La plática se lleva a cabo en una conocida cafetería de la Colonia del Valle en la Ciudad de México.
De larga cabellera rubia, el Vampiro luce desenfadado. No tiene mucho tiempo, sin embargo no parece presionado. Al contrario, el aura desinteresada y curiosa que lo caracteriza hace que la conversación comience mucho antes del REC de mi grabadora. El clima de la tarde es inspirador. Nos sentamos en una mesa al aire libre. Hace calor.
César López “El Vampiro” llegó con su equipo de prensa, el chofer y su manager, quienes propician que esta conversación se lleve como si ellos no estuvieran.
Nacido en Guadalajara, Jalisco, cada mes viene a la capital, procedente de Los Ángeles, donde vive. Actualmente Jaguares no está tocando. Más adelante volverán. Ahora trabaja en un proyecto, “Monoplasma”, junto a Víctor Monroy, vocalista de la agrupación Pastilla.
“El Vampiro” se desenvuelve con esa tranquilidad que algunas veces es sinónimo de felicidad, de gratitud hacia la vida. Es polémico en las redes, politizado, enterado de la realidad social nacional y ferviente crítico del régimen.
PA: ¿Tu pasión por la guitarra, por la música, se fue dando como algo natural o es hereditario?
CL: Mi papá era guitarrista, era músico. En la casa había guitarras, bajo, batería, teclados cables, pedales... Para mí era muy fácil... digo, más fácil que para otras personas, porque obviamente si quieres tocar guitarra o lo que sea, y eres primera generación, cuando menos tienes que... ¡comprarla! ¿no? En mi caso no, ahí estaba todo. A mi papá le gustaban mucho los boleros. Los Tres Reyes era su trío favorito. Y sí, Los Tres Reyes para mí son los mejores. A Los Tres Reyes pertenecía el primer cantante de Los Panchos, que es Hernando Avilés; cantaba precioso. Se sale de Los Panchos y forma Los Tres Reyes, con dos hermanos: Gilberto y Raúl Puente. Gilberto Puente yo creo que es uno de los requintistas... el más virtuoso del mundo. Él vive en Laredo, Nuevo Laredo, Tamaulipas. Es aduanal, no sé todavía si trabaja en eso, ¡pero es buenísimo, increíble! Hasta Johnny Marr de The Smith llegó a mencionar a Gilberto Puente, a quien yo conocí porque era amigo de mi papá.
PA: Al principio, en la música, uno se va formando naturalmente, por el oído, al escuchar diferentes canciones... Cuando se es niño, todo está virgen, libre, sin perturbaciones...¿Qué rola o qué tonada se te quedaron grabadas y quisiste imitarlas por primera vez en la guitarra?
CL: Sí, sí, mira... la primera canción que aprendí en mi vida fue “La cucaracha”...
Esa fue por mi papá. Yo empecé como a los cinco, seis años. Entonces mi papá me manda a hacer una guitarra chiquita, acústica. Para mí era un juego.
Ahora hay un acceso increíble en internet... si te quieres aprender una canción hay un millón de lecciones en las redes, y ¡no!, mi generación se formó justamente, como dices tú, por oído. La primera canción que dije “¡quiero tocar!”, fue la de Heartbreaker de Led Zepellin. ¡Y me acuerdo que me costó mucho trabajo! Y ve tú a saber cómo sonaría, yo creo que bien mal. Pero la fui perfeccionando... Y sí, ésa fue la primer canción de la que me acuerdo... comencé a medio sacarla por oído.
PA: ¿No te gustaría volver a esos momentos en los que no había nada más que escuchar algo, sin estar pendiente de las redes sociales, del smartphone?...
CL: Antes te comprabas un disco, no tenías la oportunidad de tener el iphone, que tiene... veinte mil canciones ahí.. y lo escuchabas un millón de veces. Lo grababas en tu casete y lo escuchabas muchísimas veces, porque tampoco tenías dinero para comprar muchos discos. Entonces sabías perfectamente todo. En los discos de Pink Floyd, de Led Zepellin, de The Beatles, si me le llegaran a cambiar una notita, ligeramente lo podría distinguir. Porque lo tengo así, perfectamente... metido en mi cerebro.
PA: ¿Por qué te dicen “el Vampiro”? ¿Es cierto que de adolescente te ponías una capa?
