Interesante pero demasiado extenso el nuevo texto de Enrique Krauze sobre un personaje antagónico a su perspectiva ideológica: Andrés Manuel López Obrador. Ahorro esfuerzo y tiempo a los lectores, aquí un resumen:

En “El presidente historiador”, Krauze presenta a López Obrador como un personaje vivamente interesado por la historia, la cual ha practicado -sin ser profesional, es decir, como aficionado-, de manera utilitaria, para servirse de ella como político. Tiene una acartonada visión de héroes y villanos que rechaza o trata de emular y en ese tobogán que son las luchas de la Independencia, la Reforma y la Revolución, la salida concluirá en la Cuarta Transformación encabezada por él (llamada anteriormente Revolución Pacífica de las Conciencias). Y aunque sus símbolos sean Benito Juárez, Francisco Madero y Lázaro Cárdenas, más bien se parecería a Porfirio Díaz, pues no lo guía el espíritu de sus héroes sino el ánimo del autoritarismo.

Lo demás es relleno para justificar la hipótesis. Pretende Krauze analizar la obra publicada de López Obrador (15-16 libros), pero como en otras obras suyas, reduce el enfoque a básicamente uno, Neoporfirismo. Hoy como ayer, publicado en 2014. Todo análisis y crítica pasa por este “libro de historia para hacer historia”.

Es de larga data esta relación objetiva-subjetiva entre el historiador, digamos, profesional con el aficionado. Recuerdo en épocas estudiantiles haber leído en Proceso, alrededor de los tiempos de “Por una democracia sin adjetivos”, un texto de Krauze donde elogiaba el surgimiento de un joven tabasqueño en la política nacional. La relación se trastocó al parecer después de que los personajes se conocieron en 2003, cuando el político era ya jefe de gobierno de la Ciudad de México. Desde entonces han polemizado tanto desde el punto de vista ideológico como del político y el histórico. El peor momento de esta relación fue la aparición de “El mesías tropical”-un ensayo interesado en la política, de adscripción psicologista y temperamento discriminatorio-, justo en la fase crítica de la campaña electoral de la elección de 2006, convirtiéndose en un instrumento descalificador al nivel del eslogan “Un peligro para México”.

De “El mesías tropical” a “El presidente historiador” hay mucho trecho, no sólo 12 años y medio de distancia. Si en el primero el político tabasqueño es “un peligro para México”, en el segundo se convierte en un presidente que ha hecho historia al ganar una elección democrática de forma abrumadora.

Krauze ha escrito muchos textos críticos contra López Obrador (algunos los he comentado). No otra cosa es “El presidente historiador”, una crítica al aficionado a la historia que ni siquiera es capaz de hacer justicia a quien dice admirar, al historiador Daniel Cosío Villegas, pues a pesar de que Neoporfirismo. Hoy como ayer toma como fuente hasta en un 70% la clásica Historia moderna de México, traiciona su espíritu. Es también una crítica al político que, contrario al verdadero historiador (hay que pensar que Krauze se asume como tal), utiliza la historia para desvirtuarla, para hacer política en su favor, y llega al grado de calificarlo como ignorante respecto al interés de Cosío en el mundo exterior. ¿Qué habría pensado Cosío del libro de AMLO?: “lo habría clasificado como un ejemplo más de la vieja y maniquea historia oficial”, afirma Krauze.

Si se quiere, podría otorgársele casi toda la razón a Enrique Krauze en su crítica, pero con matices, analizando pormenorizadamente cada uno de sus asertos. Podría aceptarse incluso lo que he planteado como resumen de su texto arriba. Pero me parece inaceptable la conclusión a la que llega. Sólo un observador distante, ajeno de la política mexicana, maniqueo, que es ignorante de lo que es el personaje (ignorancia similar a esa que difunde que López Obrador convertirá a México en Venezuela), poco veraz o que no utiliza la herramienta de los datos de manera propia para hacer historia, podría concluir lo siguiente:

“López Obrador aspira a ser como Juárez, Madero y Cárdenas, pero sus actos perfilan otro modelo político, otra biografía del poder: mandar desde el principio, encabezar un régimen unipersonal y autoritario, centralizar el mando del país, no compartir el poder con nadie, ser el gran elector, poner y quitar gobernadores, nombrar magistrados del poder judicial, hacer del parlamento un departamento del ejecutivo, confeccionar la lista de diputados y senadores, tejer una red de hombres fuertes e incondicionales en todas las regiones del país, someter a sus adversarios, amordazar a la prensa, manipular las leyes a su modo, instaurar el culto a su persona, practicar el nepotismo, reinstaurar el ritual del ‘besamanos’, la foto oficial en las oficinas públicas, dejarse ver como un dios en todas partes y dejar que los suyos insinúen la posibilidad de la reelección. ¿No es ese el ‘estilo personal de gobernar’ de Porfirio Díaz? ¿López Obrador lo ha estudiado con detenimiento para mejor imitarlo?”. “El presidente historiador”; Letras Libres, 02-01-19.

Si el presidente actual tiene amplio poder y tiene mayoría acumulada en el poder legislativo es porque así lo decidió la sociedad mexicana con su voto; el alto grado de apoyo en las encuestas recientes lo confirman. No ha sido producto de un golpe de estado o una perversa acumulación de poder a través de prácticas antidemocráticas. Pero aún la mayor parte de esta crítica pudiera pasar, estirando la cuerda, en un afán de ponderar la libertad de expresión; de hecho, se asemeja con la que se lee en la prensa cotidiana aunque sea inverosímil. Pero escribir y creer en esta frase: “dejar que los suyos insinúen la posibilidad de la reelección”, es vivir en otro mundo, no conocer el historial y la práctica política del personaje, ni siquiera leer la prensa; es aventar una piedra sobre un enemigo que no existe. Es inaceptable. Por irreal, por absurda.

Y en este sentido, concluyo. Si el nuevo y extenso texto de Krauze afirma que López Obrador es alguien que utiliza la historia para su conveniencia política, alguien que politiza la historia, exactamente lo mismo puede afirmarse del autor del texto: utiliza la pluma y la historia para hacer política contra su contrario ideológico.

Resulta curioso que Krauze cite un conocido texto de Luis González y González, “¿Es liberadora la historia crítica?”, para calificar el producto de López Obrador como historiador. González dice que este tipo de historia: “es la historia erigida en tribunal que condena”. El texto fue compilado en un libro de lectura obligada en la universidad que apareció en Siglo XXI Editores en 1980. Historia ¿para qué?, se llama. Enrique Krauze se quejó alguna vez al respecto, dijo que se sintió ninguneado cuando los compiladores de dicho libro lo excluyeron, cuando no lo invitaron a participar con algún ensayo. Lo curioso e incluso asombroso es que, de acuerdo a lo aquí establecido, esta cita de González que desea atribuir a López, es también un fiel espejo para Krauze.