El 14 de mayo de 2007, el sinaloense Francisco Labastida Ochoa, negó ante los medios de comunicación que el ex presidente Ernesto Zedillo hubiera actuado para que él perdiera la elección presidencial ante el guanajuatense, Vicente Fox.
Con suma humildad aceptó que había perdido la contienda por la división interna en el PRI, por la insuficiencia de recursos, por los errores en su campaña y por “una deficiente presencia personal frente a los electores”.
Después de haber desmarcado durante 8 años a Zedillo de la derrota, cambió diametralmente de opinión.
En una entrevista que concedió al periódico Excélsior el 3 de julio de 2015, el ahora senador de la república aceptó haber tenido roces personales con el ex presidente y que inclusive, le presentó la renuncia al cargo de Secretario de Gobernación, por oponerse a que en el PRI hubiera una consulta a la base.
Según Labastida, la dimisión no le fue aceptada, pero también declaró que siempre argumentó que ese método dividiría aún más al PRI y que de paso, lo quebraría financieramente.
Ambas propuestas no le fueron concedidas y el resultado, como todos sabemos, le fue adverso.
Al día de hoy, los priístas que vivieron esa campaña, recuerdan que el equipo de Labastida planeó una campaña “desangelada”, donde predominó un discurso vago, sin contenido social y muy alejado a las arengas emotivas que la militancia esperaba.
Ya habiendo asimilado la derrota después de 12 años de administración panista, la inmensa mayoría de priístas consideran que debido a que Zedillo nunca perteneció formalmente al PRI, en realidad no se dejó invadir por la emoción que se necesita para hacer una campaña a favor del partido que lo llevó al poder.
Vale la pena destacar que en aquella entrevista, Labastida admite haber tenido “roces regulares" con el presidente, pero luego corrigió para asegurar que más bien fueron “roces muy fuertes". Señala además que el enfrentamiento principal entre él y el Presidente se dio cuando en medio de alguna discusión, Zedillo remarcó que en el PRI y en las Cámaras de Diputados y Senadores, estaba “quienes no servían”.
A modo de defender al PRI y defenderse él mismo, Labastida dijo que le contestó: “Pues ese partido no ha de ser tan malo, cuando lo hizo Presidente a usted, y a usted no lo conocía el 10% de la gente cuando lo hicieron candidato”.
Al paso de tiempo, aún es difícil aceptar que don Francisco Labastida le contestara tal y como lo refiere, porque es de todos conocidos que son muy pocos los políticos que se han atrevido a desafiar en esa forma al jefe del Poder Ejecutivo Federal en turno, sin que algo suceda.
Vale la pena recordar que hay 2 pecados capitales de cualquier político en México: olvidar que vivimos en un régimen presidencial y pelearse con un Presidente.
Sea quien sea el Presidente.
Cada 6 años, las campañas presidenciales se integran por personajes allegados y de confianza del Presidente de la República y por los del Candidato. En el equilibrio de esos personajes y la capacidad que esa dualidad tenga de unificar a las fuerzas reales del PRI, estará la posibilidad de ganar…pero también de perder.
La entrevista de Labastida es una enseñanza empírica que debe ser muy tomada en cuenta para entender mucho de lo que le pasó, para no repetir los errores.
Qué feo sería contar otra derrota como una anécdota política con morbo.