CL: Yo tenía una capa, una capa de un grupo de heavy metal. Eran unos chavos de Sinaloa que estudiaban en Guadalajara... se llamaban Exus... mi hermano y yo éramos súper fans de Exus. Fueron los primeros que vimos -bueno, también estábamos muy pequeños- que traían sus marshall, con sus mallas, onda Iron Maiden...
Ellos tenían un vampiro, que era su logotipo, y mandaron a hacer como una capa... no se quién mandó a hacer una capa, total que yo me la quedé. Y a veces me la ponía y me iba a la iglesia que estaba cerca de la casa, porque siempre fui muy irreverente y me causaba mucha gracia hacer renegar a la gente con esas cosas.
Acuérdate de que era la época en que estaba Ozzy Ozbourne con sus primeros discos. Iron Maiden, Black Sabbath, así como bien satánicos pero que lo hacían también para reírse, ¿no? Pero imagínate en aquellos años cómo se vivía eso en Guadalajara, que de por sí es una ciudad... bastante conservadora
Sí, bueno, eso por un lado (lo de por qué le dicen El Vampiro)... y porque también soy muy flojo y me gusta mucho dormir.
PA: ¿Te gusta vivir de noche?
CL: De noche me pongo a practicar, agarro la guitarra eléctrica, sin hacer ruido, así, desconectada. Me pongo mis audífonos y a ver documentales de lo que sea.. me pongo a practicar una cosa un millón de veces; lo mismo, a veces lo mismo, pero mi cerebro está viendo el documental...
Cuando estaba con Azul Violeta, que fue mi primer grupo, ¡de morritos de “la cuadra”, pues!, el bajista era “el chino Inda”, que fue bajista de Montana y de los Los Clips, los que hicieron la canción de “El final”. Para nosotros “el chino Inda” era como ya, legendario del rock. Y él fue el que me puso El Vampiro... Hace unos tres años vi al “Cala”, el cantante de Rostros Ocultos (Agustín Villa) y le pregunté por “el chino”, porque son muy amigos, y me dijo “No, pues ahorita le llamamos por teléfono”. Me comunica con “el chino” y me dice...: “¿Cómo estás, César? Y digo, “No manches!” “Tú fuiste el que me puso El Vampiro, cómo que “César”?
PA: ¿Cómo te llevas con la fama?
CL: No soy muy social y no me gusta ese rollo de la fama, de tener los reflectores, las cámaras... Si me subo a un taxi y ando con la guitarra y me preguntan... “Eeehh, ¿en dónde tocas?”. “Ah, pues, no, nomás”, respondo. “¿Qué nombre tiene tu banda?” . “No, ninguno”.
Me gusta mucho tocar pero lo que eso lleva implícito muchas veces no me gusta.
Y la fama es mental, ¿eh? Es una bronca mental. Eso nada más existe en tu cabeza. Eres la misma persona ¿no? No pasa nada. Y es un síndrome latino eso de poner a los artistas como dioses, como intocables. Cuando fuimos a grabar con Azul Violeta a Inglaterra, con Peter Gabriel, en sus estudios, cerca de ahí había un pueblito al que íbamos y la gente no lo molestaba para nada. Lo saludaban, lo reconocían, sí, pero no lo molestaban.
PA: ¿Cómo fue que conociste a Saúl Hernández?
CL: Por ahí del 88, yo estaba con Azul Violeta. Rogelio Flores era dueño de una galería de arte, Magritte, que después compró el Roxy, que es legendario... donde ensayábamos nosotros; un chavo, Rogelio, que la verdad... mis respetos, porque invertía dinero y esfuerzo para apoyar al rock local, a los artistas, escritores, todo eso; nos daba chance de estudiar y ensayar en la galería y él nos conectó para abrir los conciertos de Caifanes; cada vez que iban, Azul Violeta les abría.
Ahí es como conozco a Saúl Hernández y a todos, a los cuatro originales. Más adelante conozco a Marcovich y a Alfonso André, el baterista, que siempre fue muy fan de Azul Violeta.
PA: Eres de los pocos músicos en México que la gente ubica, porque la gente te ubica. De los pocos que ha tenido, digamos, la ligereza, la humildad de no quedarse quieto, de no decir... “Yo soy César López ‘El Vampiro’ y aquí me quedo con los brazos cruzados”. Has estado en proyectos muy diferentes.
CL: Sí, me gusta mucho abrir puertas y no encajonarme en cierto estilo musical...
