¿Qué fue de aquellos días en los que cada mañana nos desayunábamos con una nueva teoría del compló? El ejercicio mental al que el ahora flamante Presidente electo de nuestro país nos tenía acostumbrados, parece haber caído en el desuso, o al menos así lo indican sus ya nulas apariciones en las páginas de los diarios, redes sociales y conversaciones de oficina y de café.

Ya estaba guardado en los rincones de la mente cuando esta mañana, al abrir mi cuenta de Facebook, encontré una publicación que rezaba: “AMLO no debe deslindarse de la boda, sino de Yáñez. Que sí, la boda la pagó el suegro, pero el POSADO PACTADO con el HOLA es imperdonable. ¿Qué va a hacer el futuro vocero de la Presidencia cuando se toque el tema de la austeridad frente a los medios? Entiendo que no es corrupción, pero ay, tamaña estupidez…Que se  vaya a gozar los millones de su suegro y deje el cargo a alguien más competente. Me temo que la sombra de esta boda será larga… con la pena, pero córrelo y el que sigue…” Transcribo tal cual, omito el nombre de la autora a petición de la misma.

Tras leer esto, empezó a  asomar el asunto del que estábamos un poco olvidados: el enemigo queriendo exhibirnos, hacernos ver mal, evidenciar nuestras faltas ante la opinión pública.  Al parecer, el asunto de la boda fifí con su reseña aún más fifí queda más que claro: los novios posando en total acuerdo para el reportaje sobre su boda. Pero entre los aires del pasado que soplan susurrando: compló, y las series policiacas consumidas en exceso para evadirnos de la saturación de temas políticos o tal vez a causa de las sesudas conclusiones a las que llegan nuestros detectives de ficción favoritos, una luz diferente está iluminando el caso en cuestión:

Hay una pieza que no encaja en el rompecabezas:  No tengo la menor duda de que el señor Yáñez de tonto  no tiene un pelo. ¿Por qué alguien como él se dejaría llevar por la frivolidad al grado de posar para Hola? Escupamos hipotésis:

1.La familia de la novia, muy adinerada pero fuera del radar de la socialité del país, paga por la portada de la revista y la publicación del suceso.

2.El novio, obnubilado de amor, le concede a su mujer un capricho superficial para complacerla.

3.La revista Hola, conocedora de la relevancia del cargo del novio en la próxima administración, quiere congraciarse con él y les ofrece lo que a pocos mortales está permitido: ver su boda plasmada en sus páginas.

4.Alguien, dentro de las filas de MORENA, que anhela la posición de Yáñez, o a quien de alguna manera estorba a sus fines, de manera anónima, negocia con la revista, le entrega una generosa compensación y le envía el regalito envenenado a los novios.

5.Lo mismo que la 4 pero desde fuera de MORENA.

¿Quién se beneficia en cada caso?

1. La familia de la novia, claro. Pasan a formar parte del clan fifí del país. (Aunque ya Mariana Gómez del Campo se encargó de aclararles que solo serán fifís de ocasión).

2. El embelesado novio, que si estuviera un poco menos obnubilado,  vería que los intereses frívolos de su amada son para ella, superiores al proyecto de nación y de vida por los que él ha trabajado tanto.

3. La propia revista, pensando en las exclusivas que le serán otorgadas en el próximo sexenio, cuya administración hasta hace una semana, no se cansaba de censurar la exhibición del derroche de los políticos en el poder. Con esta publicación, suponen, estarán dentro de los medios beneficiados.

4. Alguien “de adentro”, es decir, el enemigo en casa.

5. Alguna o algunas personas que odian a Andrés Manuel y ya no aguantan las ganas de verlo fracasar incluso antes de que empiece el sexenio.

Si vamos a revivir la teoría del complot, el peor escenario para AMLO sería la número cuatro. Dentro de sus más cercanos o no tan cercanos colaboradores, podría existir alguien dispuesto a poner en riesgo la imagen y credibilidad de su proyecto con tal de exhibir a Yáñez y tirarlo de su puesto. Es mera especulación, pero me extraña que estando tan empapados en la materia, no hayan vislumbrado esta posibilidad. Recordemos que las peores traiciones se dan entre los más allegados, los peores crímenes se cometen casi siempre en el seno de la familia y el principal sospechoso resulta ser alguien del círculo más íntimo.

Puede López Obrador considerar o no esta posibilidad, pero, conociendo sus derroteros mentales en estas cuestiones, hace algunos meses estaría señalando toda una confabulación para hacer quedar mal a su amigo. Insisto, no es más que una especulación tal vez producto de echar en falta el ejercicio mental que los complots nos ofrecían o el exceso de películas y series que uno ve para desafanarse un poco de la realidad de este país. En todo caso, el regalo envenenado le llegó a César Yáñez, se destapó y logró su cometido.