar al Instituto Nacional Electoral (INE) le otorgue la candidatura presidencial a Jaime Rodríguez, alias “El Bronco”.

Para los cuatro magistrados que avalaron la aparición del gobernador con licencia de Nuevo León en las boletas electorales, no importó la descarada utilización de documentos apócrifos que El Bronco presentó como “apoyos ciudadanos”. Tampoco les interesó la señal de impunidad que están enviando con semejante decisión. No, para dichos jueces, lo importante son los oscuros intereses políticos de quienes los sentaron en las cómodas sillas que ocupan mientras cobran sus jugosos sueldos.

¿Cuál es la apuesta del TEPJF? Pareciera que la intención es la de enrarecer el proceso electoral con la finalidad de emprender, por si es necesario, un fraude descomunal si las preferencias en las urnas no favorecen al candidato del PRI.

¿Exageración en mis aseveraciones? Considero que lo que pudiera sonar a paranoia no es nada comparado con a la magnitud de la aberración cometida por los magistrados.

Si ya de por sí, el hecho de que el INE hubiera palomeado la candidatura de Margarita Zavala, quien presentó, entre otras cosas, más de 200 mil fotografías a copias fotostáticas (¿De dónde las sacó?, ¿quién se las vendió?), era grave, la llegada a la boleta de Jaime Rodríguez es escandalosa. Es decir, las autoridades electorales han concedido la opción de convertirse en presidente a una candidata (la señora Zavala) cuyos apoyos inválidos son aproximadamente el 45% de los que ostentó, mientras que en el caso del Bronco, más de la mitad de sus soportes digitales se encuentran en la misma situación.

La historia reciente de las decisiones del TEPJF referente a la validez de elecciones llenas de irregularidades (ej. Coahuila y Estado de México), más la atrocidad de respaldar la candidatura presidencial de un tramposo, han derrumbado las últimas paredes que quedaban de lo que debiera ser una institución sólida, autónoma y democrática.

Queda claro que el resguardo de la voluntad política del ciudadano está en manos de una pandilla de encubridores que se hacen llamar magistrados. No creo exagerar al afirmar que nuestra endeble democracia ha recibido un golpe que la pone en terapia intensiva y muy cercana a la muerte. Solo falta que este sistema corrupto le dé el tiro de gracia el próximo 1 de julio. Y entonces sí, aunque se enojen, a ver quién carajos amarra al tigre.