¡Me encanta conocer gente de otros grupos! Cuando tocas con diferente gente, tocas también diferente, y aprendes, aprendes de todos. Por ejemplo, yo tengo seguidores a los que les gusta mucho algo que hice, y no les gusta nada otra cosa mía por ser muy distinta.
PA: Como la canción de Los Concorde, con quienes también has tocado.
CL: Como la canción de Los Concorde. Sí, ése es un experimento de ese tipo.
PA: A ti se te reconoce en el escenario, pero no te mueves demasiado... es tu timing... tú lo disfrutas así, así te gusta a ti, tranquilo, es algo muy tuyo, que te da una personalidad propia, que te diferencia de los demás, entre otras cosas... Eso es lo que hace al músico, lo que lo hace único, lo que le crea una personalidad... una imagen de... genio y figura. Porque hay bateristas, guitarristas, otros músicos a quienes no los identifican con nada...
Háblanos un poco más de Monoplasma, tu proyecto actual.
CL: Mira, Monoplasma…, a mí me gusta mucho la forma de componer de Víctor... (Víctor Monroy). Para mí es muy difícil describirlo porque le tengo mucho respeto a los compositores. Si algo he aprendido en mi carrera es que lo más importante son las canciones. No es tanto cómo toques, que también es importante; los arreglos son importantes, la técnica es importante, pero si no hay una buena canción, ¡no pasa nada!... y a veces con una buena canción, interpretada ahí más o menos, ¡pasa mucho!
Por ejemplo llega Saúl Hernández y tiene una melodía... todo es relativo, hay gente a la que le gusta, gente a la que no ¡pero hay una canción! “Esto es una canción”. Y Víctor tiene eso también, ¿no? Fer de Maná, también, habrá gente a la que no le gusta, pero ¡tiene una canción! ¡Es una canción! Algo nuevo, ¿no? Que se puede trabajar y puedes hacer algo interesante.
PA: El disco tiene quince canciones, ¿verdad?
CL: Quince canciones, lo que pasa es que comenzamos trabajando sin ninguna pretensión de hacer grupo, ni siquiera disco, entonces nada más trabajábamos por gusto y al rato teníamos ya como treinta canciones. Y después vino el descanso de Jaguares... “¿Por qué no sacar el disco y ponerle nombre al grupo?”
PA: ¿Y en el escenario qué tal te sientes con Víctor?
CL: Muy bien, muy bien, ahí es donde los dos fluimos. Con Víctor ha sido muy fácil porque nos gustan las mismas cosas. Tú sabes que en la música todo es muy... subjetivo... Entonces, como nos gusta lo mismo... nos encantan Los Beatles y The Cure y toda la onda ochentera.. coincidimos... casi siempre lo que a él le gusta a mí me va a gustar.
El lado político de César López “El Vampiro”
PA: En las redes es muy conocida la posición crítica de César López frente al sistema.
Estás muy conectado con lo que pasa en la política mexicana, lo que hace la derecha, la izquierda, los partidos. Tú vienes a México ocasionalmente, pero parece que estás más acá que en Los Ángeles.
CL: Sí, me gusta estar checando los sitios de internet, las noticias. Antes leía los periódicos. Pero es que mira, cuando yo empecé en la música el rock estaba prohibido, y prohibido por orden gubernamental, el gobierno le tenia miedo a los jóvenes, a las grandes conglomeraciones de jóvenes. Tlatelolco primero y después Avándaro. Y les daba miedo, para ellos representaba una amenaza. “¡Estos jóvenes están exigiendo democracia, están exigiendo justicia!”.
En aquel entonces no estaba tan fregado el país económicamente pero había una deuda democrática muy grande y tenían miedo de ese tipo de cosas. Y les prohíben a las compañías disqueras... estaban cerradas las puertas a los grupos de rock, en la radio, en la televisión mucho más... y entonces uno viene con esa carga. Ser rockero era una bandera política. De todo eso me tocó “la colita”. Tuve la suerte de estar en la generación donde explotó todo y se abrió y todo cambió.
PA: ¿No llegó un momento en que dijiste “A la chingada esto de la música”?
CL: No, es que afortunadamente desde muy joven tuve la gran suerte de que me fuera bien. O sea, obviamente desde un principio mi papá y mi mamá me decían: “El rock no te va a dejar nada”. Y yo le aposté. Como a los veinte, diecinueve años, ya me estaba yendo bien... así que, bueno, ya la libré...
