Tarde que temprano iba a ocurrir. El primer círculo del grupo político de Enrique Alfaro Ramírez, tuvo su primer gran rompimiento con la salida del presidente municipal de Tlajomulco, Alberto Uribe Camacho, quien hasta hace unos días era, al menos en el dicho, el coordinador de campaña del precandidato favorito a la gubernatura.
Ahora, Alberto Uribe, apareció acompañado de Marcelo Ebrard, coordinador de Morena en la primera circunscripción electoral, que incluye a Jalisco, y confirmó el rumor que venía encendiendo las conversaciones políticas en el estado desde hace días: coordinará la campaña de López Obrador en Jalisco.
Este estado es hoy por hoy, el bastión de Movimiento Ciudadano, en el país, pues aporta el 85 % o 90 % de los votos de ese partido a nivel nacional. Y todo empezó, precisamente en Tlajomulco., cuando en 2009, Alfaro ganó la presidencia municipal y se convirtió rápidamente en la figura más visible del Estado.
Por eso, el golpe al interior del alfarismo, si bien no es un knock-out fulminante, si tiene un alta carga simbólica.
Y cuando digo que tarde o temprano iba a ocurrir, es no sólo porque los grupos políticos tarde o temprano se subdividen. Sino porque las diferencias políticas entre Alfaro y Uribe se venían dando desde hace buen tiempo.
Los grupos políticos, son como las iglesias. Tienen escisiones. Lo hemos visto en la historia de la política mundial y en nuestro país. Quienes eran aliados, en cierto punto del camino divergen y se dan las fracturas y hasta las desbandadas. En Jalisco lo vivimos con el Partido Acción Nacional, que luego de 18 años, fue fulminado por la pugna intestina entre las corrientes políticas que lo integraban.
Este movimiento alfarista que se gestó alrededor de 2008 o 2009 no había tenido rompimientos significativos. Sí habían salido personajes, pero de menor categoría. El hoy candidato a gobernador por Morena, Carlos Lomelí llegó a la diputación en 2015 por Movimiento Ciudadano y abandonó este partido en 2017, pero la realidad es que él siempre había sido lopezobradorista. Por lo tanto, no se vio como si uno de los suyos abandonara el barco.
Con Uribe es distinto. Él era de las figuras estelares del movimiento Enrique Alfaro. Si bien, nunca pudo entrar al círculo más estrecho - en donde sólo están el mismo Alfaro, el coordinador de la bancada naranja en San Lázaro, Clemente Castañeda, Ismael del Toro Castro, hoy candidato a la alcaldía tapatía y el consultor político Rafael Valenzuela- Uribe si estaba prácticamente a la par de personajes de influencia en el alfarismo, como Hugo Luna -ex presidente estatal de MC - y Enrique Ibarra Pedroza -hoy alcalde interino y próximo Secretario General de Gobierno.
En últimas fechas, habían tenido serias diferencias. No se le permitió buscar la reelección en Tlajomulco y le impusieron como candidato al diputado federal Salvador Zamora. Le nombraron -aunque sin facultades de decisión- coordinador de campaña de Alfaro (cargo que por cierto, ahora heredará Hugo Luna).
Antes, le heredaron la bronca del fraccionamiento Santa Anita Hills, autorizado por sus antecesores y cuyo proyecto atenta contra el bosque de la Primavera, según acusaron ambientalistas. La gota que derramó el vaso, habría sido según fuentes naranjas, que a Uribe no se le aseguró una diputación plurinominal.
Uribe, es un caballero y por supuesto que no reveló detalles de lo que hubo detrás de su salida de Movimiento Ciudadano. Sin embargo, la frase que soltó durante su anuncio de incorporación a Morena, es contundente: "Creo que puedo aportar más al proyecto de Andrés Manuel López Obrador que al propio proyecto de Alfaro pues de entrada es más fácil que me escuchen".
Al buen entendedor, pocas palabras.
¿La salida de Uribe pone en riesgo la gubernatura para Enrique Alfaro? Por supuesto que no. Es más, no le hace ni cosquillas. Pero tampoco es un golpe menor. De que duele, duele. Y que le pagará a Movimiento Ciudadano en esa tierra dónde todo empezó, Tlajomulco, también es una realidad. Como en una novela de realismo mágico, el simbolismo no pudo ser mayor.
El pilón:
La cargada está a todo lo que da con Andrés Manuel López Obrador. Tan es así, que hasta la iglesia católica. Sorprendió en Jalisco la publicación de una encuesta elaborada por la empresa Polymetrix, en el periódico "El Semanario", órgano oficial de la Arquidiócesis de Guadalajara.
Y quien encabeza las preferencias en Jalisco, es AMLO, con el 27 % , seguido por Anaya con 23 % y Meade, estancado, con el 16 %. Esto, no se puede negar, es una postura política institucional muy clara. Todos con AMLO. Hasta los curas.