Después de esa prohibición yo siempre fui antipriista, Acuérdate de que el PRI era una hegemonía. Me empieza a emocionar la cosa cuando viene la corriente democrática en el 87: Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas. Yo no estaba muy enterado de la situación pero mi hermano es sociólogo, entonces él me platicaba de todo eso. Mi hartazgo con el PRI lo canalizaba más hacia el PAN. Yo era muy inocente, pensaba que el PAN podría ser una opción.
Bueno, a mi me tocó ir a mítines de Clouthier donde la policía no dejaba pasar a nadie para que no tuviera gente. Y después Jalisco fue de los primeros estados en los que gana el PAN y son gobernados por el PAN y nos damos cuenta de que todo fue una mentira.
PA: Y cuando llegó a la presidencia Vicente Fox...
CL: ¡No, ahí estaba muy claro! Yo sabía que con el PAN no iba a pasar absolutamente nada...
Después del 88, que el PAN pacta con el PRI... y legitiman las elecciones de Salinas... pues desde ahí es el PRIAN. Son lo mismo. Son como dos corrientes del mismo partido, se pelean por las posiciones pero una vez que las ganan ya no se pelean. Tú los ves en las votaciones en el congreso…
PA: ¿Te consideras de izquierda?
CL: Me considero de izquierda y fui cardenista, tengo una carta firmada por Cuauhtémoc Cárdenas por haber sido representante de casilla en el 2000 (risas), y después ya me gustó mucho López Obrador, hasta la fecha me late mucho lo que propone... Es el único que está planteando un cambio de modelo económico. Eso de raíz, es un gran cambio ¿no? O sea, ¿el neoliberalismo qué ha dejado? pues más pobreza.. y los ricos más ricos...
La fórmula que estuvo usando el PRI, o el nieto del PRI, después de la Revolución Mexicana, pues ¡fue buenísima! Y eso impulsó al país enormemente.. el país crecía arriba del siete por ciento anual; a eso le llamaban “el milagro mexicano”, ¡se venían de España a México!
¿Quiénes se iban a vivir a Estados Unidos? Muy pocos. La gente iba a la frontera y se devolvía. ¿Para qué me voy a vivir a Estados Unidos, si tengo mi casa en México? Pero a partir de los ochenta empieza a valer todo eso, cuando cambian del nacionalismo revolucionario del PRI al neoliberalismo. ¡Ya todos los países en el mundo corrigieron, ya le dieron reversa! Pero México no... ¿por qué? porque les conviene, los amos de México no quieren dar la reversa. ¡Ellos están bien!
La mano invisible del libre mercado no resuelve los problemas ¡al contrario! Crea problemas más graves. Y tiene que haber un Estado fuerte, que regule.
PA: ¿Qué crees que tengan en común sensibilidad social y sensibilidad musical, artística? Algo debe como de hermanar a la política y a la música, aunque parezca muy bizarro, con el bien común.
CL: Sí, sí. De hecho hay grupos que lo hacen más claro, otros no. Por un lado tengo bien claro que la música no va a cambiar, ¡puede ayudar!, pero no va a cambiar la situación. Tenemos que estar conscientes. Pero yo creo que ya llegó el momento de que los músicos, sobre todo los rocanroleros que se consideran comprometidos, ya no se queden en esa posición cómoda de no irse para ningún lado, para no molestar a nadie... tienen que definirse. Hay que señalar lo que está mal. Por ejemplo, mi facebook por eso es muy incendiario, porque no tomo la posición cómoda.
Hay varios rocanroleros que se dicen revolucionarios y que hablan de justicia y de democracia, pero no apoyan a nadie. Lo que están haciendo es fomentar más la apatía, que tanto daño ha hecho. No están ayudando.
Y hay otro tema... otro tema bien delicado, una institución que nunca se toca porque es “divina” es la iglesia, la religión; en Latinoamérica yo creo que también ha hecho mucho daño ¿eh? O sea, tú recorres Latinoamérica y te encuentras con los mismos vicios del PRI, pero allá no hay PRI. ¿Por qué? Porque ésa es la escuela de la iglesia católica, la hipocresía, el hacer las cosas a tu conveniencia y entenderlas a tu conveniencia, el escudarse en “No pues esto es divino y tienes que respetarlo, porque éstas son mis creencias”.
Entonces yo creo que es bien sano cuestionar todo, no atacar, no satanizar, pero sí cuestionar.